Enlace Judío – Una práctica judía muy difundida es la de las berajot (bendiciones); éstas consisten en formulas verbales que decimos antes o después de consumir un alimento o de disfrutar de ciertos placeres como una fragancia bella, la práctica de alguna mitzvá, la vestimenta o el estudio de Torá, como ejemplos. Es una parte muy importante de la vida judía; los rabinos estructuraron la práctica de tal manera que uno esté obligado a decir al rededor de cien berajot en su día a día. Sin embargo, ¿cuál es el origen real de la tradición? y ¿cómo es que debemos hacerla? En la siguiente clase rab Dweck nos lo explica; en ella se asoma a las fuentes textuales para explicar su sentido.

La fuente de las berajot: el Birkat Hamazon

Si bien las berajot (bendiciones) fueron instituidas por los rabinos siglos después de la entrega de la Torá, el origen de las mismas sí se encuentra dentro de la Torá. Para poder entenderlas correctamente es necesario acercarse a su fuente y ésa es el Birkat Hamazon. La Torá en Devarim (Deuteronomio 8:10) nos pide “cuando hayas comido y te hayas saciado da gracias a D-os por la tierra que te fue dada” de aquí surge la exigencia de bendecir tras consumir comida.

¿Por qué la comida? Porque es la base de la vida, sin ella no hay absolutamente nada que podamos hacer. Una persona que está en estado constante de hambre únicamente puede pensar en comida, no puede hacer nada más. Estamos diseñados a buscar la comida. Por eso mismo cuando hay una mitzvá (mandato) temporal que debe ser cumplida, como el kidush de Shabat, o el rezo de minja, se hace antes de que hayamos comido. De esa forma, uno se asegura de recordarla; cuando la persona siente hambre se acuerda que debe hacer la mitzvá. Atamos las berajot a esta cualidad nuestra de girar en torno a la comida, precisamente para que no se nos olvide que D-os es la fuente de vida y que el cuerpo que estamos alimentando tiene la posibilidad de entablar una relación con Él.

Ahora el pasaje en sí no habla de hambre, sino de plenitud; la mitzvá de bendecir es realmente obligatoria cuando uno se siente saciado, cuando está lleno. ¿Por qué? Porque cuando uno más pleno se siente, más fácilmente el ser humano se olvida de la existencia de la Divinidad. Al sentirnos plenos, al sentirnos fuertes se nos olvidan nuestras necesidades y corremos el riesgo de vernos como autónomos; de ponernos en el centro de la existencia y separarnos de lo que nos rodea; la beraja es puente nuevo de conexión que rompe el egoísmo y nos recuerda a D-os.

¿Acaso a D-os le importa?, ¿qué son realmente las berajot?

Hay una Guemará en la que D-os pide al hombre decir berajot: ¿qué quiere decir esto? ¿por qué D-os querría algo así? La respuesta que da rab Dweck es sumamente interesante y tiene varias caras. En primer lugar es importante remarcar lo que es una berajá. Uno no bendice a D-os como tal, uno no puede bendecir a D-os. La palabra “baruj” con lo que empiezan las berajot es una cualidad que reconocemos en D-os como dador de bendición. Al decirla implicamos que lo reconocemos como la fuente de toda bendición. Las berajot existen para tratar de hacernos conscientes de ese hecho y lo que ofrecemos realmente a D-os cuando las hacemos es nuestra consciencia.

Aún así, ¿qué implica la Guemará? ¿por qué a D-os le importaría ese reconocimiento? La respuesta es que es lo único que podemos darle. Lo único que es verdaderamente nuestro; todo lo demás proviene de D-os, todo está en las manos del Cielo; pero nuestra consciencia es sólo nuestra y es el único elemento del hombre en el cual D-os no intercede. Ésa es la base de la relación hombre – D-os. Otra Guemará dice que cuando disfrutas de este mundo sin bendecir le robas a D-os; Rashi aclara que lo que robas no es la cosa de la cual gozaste, sino la berajá que no estás dando; la posibilidad de hacerte consciente y entablar una relación. Al final las berajot son pequeñas oportunidades que tenemos a lo largo del día para crear esa conexión.