Enlace Judío México e Israel – En la sinagoga Justo Sierra del Centro Histórico de la capital mexicana, el violinista Adolfo Alejo despertó el corazón dormido de un viejo violín llegado desde Europa un siglo atrás. Ahora, planea grabar un disco tocando ese instrumento, testimonio de una historia de migración y resistencia. 

 

Adolfo Alejo

El pasado 13 de agosto, Adolfo Alejo y Ana Turkalj ofrecieron un concierto en la sinagoga Justo Sierra, uno de los sitios más emblemáticos de la presencia judía en México, para una audiencia que, sin saberlo, presenció el renacimiento de un instrumento que llevaba al menos seis décadas dormido.

Adolfo Alejo (1986) es un violinista, violista y director de orquesta mexicano. Fue nombrado uno de los mexicanos más creativos del mundo por la revista Forbes en 2019.

Artista de Brilliant Classics y Naxos Labels, Alejo ha actuado y dirigido con orquestas de todo el mundo, entre ellas: orquesta de Cámara de Bellas Artes, Camerata de Coahuila,Baskent Chamber Orchestra, Orquesta Sinfónica de Nuevo León, Kalisz Filarmónica, Filarmónica de Opole, Capella Bidgostiensis, Orquesta de Cámara de Radom, Orquesta Sinfónica de Voronezh, Sinfonica Rossini, Filarmónica della Calabria, Camerata de Berlín, Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Matera, Orquesta Juvenil de Cataluña, Orquesta Sinfónica de Hunan, Orquesta Filarmónica del Lago Como, Filarmónica de Braga, Orquesta Filarmónica de Lugansk y Orquesta Filarmónica de Brno, entre otras.

Revivir y honrar a un violín

Violinista, violista y director de orquesta morelense, Alejo había llegado a México para grabar un par de piezas de música Klezmer en la famosa sinagoga. Para ello, hizo contacto con la directora del recinto, Monica Unikel, quien, aprovechando la ocasión, le propuso que se presentara en vivo. Finalmente, los conciertos de música judía forman parte de la nutrida agenda cultural de la Justo Sierra.

Pero Unikel hizo más que eso.

“Días antes del concierto me dice: ‘oye, ¿qué crees? Tengo dos instrumentos: una viola y un violín que eran de mi abuelo (…), me gustaría que los vieras”, recuerda Alejo, en entrevista con Enlace Judío. “Y el día del concierto llevó los dos instrumentos, el violín y la viola. Me dijo: ‘Bueno, pruébalos, a ver qué piensas’.”

Unikel tenía la esperanza de que, ese mismo día, alguno de los instrumentos que habían llegado a México con su abuelo desde Rusia, volvieran a sonar tras un prolongado letargo. Alejo, entonces, comenzó a probarlos. “Yo, como niño con juguete nuevo. Toqué el violín y decía: ‘¡es que suena increíble!’.”

Le gustó tanto la voz de aquel antiguo violín, que Alejo lo utilizó para tocar dos piezas del repertorio que ofreció junto a la chelista austriaca Ana Turkalj, y asegura que al público le gustó incluso más que el suyo, que presume como un gran violín.

A partir de ese encuentro, Alejo concibió una nueva idea: honrar al instrumento y su historia, así como al abuelo de Unikel, grabando con aquel violín un disco con la música del compositor judío Fritz Kreisler. “Queremos hacer un homenaje. Si sacamos el disco con el violín, pues queremos incluir ahí un poquito de la historia del violín, cómo llegó su abuelo a México…”.

El hechizo judío

Adolfo Alejo no es judío ni nació en una familia de músicos. Es, de hecho, el primer músico de su linaje. Pero fue un concierto de un violinista judío el que sembró en él la convicción de querer convertirse en ejecutante. Ahora, tras brillar en Europa y, de hecho, recorrer media Polonia como concertista invitado en diversas orquestas, se ha convertido en uno de los instrumentistas mexicanos más reconocidos del mundo, así como en un gran promotor de un género judío por excelencia: el Klezmer.

“Yo ya había empezado (en la música), de manera un poco obligada (…), ya había tomado algunas clases de música en una orquesta infantil y juvenil, y me llevan a un concierto de un violinista, Adrían Justus. Da un concierto en Cuernavaca, en el año ’98, me parece. Y a partir de ahí (pasé) de no tener esta cercanía con la música —con el arte, en general—, después del concierto yo dije: ‘yo quiero ser violinista’.”

Tenía apenas 11 años. A partir de entonces, estudió obsesivamente. Ganó un par de concursos nacionales y, gracias a una beca, estudió la carrera de Música en Estados Unidos, donde tomó clases magistrales con varios de los más prodigiosos instrumentistas judíos, como Perlman, Zuckerman, Mintz…

Con el tiempo, ascendió al podio de honor para los músicos de concierto: se convirtió en solista. Pero no fue en México su país natal, donde se le abrió la puerta. “Mi debut como solista no fue en México, fue en Polonia, con la Orquesta Filarmónica de Kalisz, y se hizo un efecto dominó. Fue algo muy padre porque en el concierto había directores de otras orquestas de Polonia, y después del concierto, que les gustó mucho, me empezaron a invitar…”

Crear el primer festival internacional Klezmer de México

El también violista y director de orquesta siente un aprecio especial por la música judía europea folklórica, conocida coloquialmente como Klezmer, de la que dice que “engloba tradiciones, cultura, floklore, ideología, religión… todo. Y mucha gente, que incluso no conoce la música klezmer, no se da cuenta que, indirectamente, está en contacto con esta música porque es música que ha puesto las bases para otros géneros”.

“Gran parte de mi carrera ha sido impulsada por grandes artistas judíos”, reconoce Alejo cuando se le pregunta cómo es que conoce tanto sobre esta cultura. Cuenta que, en Estados Unidos, tocó música de muchos géneros distintos, y que llegó al Klezmer por invitación de un violinista en Nueva York. Se trata de un género, dice, que apela mucho al virtuosismo. “Es música muy pirotécnica”.

Alejo lamenta que, en México, el klezmer esté “dormido”. Dice que en este país, el género está consagrado a la ambientación de eventos de la comunidad judía, y que los grupos que la tocan se arman ex profeso para cumplir con encargos de ese tipo.

En Europa, donde radica, la situación es muy diferente. Hay numerosos festivales y el género evoluciona constantemente. Está más allá del folklore y tiene una vida larga por delante. “Hoy en día nosotros, como instrumentistas de música clásica, tenemos que voltear a ver a otros géneros, y en este caso, la música klezmer es un nicho poco explorado, que puede llegar a ser uno de los pilares de la música en el país”.

Allegado a importantes intérpretes de muchos países, conocedor del género y amante de la cultura judía, para Alejo hay un sueño al alcance de la mano: crear el primer festival internacional klezmer de México. Para alguien acostumbrado a ver sus sueños materializarse, no parece una tarea imposible.

Piensa que podría traer a exponentes de Suiza, de Austria, de Polonia, de Israel y de muchos otros países donde el klezmer sigue pulsando con su ambigua alegría melancólica, celebración de la resistencia y del ímpetu vital de un pueblo amenazado y persistente. “Creo que podría ser muy interesante para la actividad cultural del país”.

 

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