Discurso completo del asesor jurídico de la cancillería israelí, Tal Becker, ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya en defensa de Israel, de acuerdo a la transcripción de The Times of Israel.

Tal Becker: Señora Presidenta, distinguidos miembros de la corte, es un honor comparecer nuevamente ante ustedes en nombre del Estado de Israel.

El Estado de Israel está especialmente consciente de por qué se adoptó la Convención sobre el Genocidio, que ha sido invocada en este procedimiento. Grabado en nuestra memoria colectiva está el asesinato sistemático de 6 millones de judíos como parte de un plan premeditado y atroz para su aniquilación total.

Dada la historia del pueblo judío y sus textos fundacionales, no sorprende que Israel haya sido de los primeros países en ratificar la Convención sobre el Genocidio sin reservas e incorporar sus disposiciones en su legislación interna.

Para algunos, la promesa de nunca más para todos los pueblos es un eslogan. Para Israel, es la más elevada obligación moral.

A Rafael Lemkin, un judío polaco que fue testigo de los horrores indescriptibles del Holocausto, se le atribuye haber acuñado el término “genocidio”. Ayudó al mundo a reconocer que el léxico legal existente era simplemente inadecuado para describir el mal devastador que desató el Holocausto nazi.

La contraparte ha intentado ahora invocar este término en el contexto de la conducta de Israel en una guerra que no inició ni quiso, una guerra en la que Israel se defiende contra Hamás, la Yihad Islámica Palestina y otras organizaciones terroristas cuya brutalidad no conoce límites.

El sufrimiento de los civiles en esta guerra, como en todas las guerras, es trágico, es desgarrador. Las duras realidades de las hostilidades actuales resultan especialmente agonizantes para los civiles, dada la reprensible estrategia de Hamás de tratar de maximizar el daño a civiles tanto para israelíes como para palestinos, incluso cuando Israel busca minimizarlo.

Pero como ya ha dejado claro esta corte, la Convención sobre Genocidio no fue diseñada para abordar el impacto brutal de las hostilidades intensivas sobre la población civil, incluso cuando el uso de la fuerza plantea “cuestiones muy serias de derecho internacional e implica un enorme sufrimiento y una pérdida continua de vidas”. La convención fue creada para abordar un crimen malévolo de la gravedad más excepcional.

Vivimos en una era en la que las palabras son baratas. En una era de redes sociales y políticas de identidad, la tentación de recurrir al término más escandaloso, de difamar y demonizar, se ha vuelto, para muchos, irresistible. Pero si hay un lugar donde las palabras aún deberían importar, donde la verdad aún debería importar, es sin duda en un tribunal de justicia.

Lamentablemente, la contraparte ha presentado ante la corte una imagen fáctica y jurídica profundamente distorsionada. La totalidad de su caso depende de una descripción deliberadamente curada, descontextualizada y manipuladora de la realidad de las hostilidades actuales.

Sudáfrica pretende acudir a esta corte en la elevada posición de guardián de los intereses de la humanidad. Pero al deslegitimar los 75 años de existencia de Israel en su presentación inaugural ayer, ese amplio compromiso con la humanidad sonó vacío.

Y en su amplia descripción contrafáctica del conflicto palestino-israelí, pareció borrar tanto la historia judía como cualquier agencia o responsabilidad palestina. De hecho, la deslegitimación de Israel desde su creación en 1948 en las presentaciones de la contraparte apenas se distinguió de la retórica rechazadora del propio Hamás.

No es sorprendente, por lo tanto, que, según el relato de la contraparte, tanto la responsabilidad de Hamás por la situación en Gaza como la humanidad misma de sus víctimas israelíes queden fuera de vista.

El intento de convertir el término “genocidio” en un arma contra Israel en el contexto actual hace más que contarle al tribunal una historia extremadamente distorsionada, y hace más que vaciar la palabra de su fuerza única y significado especial. Subvierte el objeto y propósito de la propia convención, con ramificaciones para todos los países que buscan defenderse contra aquellos que demuestran un total desprecio por la vida y la ley.

