5_libro_abierto-300x184

LEÓN OPALIN PARA ENLACE JUDÍO

Después de dos meses de no elaborar las Crónicas, las retomo con entusiasmo. Me urgía seguir confrontando ideas, sentimientos y hechos diferentes de manera escrita, creo que ello es parte intrínseca de mi ser.

En los pasados dos meses de silencio, seguí conformando mentalmente las Crónicas; proseguir con la secuencia de las mismas, se ha convertido en un compromiso moral frente a varios amigos, principalmente para con Juan, un ser de noble espíritu, quien me envió un mensaje en el que me indicó de manera textual: “quiero expresar mi desacuerdo con tu decisión de interrumpir tu secuencia de Crónicas Intrascendentes, que no nada más ha sido desde el 2012 un esquema terapéutico eficiente para ti, sino, como un mecanismo de reflexión para varios de nosotros; tu decisión es incuestionable y tendrás tus motivos, espero que reflexiones y muy pronto retomes la tarea que creo es invaluable”. Gracias querido Juan, tus palabras, me alientan a seguir adelante.

En este contexto, el delicado asunto del deterioro de la relación con mis dos hijos mayores, que fue uno de los motivos para suspender la redacción de las Crónicas, a fin de no exponer mis pensamientos al respecto de manera pública, sigue vigente, lo que se ha modificado, es la aceptación plena de que ello afecta mi estabilidad emocional y mi autoestima, y que lo mejor para ellos, y sobre todo para mí, es mantener una distancia a pesar del impacto negativo que esta decisión tiene en la convivencia con mis nietos, porque influidos por la actitud de sus padres también muestran una creciente indiferencia a mi persona, que representa una parte dolorosa en mi vinculación familiar. Creo que los valores de mis hijos, que les traté de inculcar a través de mi judaísmo laico, no son sólidos. Veo que ellos practican un judaísmo “light”, lo que determina desapego de la esencia de los valores y principios de esta fe, entre los que sobresale el respeto por los padres, precepto que está contenido en la Tora (rollos sagrados), como uno de los diez mandamientos más importantes que todo judío debe observar.

Con tristeza vislumbro que el egoísmo de mis hijos, y su natural repercusión en sus hijos, no mostrará un cambio en el corto plazo, y en el largo, como decía el economista John Maynard Keynes, en el periodo de la depresión mundial de los veintes, todos estaremos muertos.

Desafortunadamente no todos los hijos captan “que los abuelos aportan a la familia pertenencia e identidad; los individuos que tienen abuelos están mucho más cerca de la felicidad”. “Los abuelos tienen el tiempo que se le perdió a los padres, con ellos las raíces familiares se hacen más profundas”.

Con mis hijos menores la situación es diferente. Tali de 26 años se casó el año pasado con un joven judío religioso, cuyos padres también son practicantes. Previo a su matrimonio, había decidido seguir los principales ritos de la religión judía: la Kashrut (reglas de observancia para las preparación y consumo de alimentos y bebidas); Shomer Shabat (guardar el sábado como día de descanso) y realización conforme al rito judío de las principales celebraciones de esta fe; entre otros. Mi esposa y yo hemos respetado sus prácticas, lo cual no exime, que por la intolerancia inherente en todas las religiones hacia quienes no son practicantes, existan roces, y en un principio, cierto alejamiento familiar.

No obstante, con flexibilidad de ambas partes las fricciones se van reduciendo. Para nosotros fue una gran alegría que en las recientes fiestas de Pesaj (Pascua), nuestros consuegros religiosos nos hayan invitado a su casa a celebrarla. Hubo disposición de ambas partes, y con solemnidad, empero, con alegría, convivimos con ellos y nuestros hijos. Los olores y los sabores de la comida de Pesaj fueron una remembranza de mi infancia y adolescencia, a pesar de que en mi hogar nunca se celebró Pesaj; sin embargo, con mis padres y posteriormente con mis hijos, participamos en esta fiesta en casa de amigos o en el templo. El relato de la salida de los judíos de Egipto y su periplo de 40 años por el desierto, tiene una connotación religiosa en la celebración de Pesaj porque existe la obligación moral de que el padre de la familia haga el relato del éxodo de Egipto a su descendencia. Empero, Pesaj también representa los orígenes del pueblo judío, y seas o no religioso; provoca una reacción emotiva.

En relación con nuestro hijo David de 24 años nos preocupa su futuro. Está a punto de concluir su carrera profesional de contador, profesión que en el pasado básicamente se vinculaba con el manejo de reglas y registros contables; en el presente, es una carrera compleja que aborda con profundidad aspectos financieros; fiscales y de gestión empresarial. David trabajó en México en una gran empresa contable internacional que le permitió tener una experiencia muy rica; su aspiración principal es ser empresario; creo que tiene la capacidad y el espíritu de innovación para hacerlo; la complejidad para que se concrete su deseo está en el entorno adverso y regido por monopolios que prevalece en México.

En las próximas Crónicas intentaré continuar con la secuencia histórica de mi vida y diferentes hechos del medio en el que me desenvolví. Cada vez estoy más consciente de la importancia de conocer el pasado, no aferrarse a él, sino para no repetir errores.