CENTRO KEHILÁ

Indudablemente la búsqueda de placeres físicos per se es la más pura manifestación de la fuerza material, o en otras palabras, del alma animal. La persona que vive por los placeres, en general carece de espiritualidad y abunda de egoísmo. Es interesante que todos los placeres de esta especie son efímeros. Creo que esto deriva del hecho que la fuente de los mismos es el mundo material, llamado por la Kabala: “Alma de Shikra”, o sea, “Mundo de la Mentira (Ilusión)”.

Estamos acostumbrados a pensar que el mundo que vemos es realmente verdadero, no obstante tanto en términos científicos como filosóficos, lo contrario es verdadero. De la física moderna aprendemos que todo lo que existe es formado por átomos, que a su turno tienen núcleo y electroesfera. Sabemos que el núcleo, formado de protones y neutrones es muchísimo mayor que los electrones, sin embargo la electroesfera es muchísimo más grande que el núcleo. Los electrones circulan tan rápido en sus órbitas que dan la impresión de que la electroesfera es compacta (al igual que las palas de un ventilador, que al girar nos dan la impresión de formar un disco compacto), pero en realidad cada átomo es, casi en su totalidad, vacío. En otras palabras, todo lo que vemos es, de hecho, una ilusión.

Filosóficamente hablando, existen dos mundos paralelos: el mundo de las ideas, de los conceptos y el mundo concreto. Mientras que una idea o concepto son eternos e indestructibles, el mundo concreto está sujeto a la corrosión y a la erosión. Por ejemplo, el concepto de mesa puede existir en cualquier condición, mientras que la mesa concreta tiene su existencia limitada por innumerables factores. En términos filosóficos el mundo de las ideas es siempre verdadero, en oposición a nuestro mundo que no es más que la concretización temporal de los conceptos eternos. Podemos, concluir que este mundo es el mundo de la ilusión, como dice la Kabala, pues nos da la impresión de que es estable, cuando de hecho la estabilidad es una propiedad del mundo conceptual y no del mundo concreto].

Como el propio mundo no es más que una ilusión, los placeres que emanan de él no pueden tener existencia superior a su fuente. Esto explica la sensación de vacío que uno siente poco tiempo después de experimentar inclusive el más intenso placer material.

Mientras el alma animal recibe su satisfacción, la bajada todavía no es perceptible. La fuerza material ocupa la mente y el deseo, empujándonos a llenar la sensación de vacío con un nuevo y más intenso placer. Sin embargo, este camino no lleva a la felicidad, todo lo contrario, lleva a una constante angustia, pues el vacío es más persistente que nuestra capacidad de llenarlo. En este momento sentimos la bajada. Tristemente, conocemos personas que experimentaron todos los placeres, que tienen de todo y asimismo son infelices.

El judaísmo no se opone a la satisfacción del alma animal, pues esta no es la causa de la bajada. La verdadera causa de la caída es la desconexión del alma divina. Esto es fácilmente constatado si comparamos, por ejemplo, la misma acción de comer en diferentes situaciones. Si comemos puramente por el placer que nos da la comida, este placer es efímero, pero si utilizamos la comida como medio para lograr la unión familiar, el placer de la comida puede durar por muchos años. Lo mismo sucede con todos los tipos de placeres físicos, es decir, si se quedan en el nivel egoísta, son efímeros y traen consigo la sensación de vacío. Por otro lado, si canalizamos los placeres físicos a una causa altruista o espiritual los mismos se intensifican y perduran, pues su fuente deja de ser puramente mundana y pasa a ser también espiritual.

Para el judaísmo, lo material es la materia prima para la elevación espiritual. Por medio de las Mitzvot prácticas, la Torá nos da la formula para vivir una vida placentera y equilibrada, una vida en la cual espiritualidad y placeres físicos se mezclan, se combinan, elevando cuerpo y alma al unísono.

Sé que esto parece utópico, pero quien, aunque por una única vez, vivenció una cena de shabat con canciones y Divrei Tora (comentarios de Tora) al lado de una sabrosa comida sabe perfectamente a que me refiero. Invito a todos a vivirlo en sus casas, como dice David Hamelej “Prueben y vean que D´s es bueno” (Salmo 34). No pido que me crean, pruébenlo ustedes mismos. Adopten en sus vidas la fórmula mágica del judaísmo, y vean por sí mismos cómo el vacío gradualmente desaparece dando espacio y expresión a lo más noble, puro y sagrado que tenemos: la esencia de nuestro propio ser, magnífica, brillante, a imagen y semejanza de D´s.