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Señora Presidenta, miembros de la corte, el sábado 7 de octubre, durante la festividad religiosa judía, miles de miembros de Hamás y otros militantes irrumpieron en el territorio soberano de Israel por mar, tierra y aire, invadiendo más de 20 comunidades, bases militares y el sitio de un festival de música.

Lo que siguió al amparo de miles de cohetes disparados indiscriminadamente contra Israel fue la masacre, mutilación, violación y secuestro en gran escala del mayor número de ciudadanos que los terroristas pudieron encontrar antes de que las fuerzas de Israel los repelieran.

Mostrando abiertamente júbilo, torturaron a niños delante de sus padres, y a padres delante de sus hijos, quemaron vivas a personas, incluidos bebés, y violaron y mutilaron sistemáticamente a decenas de mujeres, hombres y niños. En total, ese día unas 1,200 personas fueron masacradas, más de 5,500 quedaron mutiladas y unos 240 rehenes fueron secuestrados, entre ellos niños, familias enteras, personas con discapacidad y sobrevivientes del Holocausto, algunos de los cuales han sido ejecutados desde entonces y muchos han sufrido torturas, abuso sexual y hambre en cautiverio. Representantes de las familias de los rehenes se encuentran hoy en esta sala y reconocemos su presencia y su sufrimiento ilimitado.

Sabemos de la brutalidad del 7 de octubre no solo por los desgarradores testimonios de los sobrevivientes, las pruebas inequívocas de la matanza y el sadismo que quedaron atrás y las pruebas forenses tomadas en el lugar. Lo sabemos porque los agresores filmaron y transmitieron con orgullo su barbarie.

Los acontecimientos de ese día son prácticamente ignorados en las presentaciones de la contraparte, pero nos vemos obligados a compartir con el tribunal una fracción de su horror, el mayor asesinato en masa calculado de judíos en un solo día desde el Holocausto.

No lo hacemos porque estos actos, por sádicos y sistemáticos que sean, liberen a Israel de sus obligaciones de respetar la ley mientras defiende a sus ciudadanos y su territorio. Eso es incuestionable. Lo hacemos porque es imposible comprender el conflicto armado en Gaza sin apreciar la naturaleza de la amenaza que enfrenta Israel y la brutalidad y anarquía de las fuerzas armadas que lo confrontan.

En el volumen de los materiales presentados a los miembros del tribunal, se ha proporcionado acceso a una parte de las imágenes sin editar para su proyección por separado. Pero me veo obligado a presentar hoy ante el tribunal un pequeño fragmento de las escenas de insondable crueldad que tuvieron lugar en cientos de lugares ese terrible día.

Jonny Siman Tov, agricultor de trigo, y su esposa, Tamar, activista por los derechos de las mujeres, vivían en el Kibutz Nir Oz. Cuando comenzaron los disparos de cohetes, se escondieron en la habitación segura con su hijo de cuatro años, Omer, y sus gemelas de seis años, Arbel y Shajar. Durante el ataque, militantes de Hamás prendieron fuego a su casa. Jonny le envió un mensaje de texto a su hermana René: “Están aquí. Nos están quemando. Nos estamos asfixiando”. Toda la familia fue quemada viva, reducida a cenizas, lo que dificultó especialmente la identificación del ADN.

Familia Kedem Siman Tov
La familia Kedem Siman Tov, asesinada en su habitación segura en el Kibutz Nir Oz el 7 de octubre de 2023. (Facebook)

Un sobreviviente de la masacre en el festival de música de Nova declaró ante la policía que fue testigo de cómo un militante de Hamás violó brutalmente a una mujer joven, mientras otro terrorista le cortaba el pecho y jugaba con él. Luego, un segundo militante la violó nuevamente y le disparó en la cabeza mientras aún estaba dentro de ella.

En un video grabado por un sistema de vigilancia domiciliaria, un terrorista de Hamás lanza una granada a una habitación segura donde un padre y sus dos hijos se apresuraron a esconderse. El padre es asesinado. Los dos hijos resultan heridos y sangran cuando un militante los arrastra hacia la sala. Se puede escuchar a un niño gritarle a su hermano: “¿Por qué estoy vivo? No puedo ver nada. Nos van a matar”. El militante abre casualmente el refrigerador, saca una botella y bebe.

