La libertad de conciencia, opinión y religión en Sefarad ha costado mucho tanto para judíos como para al resto de creencias cristianas no Católicas.

En los años de plomo en cuestiones religiosas, sin incluir la política, toda confesión religiosa que no fuera católica era perseguida de una y mil formas diferentes, pero con el mismo objetivo de anular toda experiencia religiosa ajena a la oficialista representada por la Iglesia Católica Apostólica y Romana. La más oscura sombra se cernía sobre un país que veía a todos los que no fueran católicos como enemigos a los que había que combatir incluso mortalmente.

Los años han pasado y con la llegada de la democracia las cosas empezaron a cambiar lenta y con retrocesos, pero también con claros pasos hacia adelante. En la Constitución Española de 1978 “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. Todo un hito en la larga historia de un país que se ha caracterizado por la persecución religiosa.

La educación en general siempre ha sido, es y será una herramienta excelente para formar a los más jóvenes en todos los aspectos de la vida. En el caso concreto que abordamos de la educación judía en España ha estado marcada por la visión de la corriente Ortodoxa que es la que rige los designios de la forma de creer y educar en el contexto del Judaísmo en general. El poder adquisitivo, religioso y político de la corriente del Judaísmo Ortodoxo, en este caso en España, ha opacado a todas las demás corrientes del judaísmo que tienen que plegarse a sus exigencias y reglas de la Halajá o Ley Judía de cosmovisión Ortodoxa.

La Comunidad Judía en España está representada por la Federación de Comunidades Judías de España que tiene entre sus muchos y loables objetivos “promover la convivencia armónica con toda la sociedad, a través del respeto mutuo y la difusión de la cultura y tradición judía dentro de la sociedad local”. La convivencia armónica es un objetivo maravilloso en la teoría, aunque en la práctica no se ha alcanzado empezando por las diferentes corrientes del Judaísmo, ni con la sociedad en la que se desarrolla su programa de educación judía ortodoxa.

En estas horas previas al ayuno de 17 de Tamuz la trágica intolerancia y el odio gratuito siguen presentes en medio de un judaísmo Ortodoxo que excluye bajo todo punto de vista a quienes tiene otra perspectiva del judaísmo, acertado o no, que se expande por medio de la educación judía en España. El Centro de Estudios Ibn Gabirol de Madrid es una extensión de la corriente Ortodoxa que impone su línea de pensamiento ortodoxo a nivel pedagógico y de currículum lectivo con las limitaciones que tiene ser un colegio concertado. Los colegios en España pueden ser públicos, privados o concertados, aunque lamentablemente también pueden ser desconcertantes.

La educación judía en España lamentablemente es desconcertante, aunque el colegio Ibn Gabirol de Madrid sea concertado que significa ser “un tipo de institución que posee características de colegio privado y público a la vez creado por iniciativa privada, aunque para su mantenimiento recibe fondos o subvenciones, tanto del Estado como de los representantes” que lo crearon ¿Por qué hablamos de educación desconcertante en la comunidad judía en España? Por la distancia entre los objetivos teóricos y la imposición de reglas ortodoxas que afectan a todos los alumnos de una institución educativa que también teóricamente enfatiza la diversidad y las oportunidades de establecer conexiones personales genuinas y verdaderas tal como se publicita en la página de la Comunidad Judía de Madrid.

Las conexiones personales son cortadas de raíz cuando a un alumno, o varios, se les rechaza e impide asistir a un campamento de verano por no pertenecer al judaísmo ortodoxo, aunque forme parte del alumnado del colegio Ibn Gabirol.

El título de este artículo debería ser el “Diario de Noa” la historia de una alumna de 13 años que ha sido rechazada por no ser parte de la Comunidad Judía Ortodoxa. Las lágrimas de mi nieta, la decepción y el dolor que siente al verse discriminada o señalada para asistir a un simple campamento de verano me impelen a decir ni olvido, ni perdono. No es una amenaza sino un rezo diario por un cambio de los dirigentes que deciden quién va o quién no va a un campamento de verano. Algo que asusta y que me recuerda otras cosas en otros tiempos. Hazlo saber.


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