Entre los años 587 y 539 AEC, un importante número de judíos fueron llevados a Babilonia en calidad de exiliados.

Pero la situación pareció resolverse fácilmente, ya que los persas derrotaron a los babilonios y se anexaron todo su imperio de golpe. Su política con los grupos exiliados era más amable, y a los judíos se les permitió regresar a su país.

Sin embargo, muchos optaron por no hacerlo, y así fundaron la primera comunidad diaspórica.

Irving Gatell nos explica cómo esta situación resultó inédita para la época, cómo eso provocó cambios importantes en la condición del pueblo judío y su sentido de identidad, y cómo las consecuencias de ello se siguen resintiendo hasta el día de hoy.

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