Preguntando a una amiga, porqué creía ella que el mundo, los grupos feministas, las organizaciones de derechos humanos no se han pronunciado en defensa de las víctimas judías del 7 de octubre, su respuesta me dejó congelada: “Porqué nadie se quiere pronunciar a favor de un judío”.

Esto me confirma que el prejuicio va adelante de cualquier razonamiento, cualquier lógica o cualquier hecho.

Aún cuando Hamás, ese sábado negro fue quién atacó, mató, degolló, descuartizó, violó y quemó a más de 1200 civiles, secuestrando a más de 200 seres inocentes, cualquier ciudadano común y corriente, no registra lo sucedido, simplemente lo borra de sus ojos, de sus oídos y corazones y acto seguido voltea la mirada hacia la respuesta de Israel.

Respuesta que, a diferencia de las acciones terroristas de Hamás, enfocada en matar civiles, va dirigida a destruir directamente al arsenal de un grupo de fanáticos decididos a exterminar al único país judío y a su población con el por así decirlo “aval” de un mundo sordo, ciego e insensible a lo que le pueda pasar a un judío.

Respuesta que, por responsabilidad de grupos terroristas como Hamás, pone en riesgo al pueblo palestino por hacer de cada uno de ellos escudos humanos de guerra, por secuestrarle las infancias a sus niños colocándolos armas en las manos y lavándoles los cerebros en vez de educarlos para la paz.

Por hacer de la Yihad (guerra santa) su objetivo único y considerar cualquiera de sus víctimas como redentores de su causa. Para ellos el valor de una vida está puesto en el mayor número de infieles que alcancen a aniquilar. Cuanto más sacrificio y victimización más enaltecimiento de su causa.

Así que cualquier respuesta para defenderse de Israel, recae en una trampa ideológica mortal.

Pero esto, tú mundo, si tú mundo, no lo ves porqué para ti, los judíos somos culpables antes de nacer, antes de respirar, antes de emitir un sonido, antes de defender el único país que tenemos.

Y frente a esto no hay forma de explicar, ni mostrar, ni argumentar. El judío es culpable de todo, desde la muerte de Cristo, hasta del destino del pueblo palestino. Culpable de existir y culpable de ser…

Podemos ser los mejores inventores, ganadores de premios nobeles, impulsores de start ups, hacer tikun olam (sanación del mundo), ser el ejército más cuidadoso de la tierra, ser de derecha, de izquierda o apolíticos, religiosos, seculares o tradicionalistas y no nos salvamos del odio y del prejuicio. Ya decía Einstein: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.”

Es por esto que te escribo mundo ciego, sordo e insensible…

Quizá ni siquiera leas o escuches mis palabras porque vienen de una JUDÍA… pero desafortunadamente, la historia se encargará de enseñarte que este odio inicia hacia nosotros, pero no termina ahí, destruye la civilización como un todo, lastima las capas protectoras de la dignidad humana y corroe los cimientos de la justicia.

Es bien sabido que hemos sido los chivos expiatorios de la historia.

Pero, aún así, hemos sobrevivido y seguiremos sobreviviendo porque a pesar de todo el dolor, toda la injusticia, toda la insensatez humana, a los judíos nos toca seguir mostrando al mundo que apreciamos la vida, honramos los valores humanos, creemos en la justicia y trabajamos por un mundo mejor.

Mientras tanto, nosotros seguiremos porque aunque nos ha costado sangre, sudor y lágrimas no desistiremos de ser quienes somos. Un pueblo sólido y claro, una nación de paz y simplemente humanos en búsqueda del derecho a existir. Quiero que sepas mundo que tu silencio, tu ceguera y tu insensibilidad te hacen cómplice de la barbarie.

Si solamente pudieras ver, escuchar y sentir…

Tan diferente sería todo.