Una cuidadora filipina rápida de pensamiento salvó su vida y la de su empleadora Nitza Hefetz, de 95 años, el 7 de octubre dando a un terrorista de Hamás que había irrumpido en su casa en la frontera de Gaza los ahorros que había dispuesto para viajar a Filipinas al cabo de dos días, recogió The Times of Israel.
Camille Jesalva abrió su cartera, entregó 370 dólares destinados al viaje a casa y un teléfono inteligente.
“Abrí mi monedero y le dije que tomara todo lo que tenía, 1.500 NIS (370 dólares), sólo para salvarnos a mí y a Nitza“, dijo la cuidadora, Camille Jesalva, al sitio de noticias Ynet. “Le mostré el billete de avión y le pedí que no lo tomara”.
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El terrorista preguntó entonces si había más dinero en la casa, en el kibutz Nirim, y recorrió la propiedad, con Jaslava, de 31 años, detrás. Tomó el teléfono inteligente de Jesalva y finalmente se fue.
“Es un milagro que haya sobrevivido”, le dijo a Ynet. “Le dije a mi mamá que me iba a morir y le pedí que me enviara una foto de mi hijo porque sentía que no saldría viva de esto”.
No ha visto a su hijo, de 7 años, desde hace un año y medio.
Jesalva se encerró con Hefetz en la habitación protegida, donde pasaron varias horas hasta que llegó la ayuda.
Habiendo trabajado antes en Dubai, entendió que las personas que hablaban “muy agresivamente”, primero afuera de la casa y luego adentro, lo hacían en árabe.
De repente, se encontró frente a los terroristas.
“Había muchos y estaba segura de que nos matarían”, recordó. “Me levanté y le dije a uno de ellos: ‘Hola señor’. Luego me preguntó: ‘¿Dónde está el dinero?’”.
“Nitza se despertó y quiso protestar, y él empezó a gritarle”, prosiguió. “Me asusté, le dije ‘Nitza, por favor cállate’ y lo miré. Vi que se estaba poniendo nervioso y yo me preocupé aún más. Le dije: “Por favor señor, ella es vieja y no entiende nada. Por favor, no haga nada”.
Cuando los terroristas se marcharon, las dos mujeres permanecieron abrazadas en la habitación protegida hasta que llegaron los soldados israelíes.
Jesalva canceló su vuelo a Filipinas para permanecer con Hefetz. “Siento que no puedo dejarla, como si fuera mi mejor amiga”, dijo. “Ella confía en mí y yo confío en ella”.
Espera volar a casa en un mes.
La hija de Hefetz, Yael Arieli, de 74 años, que vive en el kibutz Sha’ar Hagolan en el norte del valle del Jordán, dijo que Jesalva se había puesto en contacto con ella esa terrible mañana, “muy estresada y asustada”.
Llamándola ángel, dijo que Jesalva había salvado la vida de su madre, que ha vivido en el kibutz Nirim durante 70 años.
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