Y luego está el video del Kibutz Mefalsim. (Becker muestra un video en árabe con subtítulos en inglés ante el tribunal). “Papá, te estoy hablando desde el teléfono de una mujer judía. La maté a ella y a su marido. ¡Maté a diez personas con mis propias manos! ¡Papá, diez con mis propias manos! Papá, abre WhatsApp y mira cómo los maté. Papá, abre el teléfono. Papá, te llamo por WhatsApp. Abre el teléfono, vete. Diez. Diez con mis propias manos. Su sangre está en mis manos. Llama a mamá”.

Como he indicado, ninguna de estas atrocidades absuelve a Israel de sus obligaciones bajo la ley. Pero sí permiten a la corte apreciar tres aspectos centrales del presente procedimiento que la contraparte ha ocultado a la vista.

En primer lugar, si han habido actos que pueden caracterizarse como genocidas, han sido perpetrados contra Israel. Si hay preocupación sobre las obligaciones de los Estados bajo la Convención sobre Genocidio, es en relación con sus responsabilidades de actuar contra la agenda de aniquilación orgullosamente declarada por Hamás, que no es un secreto y no se pone en duda.

Sus líderes repiten regularmente el lenguaje aniquilacionista de los estatutos de Hamás, con el objetivo, en palabras de un miembro del ala política de Hamás, de limpiar a Palestina de la inmundicia de los judíos.

Se expresa de forma no menos escalofriante, en palabras del alto miembro de Hamás, Ghazi Hamad, a la televisión libanesa el 24 de octubre de 2023. Hamad habla de los ataques del 7 de octubre, lo que Hamás llama la Inundación de Al-Aqsa, de la siguiente manera:

“Debemos eliminar a ese país porque constituye una catástrofe política, militar y de seguridad para la nación árabe e islámica y ser derrotado. No nos avergüenza decir esto con toda la fuerza. Debemos darle una lección a Israel y lo haremos una y otra vez. Esta es solo la primera Inundación de Al-Aqsa. Habrá una segunda, una tercera, una cuarta”.

Más adelante, se le pregunta a Hamad: ¿eso significa la aniquilación de Israel? Sí, por supuesto, dice, la existencia de Israel es ilógica. Y luego dice: “Nadie debería culparnos por lo que hacemos. El 7 de octubre, el 10 de octubre, el millonésimo de octubre, todo lo que hagamos estará justificado”.

Dado que el 7 de octubre, antes de cualquier respuesta militar por parte de Israel, Sudáfrica emitió una declaración oficial culpando a Israel por “la reciente conflagración”, esencialmente culpando a Israel por el asesinato de sus propios ciudadanos, uno se pregunta si la contraparte está de acuerdo.

En segundo lugar, es en respuesta a la masacre del 7 de octubre, que Hamás promete abiertamente repetir, y a los continuos ataques contra él desde Gaza, que Israel tiene el derecho inherente a tomar todas las medidas legítimas para defender a sus ciudadanos y asegurar la liberación de los rehenes. Este derecho tampoco se pone en duda. Es reconocido por países de todo el mundo.

Sorprendentemente, se ha pedido al tribunal que indique una medida provisional pidiendo a Israel que suspenda sus operaciones militares. Pero esto equivale a un intento de negar a Israel su capacidad de cumplir con sus obligaciones de defensa de sus ciudadanos, de los rehenes y de más de 110,000 israelíes desplazados internamente que no pueden regresar de manera segura a sus hogares. En sus presentaciones ante la corte, la contraparte casi no menciona el continuo sufrimiento humanitario de los ciudadanos israelíes a manos de Hamás, y trata a los rehenes que aún están en cautiverio como apenas una ocurrencia de último momento.

Pero, ¿hay alguna razón por la que estas personas en su pantalla no merecen protección? (Becker muestra al tribunal fotografías de rehenes).

Hamás no es parte en este procedimiento. La contraparte, con su solicitud, busca frustrar el derecho inherente de Israel a defenderse, a permitir que Hamás no solo se salga con la suya, literalmente, sino que deje a Israel indefenso mientras Hamás continúa. Ayer, el abogado de la contraparte hizo la sorprendente afirmación que a Israel se le negó este derecho y, de hecho, no debería tener la capacidad de protegerse de los ataques de Hamás.

