La genética es una disciplina médica cuyas herramientas de investigación han tenido un avance notable en las últimas décadas. Cada vez es menos difícil recuperar y comprender rasgos genéticos ancestrales en prácticamente todas las poblaciones. Gracias a ello, una de las cosas que mejor entendemos en la actualidad son los procesos migratorios que lograron que el mundo, poco a poco, se poblara.

Por supuesto, los judíos son un gran tema de controversia en esta disciplina científica, y muy particularmente los de origen ashkenazí. Esto, por supuesto, no tiene nada que ver con el interés científico, sino con cuestiones meramente políticas. Concretamente, la obsesión por demostrar que los judíos de hoy no somos los descendientes directos de los israelitas antiguos —o queda muy poco de esos israelitas en nuestros genes— de tal manera que se pueda poner bajo cuestionamiento la legitimidad del estado de Israel. La singular lógica que se aplica es que si los judíos no somos verdaderos descendientes de gente del Medio Oriente, entonces no tenemos nada que hacer allí. En contraparte, se insiste en que los únicos que realmente tienen vínculos genéticos —y, por lo tanto, vínculos de ancestría— con los habitantes del antiguo Levante, son los palestinos.

Todo eso es absolutamente incorrecto. Las investigaciones genéticas del siglo XXI están demostrando todo lo contrario.

La National Library of Medicine tiene una página web oficial del Gobierno de los Estados Unidos, y es parte del National Center for Biotechnology Information.

Allí se encuentra una importante lista de estudios genéticos con sus respectivos abstractos, muchos de ellos alusivos al tema de la genética judía.

A continuación, cito algunas de las publicaciones más relevantes, con su respectivo abstract.

1.- La genética de la población judía (Harry Ostrer, Karl Skorecki, 2013).

Abstract: Los seguidores de la fe judía han residido en numerosas ubicaciones geográficas a lo largo de tres milenios. El análisis genético de la población, cada vez más detallado y llevado a cabo de forma independiente por múltiples grupos de investigación en las últimas dos décadas, ha revelado un patrón para la arquitectura genética de la población judía contemporánea, descendiente de comunidades de la diáspora y dispersadas globalmente. Este patrón es consistente con un componente importante, pero variable, de ascendencia compartida del Cercano Oriente, junto con grados variables de mestizaje e introgresión de las correspondientes poblaciones anfitrionas de la diáspora. Al combinar el análisis de marcadores monoalélicos con el análisis reciente de la variación de todo el genoma de repeticiones simples en tándem, variaciones en el número de copias y polimorfismos de un solo nucleótico a alta densidad, ha sido posible determinar la contribución relativa de la migración específica por sexo, y la introgresión para mapear eventos fundadores y sugerir historias demográficas correspondientes a las migraciones de la diáspora occidental y oriental, así como eventos microevolutivos posteriores. Estos patrones han sido congruentes con las inferencias de muchos, pero no de todos los historiadores que utilizarn herramientas más tradicionales como la arqueología, los registros archivísticos, la lingüística, el análisis comparativo de la narrativa religiosa, la liturgia y las costumbres. Es importante destacar que la arquitectura genética de la población judía ayuda a explicar los patrones observados de mutaciones y fenotipos relevantes para la salud y la enfermedad, que continúan siendo estudiados y catalogados cuidadosemente, y representan un recurso importante para la investigación genética médica humana. La revisión actual intenta proporcionar una actualización sucint de los desarrollos más recientes en un contexto histórico y de salud humana.

Es evidente que los autores tienen un interés particular por temas relacionados con salud y enfermedad, pero de todos modos sobresale el dato de que la “población judía contemporánea, descendiente de comunidades de la diáspora y dispersadas globalmente” tienen un “componente importante… de ascendencia compartida del Cercano Oriente”. Es decir, la genética de todas las poblaciones judías conserva los elementos para saber que estas se originaron en el Medio Oriente. Por supuesto, se sabe que hubo mezclas en todos los lugares en los que las comunidades judías florecieron, y por ello dichos componentes son definidos como “variables”, y “con grados variables de mestizaje e introgresión de las correspondientes poblaciones anfitrionas de la diáspora” (el mestizaje se refiere a la mezcla de dos poblaciones genéticamente distintas; la introgresión, al traslado de genes de una población a otro, como consecuencia de mezclas que no necesariamente implican un mestizaje).

2.- Los hijos de Abraham en la era del genoma: las principales poblaciones de la diáspora judía comprenden grupos genéticos distintos con una ancestría compartida de Medio Oriente (Gil Atzmon, Li Hao, Itsik Pe’er, Christopher Velez, Alexander Pearlman, Pier Francesco Palamara, Bernice Morrow, Eitan Friedman, Carole Oddux, Edward Burns, Harry Ostrer, 2010)

Abstract: Durante más de un siglo, tanto judíos como no judíos han intentado definir la relación entre las poblaciones judías contemporáneas. Estudios genéticos previos de grupos sanguíneos y marcadores séricos sugirieron que los grupos judíos tenían un origen en Medio Oriente, con una mayor similitud genética entre las poblaciones judías emparejadas. Sin embargo, estos estudios, y otros subsiguientes, de marcadores genéticos del Cromosoma Y monoalélicos y mitocontriales, no resolvieron los problemas de identidad genética judía dentro de y entre estos grupos. Aquí, el análisis del genoma completo de siete grupos judíos (iraní, iraquí, sirio, italiano, turco, griego y ashkenazí) y la comparación con grupos no judíos, demostraron grupos poblacionales judíos distintivos, cada uno con una ancestría compartida del Medio Oriente, así como proximidad a las poblaciones contemporáneas del Medio Oriente, y grados variables de mezcla europea y norafricana. Dos grupos principales fueron identificados por análisis de componentes principales, filogenéticos y de identidad por descendencia (IBD, por sus siglas en inglés): judíos del Medio Oriente y judíos europeos/sirios. El compartimiento de segmentos IBD y la proximidad de los judíos europeos entre sí, y con las poblaciones del sur de Europa, sugirieron orígenes similares para los judíos europeos y refutaron que en la formación de la judería ashkenazí hubiese contribuciones genéticas a gran escala provenientes de las poblaciones de Europa Central, Europa del Este, y eslava. La rápida descomposición del IBD en los genomas judíos ashkenazíes fue consistente con un cuello de botella severo, seguido de una gran expansión, como ocurrió con el llamado “milagro demográfico” de expansión de la población de 50 mil personas a principios del siglo XV, hasta cinco millones de personas a principio del siglo XIX. Por lo tanto, este estudio demuestra que los judíos europeos/sirios y de Medio Oriente representan una serie de aislamiento geográfico o grupos entrelazados por hilos genéticos IBD compartidos.

Esta investigación aborda un tema más específico que la anterior: ¿qué vínculos genéticos hay entre las comunidades judías contemporáneas? Si tuviésemos que mencionar a las tres más relevantes, serían la ashkenazí, la sefaradí y la llamada mizrají, es decir, oriental (o de Medio Oriente, como se les refiere en el abstract). Las conclusiones son interesantes: fue inevitable que tantos siglos de diáspora generaran características genéticas propias de cada comunidad, pero hay dos hechos indubitables. Uno, que todas tienen su origen en el Medio Oriente; dos, que las comunidades europeas (es decir, ashkenazíes y sefaradíes por igual) y sirias (Aleppo y Damasco, o jálebis y shamis en la jerga judía coloquial) están claramente vinculadas entre sí, y que las de Medio Oriente o mizrajíes (como podrían ser la yemenita, la iraquí, o la hindú) conforman el otro bloque, claramente diferenciable. El otro detalle notable de la investigación fue la demostración que la genética ashkenazí no presenta intromisiones masivas de genes provenientes de Europa Central o Europa del Este, con lo que se descarta que el judaísmo ashkenazí haya sido una especie de sustitución en la que los judíos originales, descendientes de los israelitas, fueron desplazados por europeos —principalmente turco-eslavos— conversos al judaísmo.

3.- Análisis de datos genéticos bioquímicos en poblaciones judías II. Resultados e interpretaciones de índices de heterogeneidad y medidas de distancia con respecto a estándares (S. Karlin, R. Kenett, B. Boné-Tamir, 1979).

Nota: la primera parte de este estudio se limita a la descripción del conunto de datos de la investigación.

Abstract: Se utiliza una metodología estadística no paramétrica para el análisis de datos de frecuencia bioquímica observados en una serie de nueve poblaciones judías, y seis no judías. Se utilizan dos categorías de estadísticas: índices de heterogeneidad, y diversas medidas de distancia con respecto a un estándar. Estas últimas son más discriminantes al explotar información histórica, geográfica y culturalmente relevante. Se determinan una serie de ordenamientos parciales y relaciones de distancia entre las poblaciones. Nuestro interés en este estudio es analizar similitudes y diferencias entre las poblaciones judías, en términos de las distribuciones de frecuencia génica para varios marcadores genéticos. Algunas preguntas típicas discutidas son las siguientes: ¿Estas poblaciones judías difieren en ciertos rasgos morfológicos y antropométricos? ¿Existen diferencias correspondientes en la constitución genética bioquímica? ¿Cómo podemos evaluar la extensión de la heterogeneidad entre y dentro de los grupos? ¿Qué clase de marcadores (tipificación sanguínea o loci de proteínas) discrimina mejor entre las poblaciones separadas? Los resultados son bastante sorprendentes. Por ejemplo, encontramos que las poblaciones judías ashkenazí, sefaradí e irquí son consistentemente cercanas en constitución genética, y distantes de todas las demás poblaciones, es decir, los judíos yemenitas y de Cochín (India), los árabes y las poblaciones no judías de Alemania y Rusia. Encontramos que la comunidad judía polaca es la más heterogénea entre todas las poblaciones judías. Los loci sanguíneos discriminan mejor que los loci de proteínas. Se ofrecen una serie de posibles interpretaciones e hipótesis para estos y otros resultados. El método ideado para este análisis debería resultar útil para estudiar similitudes y diferencias para otros grupos de poblaciones para los cuales están disponibles datos bioquímicos polimórficos sustanciales.

El asunto de esta investigación es puntual: ¿Qué tanto se parecen las comunidades judías entre sí, o qué tanto se parecen a las poblaciones no judías circundantes? Es evidente que el interés proviene de preguntas como “¿a qué se parece más genéticamente un judío ashkenazí? ¿A un judío sefaradí, o a un ruso, un polaco o un alemán?” Si la pretensión anti-israelí de que los judíos ashkenazías no son descendientes de los antiguos israelitas, o les queda muy poco de la genética del antiguo Israel porque están tan mezclados que prácticamente ya son otra cosa, entonces las similitudes genéticas deberían haber apuntado a un vínculo entre ashkenazíes y rusos, alemanes o polacos. Pero el resultado es el contrario: el análisis de la sangre y de las proteínas de los judíos ashkenazíes reflejan que, en esos rubros, su similitud mayor es con los judíos sefaradíes, e incluso con los de Irak. Las diferencias más notorias entre los ashkenazíes con otros grupos judíos, resultó con los yemenitas y los de la India (un resultado muy similar al de la investigación anterior).

3.- No hay evidencia de datos a nivel genómico de un origen jázaro para los judíos ashkenazíes (Doron M. Behar, Mait Metspalu, Yael Baran, Naama M. Kopelman, Bayazit Yunusbayev, Ariella Gladstein, Shay Tzur, Hovhannes Sahakyan, Ardeshir Bahmanimehr, Levon Yepiskoposyan, Kristina Tambets, Elza K. Khusnutdinova, Alena Kushniarevich, Oleg Balanovsky, Elena Balanovsky, Lejla Kovacevic, Damir Marjanovic, Evelin Mihailov, Anastasia Kouvatsi, Costas Triantaphyllidis, Roy J. King, Ornella Semino, Antonio Torroni, Michael F. Hammer, Ene Metspalu, Karl Skorecki, Saharon Rosset, Eran Halperin, Richard Villems, Noah A. Rosemberg, 2013).

Abstract: El origen y la historia de la población judía ashkenazí han sido durante mucho tiempo de gran interés, y los avances en el análisis genético de alta capacidad han proporcionado recientemente un nuevo enfoque para investigar estos temas. Nosotros y otros hemos argumentado sobre la base de datos a nivel genómico que la población judía ashkenazí deriva su ascendencia de una combinación de fuentes que se remontan tanto a Europa como al Medio Oriente. Sin embargo, se ha afirmado, a través de un reanálisis de algunos de nuestros datos, que gran parte de la ascendencia de la población ashkenazí se origina en los jázaros, un grupo de habla túrquica que vivió al norte de la región del Cáucaso hace aproximadamente 1000 años. Debido a que la población jázara no ha dejado descendientes modernos evidentes que permitan realizar una prueba clara para determinar su contribución a la ascendencia judía ashkenazí, la hipótesis jázara ha sido difícil de examinar utilizando la genética. Además, dado que sólo se ha dispuesto de datos genéticos limitados de la región del Cáucaso, y porque estos datos se han concentrado en poblaciones genéticamente cercanas a las poblaciones del Medio Oriente, la atribución a la ascendencia jázara de cualquier señal de similitud genética ashkenazí-caucásica, en lugar de atribuirla a una ascendencia compartida del Medio Oriente, ha sido problemática. Aquí, a través de la integración de genotipos de muestras recién recolectadas con datos de varios de nuestros estudios pasados, hemos reunido el conjunto de datos más grande disponible hasta la fecha para la evaluación de los orígenes genéticos judíos ashkenazíes. Este conjunto de datos contiene polimorfismos de un solo nucleótido en todo el genóma en 1774 muestras de 106 poblaciones judías y no judías que abarcan las posibles regiones de ascendencia ashkenazí: Europa, Medio Oriente, y la región históricamente asociada con el Kaganato Jázaro. El conjunto de datos incluye 261 muestras de 15 poblaciones de la región del Cáucaso y la región directamente al norte de esta, muestras que no han sido incluidas previamente junto con las muestras judías ashkenazíes en estudios genómicos. Empleando una variedad de técni,cas estándar para el análisis de la estructura genética de la población, encontramos que los judíos ashkenazíes comparten la mayor ascendencia genética con otras poblaciones judías y, entre las poblaciones no judías, con grupos de Europa y el Medio Oriente. No es evidente ninguna similitud particular de los judíos ashkenazíes con las poblaciones del Cáucaso, en particular con las poblaciones que representan más estrechamente la región jázara. Por lo tanto, el análisis de los judíos ashkenazíes junto con una gran muestra de la región del Kaganato Jázaro corrobora los resultados anteriores según los cuales los judíos ashkenazíes derivan su ascendencia principalmente de poblaciones del Medio Oriente y Europa, que poseen una considerable ascendencia compartida con otras poblaciones judías, y que no hay indicación de una contribución genética significativa, ni desde dentro ni desde el norte de la región del Cáucaso.

Esta es la investigación más específica sobre el asunto jázaro, y la conclusión es contundente: no existe evidencia de que la genética de los judíos ashkenazíes haya recibido una contribución significativa, menos aún masiva, de la genética jázara. Por el contrario: se confirma que los judíos ashkenazíes tienen sus mayores similitudes genéticas con otros grupos judíos. En última instancia, las similitudes genéticas que los ashkenazíes tienen con grupos no judíos se encuentran en Europa, no en el Cáucaso (de donde eran los jázaros). De eso se habla en la investigación previa: hay evidencias de mestizaje o de o de introgresión, pero no de que estas hayan sido significativas. La genética ashkenazí sigue siendo eminentemente la de un grupo del Medio Oriente.

