Los ftalatos son sustancias químicas que ablandan los plásticos utilizados en una amplia gama de productos industriales y de consumo.

Estos químicos disruptores endocrinos (EDC, por sus siglas) se encuentran en varios productos cotidianos e ingresan a nuestro cuerpo mediante ingestión, inhalación y absorción a través de la piel.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Braun y el Departamento de Psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalén se suma a la literatura que señala un vínculo entre la exposición intrauterina a los ftalatos y problemas posteriores de comportamiento y desarrollo neurológico, informó The Jerusalem Post.

El estudio, publicado en la revista NeuroToxicology, arroja luz sobre las posibles consecuencias de la exposición prenatal a los ftalatos en el desarrollo de niños pequeños.

Encontró que los altos niveles de metabolitos del ftalato conocido como DEHP (Di(2-etilhexil)ftalato) en la orina de mujeres embarazadas están relacionados con problemas de desarrollo emocional y conductual en sus hijos varones.

“La verdad es que es muy difícil evitar la exposición a los ftalatos. En nuestro estudio, el 98 por ciento de las mujeres embarazadas estuvieron expuestas a las sustancias químicas en algún nivel”, dijo la profesora Ronit Calderón-Margalit, directora de la Escuela de Salud Pública Braun.

Los investigadores analizaron las muestras de orina de mujeres israelíes entre las semanas 11 y 18 de gestación, en busca de metabolitos de ftalato como DEHP, DiNP y MBzBP.

El desarrollo y el comportamiento de los niños se evaluó a los dos años de edad mediante cuestionarios suministrados a 158 mujeres.

Los hallazgos revelaron asociaciones notables específicas de género. La investigación encontró que la exposición materna al DEHP durante el primer trimestre se correlacionó con los resultados del desarrollo emocional/conductual en los niños a la edad de 24 meses. Los niños expuestos a altos niveles de DEHP mostraron puntuaciones de desarrollo más bajas en habilidades sociales y tasas más altas de problemas de internalización, reacciones emocionales desproporcionadas, ansiedad o depresión y quejas somáticas, así como problemas de externalización.

Curiosamente, los investigadores subrayaron que no se observaron tales diferencias en el desarrollo y el comportamiento de las niñas expuestas a distintos niveles de DEHP durante el embarazo.

“Nuestro estudio se suma al creciente cuerpo de evidencia que destaca la necesidad de una mayor conciencia ambiental y acciones para minimizar la exposición a sustancias químicas nocivas durante el embarazo. La investigación continua en este campo es crucial para comprender mejor las repercusiones a largo plazo de los disruptores endocrinos en la salud y el desarrollo humano”, concluyó Liron Cohen Eliraz, quien realizó el estudio como parte de su tesis de doctorado bajo la supervisión de la Dra. Tammy Pilowsky-Peleg y la profesora Ronit Calderón-Margalit.

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