Pero permítanme llamar la atención sobre estas palabras escritas por el profesor Vaughan Lowe. “La fuente del ataque, ya sea un actor estatal o no estatal, es irrelevante para la existencia del derecho a la defensa. Se puede utilizar la fuerza para evitar una amenaza, porque nadie ni ningún Estado está obligado por ley, pasivamente, a sufrir un ataque”. Israel está de acuerdo con estas palabras, al igual que, sospecho, lo estaría cualquier Estado soberano.

Si la afirmación de la contraparte ahora es que en el conflicto armado entre Israel y Hamás se debe negar a Israel la capacidad de defender a sus ciudadanos, entonces el resultado absurdo del argumento de Sudáfrica es el siguiente: bajo la apariencia de la acusación contra Israel de genocidio, se pide a este tribunal que solicite el fin de las operaciones contra los ataques en curso de una organización que persigue una agenda genocida real. Una organización que ha violado todos los altos al fuego anteriores y los ha utilizado para rearmarse y planear nuevas atrocidades. Una organización que declara su inequívoca determinación de avanzar en sus planes genocidas.

Se trata de una petición desmesurada y respetuosamente se afirma que no se puede sostener.

En tercer lugar, se informa al tribunal de los acontecimientos del 7 de octubre, porque si hay medidas provisionales que deban indicarse aquí adecuadamente, son, efectivamente, respecto a Sudáfrica.

Es un asunto de conocimiento público que Sudáfrica disfruta de estrechas relaciones con Hamás. A pesar del reconocimiento formal como organización terrorista por parte de numerosos países de todo el mundo, estas relaciones han continuado sin cesar incluso después de las atrocidades del 7 de octubre. Sudáfrica ha acogido y celebrado durante mucho tiempo sus vínculos con figuras de Hamás, incluida una delegación de alto nivel de Hamás que, increíblemente, visitó el país para una “reunión de solidaridad” apenas unas semanas después de la masacre.

Al justificar la iniciación de procedimientos, Sudáfrica hace gran hincapié en sus obligaciones en virtud de la Convención sobre Genocidio. Parece apropiado, entonces, que se le ordene cumplir con esas obligaciones, poner fin a su propio lenguaje de deslegitimación de la existencia de Israel, dejar de apoyar a Hamás y utilizar su influencia en esta organización para que Hamás ponga fin permanentemente a su campaña de terrorismo genocida y libere a los rehenes.

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Señora Presidenta, miembros de la corte, las hostilidades entre Israel y Hamás han cobrado un precio terrible tanto para israelíes como para palestinos. Pero cualquier esfuerzo genuino por comprender la causa de este número de víctimas debe tener en cuenta la horrenda realidad creada por Hamás en la Franja de Gaza.

Cuando Israel retiró a todos sus soldados y civiles de Gaza en 2005, dejó una zona costera con potencial para convertirse en una historia de éxito político y económico. La violenta toma del poder por Hamás en 2007 cambió todo eso.

Durante los últimos 16 años de su gobierno, Hamás ha contrabandeado innumerables armas a Gaza y ha desviado miles de millones de ayuda internacional, no para construir escuelas, hospitales o refugios para proteger a su población de los peligros de los ataques que lanzó contra Israel durante muchos años, sino más bien para convertir enormes extensiones de infraestructura civil en quizás el bastión terrorista más sofisticado en la historia de la guerra urbana.

Sorprendentemente, el abogado de la contraparte describió el sufrimiento en Gaza como incomparable y sin precedentes, como si no fueran conscientes de la devastación total provocada por las guerras que se han desatado en los últimos años en todo el mundo. Lamentablemente, el sufrimiento de los civiles en la guerra no es exclusivo de Gaza. Lo que en realidad no tiene paralelo ni precedentes es el grado en que Hamás se ha atrincherado entre la población civil y ha hecho del sufrimiento de los civiles palestinos una parte integral de su estrategia.

