Ayer se cumplieron tres meses de la mayor masacre vivida por el pueblo judío desde la segunda guerra mundial. 

Tres meses de un dolor indescriptible por la magnitud del daño irreparable causado a la sociedad israelí y por las repercusiones en todo el pueblo judío que, contrariamente a la lógica, en vez de recibir el apoyo de gran parte del mundo, fue revictimizado, al ser considerado merecedor de tamañas monstruosidades y por lo tanto el justificar el terrorismo macabro de Hamás. 

Tres meses donde vamos de sorpresa en sorpresa, recibiendo acusaciones, presenciando manifestaciones masivas en pro de la destrucción del Estado de Israel, escuchando el silencio ensordecedor de organizaciones internacionales supuestamente defensoras de los derechos humanos, el silencio cómplice de quienes considerábamos amigos, de mujeres que creíamos cercanas por la defensa de una causa común y para quienes las teorías no aplican para las mujeres judías, de gobiernos que condenan sin dar una solución al problema de vivir durante 75 años sin ser reconocidos por los vecinos árabes y recibiendo ataques y misiles en el diario existir.

Tres meses donde siguen en manos de terroristas 136 civiles inocentes de quienes nos sabemos si están vivos o muertos, en el cautiverio más monstruoso que pueda existir. 

Tres meses donde los judíos del mundo hemos experimentado de cerca el peligro del exterminio, el miedo de salir a las calles, de enviar a nuestros hijos a las universidades más prestigiosas, de ser atacados solamente por ser judíos. 

Y aún así, en esos tres meses cada quién desde su trinchera, ha resistido

En Israel, renaciendo de las cenizas, reconstruyendo el país, retomando la vida, luchando contra la muerte, llevando la resiliencia a su máxima expresión, sobreviviendo a pesar del horror, creando cadenas de ayuda, apoyándose unos a otros

Y en la diáspora judía, unos manifestándose publicamente, otros escribiendo, otros defendiendo la causa judía como se pueda, unos cantando, otros explicando, abuelas tejiendo, otros tratando de olvidar, unos sufriendo en silencio, otros dejando de dormir, otros llorando por dentro, algunos evadiendo, otros viviendo para no morir

Y puedo decir sin temor a equivocarme que ningún judío es la misma persona que era antes del fatídico 7 de octubre.

Estamos todos marcados, tatuados, lastimados, dolidos, preocupados, desesperanzados y también sabemos de que de esta lucha, de esta causa depende nuestra sobreviviencia.

Sabemos que debemos ser fuertes a pesar de todo, que debemos seguir luchando, que no podemos dejarnos vencer Más que nunca el lema: Am Israel Jai se ha vuelto nuestro estandarte, nuestra bandera, nuestra esperanza y nuestro renacer frente a cada ataque.

A tres meses de la tragedia más dolorosa de la pos guerra para el pueblo judío, la vida sigue, Israel sobrevive, la esperanza no se ha perdido y el judaísmo resiste. 

A tres meses, pedimos el regreso de los secuestrados a casa, anhelamos por la paz en Israel y rogamos al mundo acabar con el terrorismo.

Y DESDE DONDE ESTEMOS Y CÓMO ESTEMOS, SEGUIREMOS CREYENDO, SEGUIREMOS UNIDOS Y FUERTES. AM ISRAEL JAI. 

_____________________________________________________________________________

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío