Enlace Judío / Efraim Palvanov – Lope de Vera y Alarcón (c. 1619-1644) nació en la nobleza española de San Clemente, España. A pesar de ser un caballero cristiano, de Vera deseaba aprender hebreo y estudiar la Biblia en su lengua original. A los 14 años ingresó en la Universidad de Salamanca. Sus estudios le acercaron al judaísmo y, con sólo 20 años, rechazó el Nuevo Testamento y su antigua fe cristiana.

La Inquisición lo detuvo inmediatamente y lo encarceló. Se negó a comer su carne no kosher. Su juicio duró más de un año, en el que afirmó continuamente que el judaísmo es la única fe verdadera. Pronto, de Vera se convirtió formalmente al judaísmo, se circuncidó con un cuchillo de hueso y adoptó el nombre de Juda el Creyente.

Su encarcelamiento duró seis años, durante los cuales muchos sacerdotes y misioneros intentaron recuperarlo. En cambio, consiguió convencer al menos a un par de ellos para que abandonaran también el cristianismo. La Inquisición, frustrada, se hartó y le condenó a muerte. Fue quemado en la hoguera el 25 de julio de 1644. Se dice que sus últimas palabras fueron un verso de los Salmos del rey David: “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”.

A pesar de su apostasía, un Inquisidor escribió de él: “Nunca se ha visto tanta firmeza como la mostrada por este joven. Fue bien educado, erudito y, por lo demás, intachable”. Otro inquisidor declaró que “de Vera era el mayor hereje de la Iglesia”. En su momento, su historia inspiró y fortaleció a los judíos de todo el mundo, e hizo que innumerables marranos (judíos españoles obligados a convertirse al cristianismo) volvieran a su fe. Hoy en día, muchos españoles y portugueses están redescubriendo sus raíces judías sefardíes y convirtiéndose de nuevo al judaísmo, y ven a Judá de Vera como un modelo a seguir y un héroe.

Fuente: Jew of the Week