Hamás ha integrado sistemática e ilegalmente sus operaciones militares, militantes y activos en toda Gaza, dentro y debajo de áreas civiles densamente pobladas. Ha construido un extenso laberinto de túneles subterráneos para sus líderes y combatientes de varios cientos de kilómetros de longitud a lo largo de toda la Franja, con miles de puntos de acceso y centros terroristas ubicados en hogares, mezquitas, instalaciones de la ONU, escuelas y, quizás lo más sorprendente, hospitales.

Esta no es una táctica ocasional. Es un método de guerra integrado, planificado de antemano, extenso y aborrecible: asesinar deliberada y metódicamente a civiles, disparar cohetes indiscriminadamente, utilizar sistemáticamente lugares y objetos civiles sensibles como escudos, robar y acaparar suministros humanitarios, permitiendo que quienes están bajo su control sufran para que pueda alimentar su lucha y campaña terrorista.

El terrible sufrimiento de los civiles, tanto israelíes como palestinos, es ante todo el resultado de esta despreciable estrategia, el terrible costo de que Hamás no solo no protege a sus civiles, sino que los sacrifica activamente para su propia propaganda y beneficio militar.

Y si Hamás abandona esta estrategia, libera a los rehenes y depone las armas, las hostilidades y el sufrimiento terminarán.

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Señora Presidenta, miembros del tribunal, hay muchas distorsiones en la presentación de la contraparte ante el tribunal, pero, como demostrará el abogado, hay una que las eclipsa a todas.

Según el relato de la contraparte, es casi como si no hubiera ningún conflicto armado intenso entre dos partes, ninguna amenaza grave para Israel y sus ciudadanos, solo un ataque israelí a Gaza. Se informa al tribunal de daños generalizados a los edificios, pero no se le dice, por ejemplo, cuántos miles de esos edificios fueron destruidos porque Hamás colocó trampas explosivas en su interior. ¿Cuántos se convirtieron en objetivos legítimos debido a la estrategia de utilizar bienes civiles y sitios protegidos con fines militares? ¿Cuántos edificios fueron alcanzados por más de 2,000 cohetes terroristas indiscriminados que fallaron y cayeron en la propia Gaza?

Se informa al tribunal de más de 23,000 víctimas, como repite la contraparte, como lo han hecho muchos, estadísticas no verificadas proporcionadas por el propio Hamás, una fuente difícilmente confiable. Cada víctima civil en este conflicto es una tragedia humana que exige nuestra compasión. Pero al tribunal no se le dice cuántos miles de víctimas son en realidad militantes, cuántos murieron por fuego de Hamás, cuántos eran civiles que participaban directamente en las hostilidades y cuántos son el resultado del uso legítimo y proporcionado de la fuerza contra objetivos militares, aunque sea trágico.

Y también se informa al tribunal de la terrible situación humanitaria en Gaza. Pero no se habla de la práctica de Hamás de robar y acaparar la ayuda. No se habla de los amplios esfuerzos israelíes para evitar dañar a civiles, de la iniciativa humanitaria que se está llevando a cabo para permitir el flujo de suministros y brindar atención médica a los heridos.

La contraparte pretende describir la realidad en Gaza, pero es como si Hamás y su total desprecio por la vida de los civiles simplemente no existiera como causa directa de esa realidad.

Se estima ampliamente que Hamás tiene más de 30,000 combatientes y se sabe que incorpora a sus filas menores de no más de 15 o 16 años. Vienen por nosotros. Pero, según cuenta Sudáfrica, prácticamente han desaparecido. No hay explosivos en mezquitas, escuelas y dormitorios de niños, no se utilizan ambulancias para transportar combatientes, ni túneles ni centros terroristas bajo sitios sensibles. Nada de combatientes vestidos de civiles, nada de apoderarse de camiones de ayuda, nada de disparos desde hogares de civiles, instalaciones de la ONU e incluso zonas seguras. Solo Israel actúa en Gaza.

Básicamente, la contraparte pide al tribunal que sustituya la lente del conflicto armado entre un Estado y una organización terrorista anárquica por la lente del llamado genocidio de un Estado contra una población civil. Pero no está ofreciendo una perspectiva al tribunal. Le está ofreciendo una venda en los ojos.