Otro detalle significativo es que se menciona que hay quienes han deducido que ciertos rasgos genéticos similares entre judíos ashkenazíes y gente del Cáucaso, son prueba del origen jázaro (por ejemplo, el caso de Eran Elhaik). Y se señala que el error es que esas opiniones no consideran otras posibilidades que puden explicar sin problemas esa similitud. Es decir, que no necesariamente hubo un mestizaje, sino que pudo darse una introgresión. Por eso, lo más significativo de esta investigación es que es la que ha puesto sobre la mesa de análisis el conjunto de datos más grande que se haya estudiado.

Al descartar el origen jázaro de los judíos ashkenazíes, y corroborar su origen en el Medio Oriente, los libros de seudo-historia de autores como Shlomo Sand o Norman Finkelstein quedan totalmente refutados.

4.- El origen de los palestinos y su relación genética con otras poblaciones del Mediterráneo (A. Arnaiz-Villena, N. Elaiwa, C. Silvera, A. Rostom, J. Moscoso, E. Gómez-Casado, L. Allende, P. Varela, J. Martínez-Laso, 2001).

Abstract: El perfil genético de los palestinos ha sido estudiado por primera vez utilizando la variabilidad y los haplotipos del gen del antígeno leucocitario humano (HLA, por sus siglas en inglés). La comparación con otras poblaciones del Mediterráneo mediante dendrogramas de vecinos más cércanos, y análisis de correspondencia, revela que los palestinos están genéticamente muy cerca de los judíos y otras poblaciones del Medio Oriente, incluidos los turcos (anatolios), libaneses, egipcios, armenios e iraníes. Los datos arqueológicos y genéticos respaldan que tanto los judíos como los palestinos provienen de los antiguos cananeos, que se mezclaron ampliamente con egipcios, mesopotámicos y pueblos anatolios en tiempos antiguos. Por lo tanto, la rivalidad palestino-judía se basa en diferencias culturales y religiosas, pero no en diferencias genéticas. La estrecha relación tanto de judíos como de palestinos con las poblaciones del Mediterráneo occidental refleja el continuo flujo cultural y genético que ha ocurrido en torno al Mediterráneo en tiempos prehistóricos e históricos. Este flujo contradice abiertamente el modelo de difusión demográfica de la sustitución de las poblaciones del Mediterráneo occidental por agricultores provenientes del Medio Oriente en la transición mesolítica-neolítica.

Este estudio resulta interesante porque se centra en los palestinos, y lo que más llama la atención es que señala inequívocamente que, si entendemos lo que son las migraciones y las formas en las que los pueblos interactúan entre sí, las diferencias genéticas entre palestinos y judíos no son relevantes.

Se señala, de todos modos, que los palestinos tienen vínculos con poblaciones caucásicas, turcas e iraníes. Una diferencia interesante, porque los vínculos más señalados en el caso de los judíos es con las poblaciones europeas. Tiene todo el sentido si recordamos los datos históricos: la diáspora judía más importante durante los últimos 600 años fue la europea; en contraste, hace unos 800 años los musulmanes del Medio Oriente recibieron una gran cantidad de genes provenientes del Cáucaso, Turquía e incluso Irán, debido a la gran cantidad de soldados mamelucos traídos por la invasión jorezmita del siglo XIII.

Así se confirma lo que, en realidad, era obvio desde siempre: palestinos y judíos son grupos mestizos cuyo origen principal y más significativo está en el Medio Oriente, pero que arrastran una notable riqueza genética resultado de lo compleja que ha sido la historia y experiencia de cada uno de estos grupos.


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