Enlace Judío México.- Si a algo me he resistido siempre, es a sucumbir al narcótico de las vanas ilusiones. En mi vida siempre he intentado, a veces sin mucho éxito, confrontar la cruda realidad, aun a costa de padecer el golpe y el dolor que produce el desprecio de la incomprensión ajena. Es mejor comprender a fondo las ilusiones y los eufemismos de la realidad que nos ha tocado vivir, para no caer.

SHULAMIT BEIGEL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Es por eso que cuando Diego Sciretta me comentó que había conocido otro Quijote como él en Ramala, la ciudad palestina de la Cisjordania a solo 15km al noroeste de Jerusalén, y había tenido con él “un encuentro en Israel y decenas de comunicaciones a través del celular y otros medios”, me sentí escéptica.

Para comenzar. Yo siempre pensé que existieron solo 12 tribus en el Antiguo Testamento, y de repente conocí, por intermedio de un amigo de otro amigo de otro amigo, ya saben cómo es eso, a Diego Sciretta, un israelí argentino o argentino israelí, quien me dijo por teléfono que pertenecía a la Tribu 13. Les confieso que al comienzo pensé que estaba loco o que yo no sabía mucho de la Biblia, además que el número 13 siempre lo asociaba con algo negativo, como esos elevadores que no llevan ese número, o gente que no se casa en esas fechas. Fue a través de varios intercambios telefónicos que poco a poco fui sucumbiendo a la locura romántica de Diego, que, como muchos otros, israelíes y palestinos, desean lograr la paz entre ambos pueblos.

Total, que el tal Diego me dijo que había conocido en Ramala, como les dije, a un miembro de la Autoridad Nacional Palestina, que como ustedes saben, es el cuerpo que gobierna la Margen Occidental, y que es miembro de la OLP, que se llama Mohamed Amer Odeh, un hombre que nació en Nicaragua, de padres palestinos, y estudió medicina en Madrid, y que es el Presidente del Departamento América Latina e Iberoamérica en el Comisionado de Relaciones Internacionales de Al Fatah desde 2008 y… que lo había invitado a una charla informal en Tel Aviv. Seguramente ustedes pensarán en lo valiente que debe ser Diego para atreverse a viajar a Ramala, pero apuesto que no se imaginan el valor que tuvo que tener Mohamed para venir a Israel, “así sea para que un solo Israelí lo escuche y comprenda su mensaje de Paz”, además que el lugar elegido fue Mike’s Place, donde se dio un ataque palestino suicida perpetrado por musulmanes británicos el 30 de abril de 2003 y donde murieron tres civiles y cincuenta fueron heridos.

Las noticias que nos llegan siempre de Medio Oriente pocas veces hablan de paz, sino más bien, todo lo contrario, ¿por qué? Pues porque no la hay. El conflicto entre Israel y Palestina se mantiene en esta zona tan convulsionada ya muchos años, por no decir siempre, y las acusaciones de un lado y del otro se reiteran una y otra vez a lo largo del tiempo, impidiendo un acercamiento a la tan deseada paz. Pero los tiempos han cambiado. El Medio Oriente de hoy no es el de hace años, y desde hace un tiempo se ha optado por la vía negociadora.

Como ustedes saben, la cuestión palestina y el proceso de paz han pasado a un segundo o tercer plano en la política internacional, por los acontecimientos que están sucediendo en esta zona y en el mundo, Siria, ISIS, y el conflicto con Corea del Norte básicamente.

En la reunión, a la que asistieron alrededor de 15 personas de origen latinoamericano, entre ellos algunos mexicanos, como David Sarnow, se trataron los temas de siempre, por supuesto, pero desde otra perspectiva que ustedes y yo tal vez no conocíamos.

Al Fatah, que pertenece al Movimiento de Liberación Nacional de Palestina, desde hace mucho tiempo pide el fin de la ocupación de los territorios palestinos, y para ello necesita de la colaboración de los países del mundo y de los israelíes “democráticos” o “progresistas”, como quieran llamarlos, para que éstos presionen a Israel y pongan fin a la ocupación, para que pueda materializarse así el establecimiento de un Estado Palestino independiente.

En la charla hubo preguntas y respuestas, y un punto importante, en el cual Mohamed hizo énfasis, es que ni la comunidad palestina ni Al Fatah están en contra de Israel ni en contra de los israelíes y que desde hace años se optó por la vía negociadora.

Para nadie es un secreto y menos para los israelíes, que Al Fatah durante mucho tiempo utilizó la lucha armada. Esta es una cuestión que según la legalidad internacional ha sido utilizada por muchos pueblos que se encuentran bajo alguna ocupación.

Pero la historia nos muestra que todas las guerras del mundo acaban en una mesa de negociación, y es lo que está sucediendo en esta zona.

