LA VANGUARDIA.COM/

El FC Barcelona camina por el fino alambre de las relaciones entre Israel y Palestina desde que hace unos días decidió regalar a Gilad Shalit, el exsoldado israelí famoso por haber resistido cinco años de cautiverio en Gaza, unas entradas para ver el clásico contra el Madrid el próximo día 7 en el Camp Nou. Hamas, la organización que lo capturó en el 2006, anunció ayer que no permitirá que los partidos del Barça se vean por televisión en Gaza, ni que los periódicos escriban sobre el club que más pasiones levanta en la franja.

El enfado de Hamas contrasta con la tranquilidad con la que Fatah, la principal fuerza política palestina, acogió la noticia de que Shalit es culé y que estará en el clásico. “Ojalá todos los militares israelíes fueran seguidores del Barça”, manifestó ayer Azam al Ahmad, portavoz de Fatah en Ramala.

Hace unas semanas, Shlomo Ben Ami, exministro y exembajador de Israel en España, solicitó al FC Barcelona unas entradas para Shalit. “La atendimos como atendemos tantos otros compromisos institucionales”, explica el vicepresidente Carles Vilarrubí. “La iniciativa no fue nuestra -añade-. Shalit es un gran aficionado al fútbol y está realizando un documental para una televisión. Nos pareció lógico facilitarle las entradas”. Con la misma lógica, y atendiendo a la petición de la embajada palestina, el Barça ha dado entradas del clásico al presidente de la Unión Palestina de Fútbol, que estuvo 17 años en una prisión israelí, y al jugador Mahmuda al Sarsak, que también pasó tres años encarcelado.

Vilarrubí recuerda, asimismo, que el pasado mes julio recibió al presidente palestino, Mahmud Abas: “Fue una visita memorable. Que un jefe de Estado, después de visitar en Madrid al Rey y al presidente del Gobierno, no quisiera irse de Barcelona sin pasar por el Camp Nou fue un honor para nosotros”.

 

El FC Barcelona es muy popular en todo el mundo árabe pero también es el equipo más seguido en Israel. Uno de los paquetes estrella en las agencias de viajes israelíes es una escapada a Barcelona con entradas para el Camp Nou. Es un regalo apreciado entre los adolescentes de 13 años que celebran el Bar Mitzvah.

 

Shalit tenía 19 años y hacía la mili en una unidad de combate -a la que se había presentado voluntario- cuando fue capturado. El 25 de junio del 2006, Hamas atacó una base militar en territorio israelí cerca de la frontera con Gaza. Murieron dos guerrilleros palestinos y dos soldados israelíes. Shalit fue herido y capturado. Pasó los siguientes cinco años en Gaza. Su afición al deporte, especialmente al fútbol y al baloncesto, le ayudó a superar el encierro. Seguía las ligas israelíes por la radio y de tanto en tanto veía los partidos de la Champions por televisión. “Esos momentos -ha confesado- eran como una tregua en la situación en la que me encontraba”.

 

Los palestinos lo consideraban un prisionero de guerra, mientras los israelíes afirmaban que era un rehén. Lanzaron varias ofensivas para liberarlo. Finalmente, Israel accedió a liberar a más de mil prisioneros palestinos -muchos de ellos con antecedentes terroristas- a cambio del soldado.

 

Desde su liberación, Shalit ha dejado el ejército y se ha convertido en un símbolo para muchos israelíes. “Hay gente que me abraza y llora al verme por la calle”, confesó el pasado día 17, al felicitar el Rosh Hashaná (el Año Nuevo israelí) a través de una columna en la web Ynetnews. Al conocer su afición por los deportes, el diario Yediot Ahronot le encargó una columna semanal, que firma junto al productor de televisión Arik Henig. Así estuvo en la final de la NBA en Miami, en la de la Eurocopa en Kíev y ahora podrá ver un clásico en Barcelona.