Los medios trasmitieron, en las últimas horas, una noticia que suscita tristeza y recuerdos.

Aludo a Meir Shalev quien, abatido hoy por el cáncer, me condujo de inmediato a recordar no pocos momentos de lectura. Entre otros, El chico de las palomas y Mi abuela rusa y su aspiradora norteamericana.

Meir nació en la naciente Israel en el mes de julio de 1948. Su padre Abraham era el panadero del Moshav. Vivencia que recordará en numerosas páginas.

Estudió psicología en la universidad jerosolimitana. Y en el curso de los años hasta hoy y aquí acertó a traducir y a reflejar la realidad israelí con personajes formados aparentemente en otras culturas.

Truco que apenas engañó a sus entregados lectores.

Si en vida algunos personajes apenas suscitaron la atención que merecen, y los casos lamentablemente abundan, su muerte nos obliga a recordarlos, ya sea por los méritos que los distinguieron, ya sea para recordar nuestra propia finitud.

Prometo: recogeré sus libros en mi biblioteca, atenderé no pocos párrafos debidamente señalados, y superando el duelo le diré más tarde al lector qué Meir me dejó en esta mi vida.

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