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Señora Presidenta, miembros del tribunal, la contraparte ha ocultado el espantoso entorno creado por Hamás, pero es el entorno en el que Israel se ve obligado a operar.

Israel está comprometido, como debe estarlo, a cumplir la ley, pero lo hace frente al absoluto desprecio de Hamás por la ley. Está comprometido, como debe estarlo, a demostrar humanidad. Pero lo hace ante la absoluta inhumanidad de Hamás.

Como lo presentará el abogado, estos compromisos son parte de una política gubernamental expresa, directivas y procedimientos militares. También son una expresión de los valores fundamentales de Israel y, como también se demostrará, van acompañadas de medidas genuinas sobre el terreno para mitigar el daño a civiles en condiciones de guerra insoportables y sin precedentes creadas por Hamás.

Es claramente inconcebible, bajo los términos establecidos por este mismo tribunal, que se pueda decir que un Estado que se comporta de esta manera, en estas circunstancias, está involucrado en genocidio. Ni siquiera a primera vista.

El componente clave del genocidio, la intención de destruir a un pueblo, total o parcialmente, está totalmente ausente. Lo que Israel busca al operar en Gaza no es destruir a un pueblo, sino proteger a un pueblo (su pueblo, que está bajo ataque en múltiples frentes) y hacerlo de conformidad con la ley, incluso cuando se enfrenta a un enemigo desalmado decidido a utilizar ese mismo compromiso en su contra.

Como detallará el abogado, los objetivos legítimos de Israel en Gaza han sido articulados clara y repetidamente por su primer ministro, su ministro de Defensa y todos los miembros del gabinete de guerra. Como reiteró una vez más el primer ministro esta semana, Israel está luchando contra los terroristas de Hamás, no contra la población civil. Israel busca garantizar que Gaza nunca más pueda ser utilizada como plataforma de lanzamiento del terrorismo.

Como reafirma el Primer Ministro, Israel no busca ocupar permanentemente Gaza ni desplazar a su población civil. Quiere crear un futuro mejor para israelíes y palestinos por igual, donde ambos puedan vivir en paz, desarrollarse y prosperar, y donde el pueblo palestino tenga todo el poder para gobernarse a sí mismo, pero no la capacidad de amenazar a Israel.

Si hay una amenaza a esa visión, si hay una amenaza humanitaria a los civiles palestinos de Gaza, deriva principalmente del hecho de que han vivido bajo el control de una organización terrorista genocida que ignora totalmente su vida y su bienestar. Esa organización, Hamás, y sus patrocinadores, buscan negar a Israel, los palestinos y los países árabes de toda la región la capacidad de promover un futuro común de paz, coexistencia, seguridad y prosperidad. Israel está en una guerra de defensa contra Hamás, no contra el pueblo palestino, para asegurarse de que no tenga éxito.

En estas circunstancias, difícilmente puede haber una acusación más falsa y más malévola que la acusación de genocidio contra Israel.

Lamentablemente, la contraparte ha participado en un intento transparente de abusar del mecanismo de jurisdicción obligatoria de la convención y, en particular, de la fase de medidas provisionales del procedimiento, para someter al ámbito del tribunal asuntos sobre los que, en verdad, carece de competencia.

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Señora Presidenta, miembros de la corte, la Convención sobre el Genocidio fue una promesa solemne hecha al pueblo judío y a todos los pueblos del Nunca Más. En efecto, la contraparte invita al tribunal a traicionar esa promesa.

Si el término “genocidio” puede reducirse tanto en la forma que propone, si se pueden activar medidas provisionales en la forma que sugiere, la convención se convierte en la carta del agresor. Recompensará, e incluso alentará, a los terroristas que se esconden detrás de civiles, a expensas de los países que intentan defenderse de ellos.

Para mantener la integridad de la Convención sobre el Genocidio, para mantener su promesa y el propio papel del tribunal como su guardián, se sostiene respetuosamente que la solicitud debe ser desestimada por lo que es: una difamación, diseñada para negar a Israel el derecho a defenderse, de acuerdo con la ley, del ataque terrorista sin precedentes que sigue enfrentando y liberar a los 136 rehenes que Hamás aún mantiene.

Agradezco su amable atención.

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