22 de octubre, Embajada de Israel

Acaba de terminar el acto en apoyo a Israel. En el cielo, junto a la bandera de México, globos blanquiazules  son liberados y vuelan hacia el cielo.

“Así sean liberados, en vida y salud, los 210 rehenes israelíes cautivos en Gaza, algunos de ellos bebés de meses, de manos de una de las organizaciones terroristas más crueles y despiadadas, el Hamás”. 

 

https://youtu.be/bKX9c6L8Zmc?si=yUeiYfBCIO1lYHNg

Desde el 7 de octubre, este es nuestro deseo, la nueva plegaria del pueblo judío, un pueblo acostumbrado a la presecución, que por lo mismo tiene una bendición especial para ello en su rezo diario de la mañana:

“Bendito seas, Dios, Rey del Universo, que libera a los cautivos”.

Con una diferencia: es la primera vez, en la historia de Israel, que 210 civiles, en un día,  son tomados prisioneros. Como lo dijera un locutor famoso, el dolor es este: Israel ve traicionada la promesa que le hizo al mundo, al nacer de las cenizas del Holocausto: Nunca más.

¡Nunca más indefensos! 

Y la promesa del mundo, cada 27 de enero, Día Internacional de Recuerdo a las Víctimas del Holocausto: nunca más indiferentes.

¡Nunca más indiferentes!

Por ello, duele aún más la neutralidad. Por ello, duele que se le niegue a Israel el derecho a la defensa propia cuando llega el momento de respaldar los dichos (que año con año, se pronuncian en ceremonias oficiales) con acciones.

Por ello, consuela aún más la presencia de los amigos. 

Los amigos se conocen en las desgracias

Están aquí los amigos en momentos de desgracia: el Senador Emilio Álvarez Icaza, los diputados federales Laura Barrera, Salomón Chertorivski y Margarita Zavala. Y  la maravillosa diputada local, Ana Francis Mor, del Congreso de la ciudad de México.

Están aquí los cristianos evangélicos, los mejores amigos d Israel, según el Primer Ministro de Israel. Y están sus hijos, con sus pequeñas banderas.

Mientras tanto, Israel está en guerra. Los hijos de Israel están en el frente. Las madres de Israel están en casa. Rezando y rogando.

La guerra extiende sus tentáculos y aprieta a los corazones en México. 

“A ti, México, te pido la condena al terrorismo y la exigencia de que los más de doscientos rehenes regresen con vida a sus hogares” dice Silvia Cherem.

Nir, Benito, Miriam y Sergio: una súplica a México 

No hay palabras que alcanzan a expresar un dolor tan grande que el del secuestro de un hijo o de un familiar. Benito Gritzewsky, Miriam Camhi y Sergio Hernández enviaron un mensaje. A Nir Dor, famoso fotógrafo,  se le quebró la voz.

“Ilana, vuelve a casa, te quiero mucho, te extraño”.

“ Siempre has sido fuerte e inteligente. Con una estrella que siempre te ha acompañado y pedimos a Dios que te siga bendiciendo”.

“Mi sobrina Roni está desaparecida desde el 7 de octubre… Estaba en su base militar, Natal Oz, en la frontera de Gaza. Hamás entró a su base y la destruyó. Asesinó , violó, torturó, quemó y secuestró a todos los soldados de la base. Allí está, estaba mi sobrina Roni, junto con 23 niñas, soldados israelíes.

Estoy aquí solamente para pedir ayuda de cada uno de ustedes, de México y de todo el mundo”.

“Por favor, ayúdenos a regresar a Roni, a sus amigas, a todos los rehenes, a Israel, a su casa, con sus familias”.

La esperanza, Hatikvá

Solo queda, para los parientes de los cautivos, la esperanza. La esperanza de que los captores tendrán compasión.  De que sean intercambiados sus familiares por otros prisioneros. De que los gobiernos ejerzan presión. La esperanza, se dice, muere al último.

La esperanza, Hatikvá, así se llama el himno del Estado judío. Más vigente que nunca.

El mensaje de esperanza y fuerza que expresa la Embajadora de Israel, Einat Kranz Neiger:

“Aunque por desgracia el día de la fiesta de Simjat Torá se convirtió en un día de duelo, del tremendo dolor hemos de crecer y fortalecernos. El pueblo en Israel está unido y resuelto a ganar esta guerra.

De esta tragedia creceremos y saldremos fortalecidos”.

El dolor compartido

No se dejen engañar por las banderas, por la multitud, por los cánticos: los judíos de México, seguimos en duelo. 1400 ejecutados en un día. Con saña. Con crueldad digna de escenarios dantescos, de película de terror.

Una nación traumatizada, un pueblo preso de la consternación.

Es este mismo pueblo que deja la calle Sierra Madre con el dolor a cuestas. Y tampoco se engañen: ni la victoria sobre Hamás ni las mejores hazañas militares curarán esta herida. 

Quizás el tiempo.

Solo queda el dicho de un sabio, Rav Menájem Mendel de Kotzk, que, desde lo alto de los siglos, alguna vez dijo:

“No hay nada más entero que un corazón judío roto”.

 

 


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