Hay antecedentes muy antiguos en el lejano oriente acerca de la presencia del pueblo judío en China.

China es mencionada en los textos de Eldad Hadaní, un autor hebreo del siglo IX. Por otro lado, Benjamín de Tudela, un viajero y escritor español Sefaradi del siglo XII, quien visito 190 ciudades de Europa y Oriente, convirtiéndose en una de las primeras fuentes de la demografía judía, escribió en su libro “Sefer Masaot” (Libro de viajes) que encontró judíos en sus viajes por China.

También, el rabino Menashé Ben Israel, que fue rabino en Ámsterdam en el siglo XVII, y que escribió el famoso libro Mikve Israel “Una esperanza para Israel”, menciono la existencia de judíos en China, y según su opinión, estos descendían de las diez tribus perdidas de Israel.

Pero ¿cómo llegaron los judíos a China?

En el año 555 A.E.C, (según el libro Seder Olam) Asiria conquisto la Tierra de Israel y exilio a las diez tribus hebreas, que gradualmente se fueron desvaneciendo. Varios viajeros modernos sostienen haber descubierto remanentes de ellas entre los tibetanos, el pueblo chino de Qiang y los indios americanos.

También, más adelante, durante la Dinastía Tang (618-907 D.E.C) los mercaderes persas y árabes comenzaron a navegar hacia China y entre ellos muchos judíos los acompañaron por la ruta de la seda. Algunos se asentaron en ciudades portuarias de Cantón, Quanzhou, Yangzhou y Ningbo. Otros se trasladaron más al norte hacia el Gran Canal, en dirección a Kaifeng y a otras ciudades.

Incluso, en un escrito de la Dinastía Yuan, que habla referente a los judíos, dice: “dondequiera que se encuentren”, se deduce que existían varias comunidades judías en diversas partes de China.

 

Sin embargo, la documentación más antigua existente acerca de la historia de los judíos en China, se trata de tres inscripciones grabadas en piedra encontradas en China, que fueron escritas por los mismos judíos, para conmemorar la reconstrucción de la sinagoga de Kaifeng. (Dos de estas piedras grabadas se encuentran en el Museo Municipal de Kaifeng).

Una de las inscripciones habla de los judíos en la Dinastía Zhou (1066-256 A.E.C). Otra se refiere a los Hebreos de la Dinastía Han (25-220 D.E.C), mientras que un tercer grabado cuenta acerca de los judíos de la Dinastía Song (960-1279 D.E.C).

Las inscripciones contienen bastante material acerca de las prácticas religiosas, conceptos filosóficos, y vínculos con otras comunidades judías.

En su mejor época, durante la dinastía Ming (1368-1644), había en Kaifeng unos 5000 judíos que, preocupados por el futuro de su comunidad, decidieron levantar un monumento, donde inscribieron la historia de su estancia en China.

La inscripción (traducida) menciona lo siguiente:

“Nuestro primer padre fue Adam. Abraham Abinu fue el fundador de nuestra fe. Después vino Moshe, el hombre que intercedió entre la humanidad y DI-s. A través de Moshe Rabenu recibimos la Torá.

En la época del reinado de la casa de “Han”, quien reino desde el año 25 hasta el año 221 D.E.C, fue cuando llego nuestra fe a la tierra de China. Y en el segundo año del rey “Hang-Ching”, en 1164 D.E.C, se construyó la primera sinagoga en la ciudad de Kaifeng.

Esta gente que creen en ídolos y en estatuas a los que conocen como sus dioses, en vano son todas sus oraciones ya que lloran hacia donde no hay espíritu, porque vano y falso es todo ese culto.

No así las personas que dan honra y honor a la Torá sagrada, que se adhieren a ella, y cumplen sus mandamientos. Ellos saben de dónde viene toda cosa en el universo.

La sabiduría divina y la Torá nos ayudan para saber de qué y cómo fue creado el hombre. Todos los que creen en su fe y anhelan la verdad hacen clemencia y misericordia. Y los pecados y desviaciones para todos ellos es algo extraño”.

Este escrito que constituye una proclamación tan entusiasta acerca de la Tora y de la Emuná (fe) los judíos lo dejaron escrito sobre la piedra, mil años después de haber llegado a China.

Por lo tanto, vemos que en China hay antecedentes arqueológicos de épocas muy remotas, acerca de un judaísmo pleno de vida.

La comunidad judía de Kaifeng

De la misma manera, en el año 1601, Matteo Ricci, quien fue un sacerdote y misionero jesuita italiano, relato que se encontró en China con un anciano caballero llamado Ai Tian, y tras una conversación, Ain Tian le reveló que era Hebreo, y miembro de una comunidad judía que, durante siglos había existido en Kaifeng, en el suroeste de Beijing, cerca del Río Amarillo en la provincia de Henán, y que practicaban su religión contando con una sinagoga.

En el pasado, la comunidad judía de Kaifeng contaba con miles de miembros, por la tolerancia y apertura que entonces reinaba en China. Los judíos de Kaifeng adoptaron parte de la cultura china, pero preservaron su unidad como comunidad hasta la modernidad. Su sinagoga en la ciudad de Kaifeng, que en esa época era la capital de China, tenía una combinación de arquitectura china y tradición judía, y era uno de los edificios más impresionantes de la ciudad.

El último rabino de la comunidad de Kaifeng falleció en 1867. La sinagoga de la comunidad, construida en 1163, fue destruida varias veces, y reconstruida otras tantas, hasta que en 1860 fue destruida por una creciente del Río Amarillo. A partir de entonces, la comunidad empezó a dispersarse y a asimilarse.

Pero a pesar de que la comunidad judía de Kaifeng se asimiló casi en su totalidad a la población local desde hace dos siglos, algunos de sus descendientes han mantenido ciertas tradiciones y conexiones con su identidad judía.

Hacia Israel

En los últimos años, la organización Shavei Israel ha ayudado a más de mil descendientes de esta comunidad a emigrar a Israel.

Esta organización financió sus gastos y organizó sus estudios en el “Seminario Ortodoxo Nishmat” de Jerusalén, donde hoy viven y estudian hebreo, y se preparaban para una conversión oficial del Gran Rabinato de Israel.

Incluso la organización Shavei Israel continúa hoy en día ayudando a los judíos de Kaifeng.

“Ser parte del pueblo judío es un honor, debido a la herencia y a los valores”, expreso Jing, que estudió economía y comercio internacional en China. “Mi oración para regresar al judaísmo y a la Tierra de Israel fue respondida”.

“Israel es donde vivían nuestros antepasados y mi padre siempre me dijo que algún día regresaríamos”, dijo Yue Ting. En las últimas décadas, muchos soñaron con reconstruir “el Palacio de la Verdad Pura”, tal como le llamaban los judíos de Kaifeng.

Hoy en día, ya hay más de mil personas de estas comunidades viviendo en Eretz Israel. Sin embargo, todavía quedan otros seis mil descendientes de judíos, que están en proceso para hacer Aliyá.

Como está escrito en el libro del Profeta Yeshaya, Isaías (49:12) “que para la época mesiánica, los judíos habrán de retornar también de la tierra de los Sineos”, en referencia a China, que su nombre original es Zhi’in (Qin), quien fue la primera dinastía que gobernó en el país unificado.


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