Según el texto bíblico, los israelitas (luego llamados judíos) somos descendientes de Abram el Hebreo (que luego cambió su nombre por Abraham).

Durante muchos siglos, el términos “el hebreo” fue un misterio que trató de resolverse por medio de su etimología. Por ello, se desarrolló la idea de que la condición de hebreo (“el que pasa hacia el otro lado”) fue única de Abraham, y que hebreo venía siendo un sinónimo de israelita o judío.

La arqueología nos ha cambiado el panorama, y nos ha permitido visualizar una realidad más compleja y rica, que nos permite entender mejor el mundo bíblico. En realidad, los hebreos (llamados Gabiru por los sumerios, Habiru por los acadios, y Apiru por los egipcios) fueron un grupo tan extraño como interesante, que deambuló por todo el Medio Oriente desde mediados del tercer milenio AEC.

Irving Gatell nos platica de su historia, sus costumbres, su impacto en los reinos que tuvieron que lidiar con ellos, y el modo en el que evolucionaron para que uno de sus clanes del sur se convirtiera en el actual pueblo de Israel.

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