En 1991 en la conferencia de Madrid, Al Fatah optó por una vía pacífica, negociadora, con los israelíes. Esa ha sido desde entonces su línea estratégica. No es una línea táctica ni provisional, sino la única vía negociadora para llegar a una solución justa y duradera que resuelva la cuestión del pueblo palestino y que garantice la seguridad de Israel.

Tanto Mohamed como Diego, piensan hoy en día, y esto es uno de los puntos que los ha acercado, que el gobierno israelí actual se ha ido desviando hacia un extremismo de derecha. Se considera que Israel es un país democrático, que ejerce la democracia en las urnas, pero en realidad aprueba leyes que no tienen nada que ver con la democracia, donde es el Estado de Israel quien define la manera de cómo tratar a los palestinos. Tal vez Mohamed y Diego tienen razón en creer que Israel en este momento y desde hace un tiempo, no tiene interés en llegar a una solución de paz con los palestinos.

Mohamed, al igual que Diego, están cada uno a su manera en contacto permanente con la sociedad, la gente de Israel, y que es además, pre candidato a diputado por el laborismo israelí, y están convencidos que la inmensa mayoría de los israelíes y los palestinos, sí quiere la paz, quieren firmar un acuerdo entre ambos pueblos, y creen en la solución de los dos Estados. Mohamed y Diego, Diego y Mohamed, piensan luchar conjuntamente para que se le dé una oportunidad a la paz.

Desde que OLP gobierna en Cisjordania por ejemplo, ni un cohete ha salido disparado de ahí, y además, existe una cooperación entre los cuerpos de seguridad palestino-israelíes, que han impedido ataques a Israel. El pueblo palestino cree en la paz y la quiere, como la mayoría del pueblo israelí.

Al preguntarles a Mohamed y a Diego si creían que al final será posible la paz entre palestinos e israelíes, ambos manifiestan que sí, que confían en la paz, quizá no en el momento actual, porque el gobierno israelí se está desviando hacia el extremismo, pero al final todos los pueblos del mundo buscan la paz.

Yo, personalmente, no me dejo enclaustrar en la oscura mazmorra de la vana ensoñación alucinante de los espejismos que extraen los magos de sus sombreros mágicos. He procurado, a través de los años, y sumergiéndome en las páginas de la historia de la zona, con la mente y los sentidos bien despiertos, adquirir una visión de la realidad medianamente clara, que me permita percibir con nitidez los trazos que configuran las piezas de esta tierra que tendría que haber sido de la leche y la miel, pero a la que hemos convertido en una tierra ensangrentada.

Observo con tristeza cómo se ha venido configurando una funesta realidad, mientras se desdibuja otra que hizo soñar románticamente a muchos judíos que llegaron aquí, contagiados por la magia de una idea singular, que insufló un ímpetu soñador y utópico en la mayoría de un pueblo que se encontraba al borde del abismo.

Sueños que se desvanecen hoy bajo la conducción de sus líderes políticos en el poder, que se han dedicado a la infausta misión de ser los sepultureros de un proyecto que fue bendecido con el significativo nombre de Paz.

Pero no quiero terminar esta nota con amargura y escepticismo. Hoy parecen resurgir de nuevo de los escombros personas como Diego Sciretta y Mohamed Amer Odeh, quienes han creado Enemies for Peace, porque es con los enemigos con quien debemos hacer la paz, sabiendo que si hasta ahora los objetivos que otros plantearon no fueron logrados, es tiempo de reflexionar, pues vendrán nuevas situaciones para que palestinos e israelíes puedan enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor.

La lucha es larga, pero es la lucha. Todo luchador debe hacer lo que le corresponda en el momento histórico que le toque vivir, para que las futuras generaciones, algún día, sí puedan vivir la paz.

Corriendo el riesgo de perderse en el intento, es necesario sumergirse en las profundas aguas de lo desconocido tal vez, y transgredir las fronteras del enigma, navegando en un mar de incertidumbres. Tomar en nuestras manos las cuestiones nuestras, las de la gente, no de sus gobernantes, y a dentelladas masticarlas lentamente para extraerles su esencia última y suprema. Y finalmente, cual semilla, germinará en el más árido desierto, si es preciso.

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para ambos pueblos. Cada rama brillante de un olivo, cada puñado de arena, cada rayo de luz y el canto de los pájaros son sagrados en la memoria y vida de ambos pueblos. La savia que recorre el cuerpo de los árboles y las piedras de Jerusalén, llevan consigo la historia del pueblo judío y del palestino.

Como judíos, debemos encaminar nuestro país por el sendero de la justicia social, en lugar de la tragedia del presente. La Paz en la región no debe ser una palabra más, debe ser de un acto de transformación. De un compromiso con la justicia y la libertad.

 

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