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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

El pasado 14 de junio se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Irán en las que resultó vencedor Hassan Rouhani (HR) de 64 años de edad. Los comicios se realizaron con pocos incidentes a diferencia de los realizados en el 2009 en los que se re-eligió Mahmud Ahmadinejad (MA), cuando su triunfo fue calificado de fraudulento y la población iraní salió a las calles a protestar y fue brutalmente reprimida.

HR tiene tendencias clericales, empero, es evaluado como el más moderado de los seis contendientes a la presidencia de Irán. HR posee una formación académica en Occidente: Doctorado en leyes en la Universidad Caledonian de Glasgow, Escocia, y a diferencia de MA, iniciará su mandato sin que se cuestione su legitimidad en el cargo presidencial; su triunfo refleja el rechazo de la ciudadanía a MA quien ejerció el poder de manera autoritaria; quien encarceló y asesinó a un sinnúmero de sus opositores, suprimió la libertad de expresión e implementó con fanatismo la Saharia (Ley Islámica) sin respeto a los derechos humanos de la población. La incendiaria confrontación del régimen de MA con EUA y la Unión Europea, principalmente, y su obsesivo afán de desarrollar un programa nuclear con fines militares, derivaron en que esos bloques le impusieran sanciones económicas y financieras que propiciaron el deterioro de la economía iraní, que ha registrado un creciente desempleo, una inflación desbocada; devaluación de la moneda y un profundo descenso de la producción petrolera, la principal fuente de divisas de Irán, cuyo nivel en mayo pasado fue de 700,000 barriles diarios, volumen que sólo representó un tercio del promedio previo a las últimas sanciones que le aplicó EUA el año pasado.

Desde su campaña presidencial HR prometió estabilizar el entorno doméstico, afectado por un descontento social generalizado y la crisis económica y recomponer las relaciones de Irán con el exterior, particularmente con EUA. En este ámbito, analistas políticos no prevén que HR busque modificar substancialmente la infraestructura del poder que estableció MA; al final de cuentas, quien en una instancia “manda en Irán” son los Ayatolas; asimismo HR tiene convicciones religiosas; participó en la Revolución Islámica de Irán en 1979 y tiene lazos con el Ayatola Ruholla Khomeini; el fundador de la República Islámica y también los tiene con el Ayatola Aliakbar Hashemi Rafsan Jani, que fue el segundo presidente clerical de Irán y que actualmente es representante del líder del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Ali Khamenei; HR fungió como secretario de este Consejo por 16 años; adicionalmente fue el negociador nuclear de Irán entre 2003 y 2005; cargo al que renunció al inicio de la administración de MA por diferencias con este último.

Se espera que para mejorar el entorno político interno, HR propugnará por una mayor cooperación entre los representantes de los diferentes poderes fácticos militares, políticos y civiles y para obtener su apoyo para negociar con Occidente a fin de relajar las sanciones que le impuso; HR tiene el reto de demostrar a la población iraní y a los capitales foráneos que no seguirá con la violenta retórica nacionalista que usó MA; sin embargo, no abandonará su programa nuclear como es el deseo de Occidente; en este sentido, el primer ministro de Israel ha afirmado que quien decide la política nuclear de Irán es el Ayatola Khomeini y no el nuevo presidente. Así, no se descarta la opción militar de Israel contra Irán si su programa nuclear amenaza a este último.

Por otra parte, HR tendrá que enfrentar al mundo musulmán Sunnita en relación a las acciones que emprendió MA contra este. HR precisará suspender el apoyo militar económico que da al régimen del Presidente de Siria y al movimiento Hezbollah, si quiere romper con el aislamiento que le impuso la comunidad mundial.

El complejo entorno que vive Irán no mejorará de la noche a la mañana; se precisa de cambios estructurales en la economía y en el marco político y social, para que ello suceda en el mediano y largo plazo. HR tiene la posibilidad de contribuir a que se relajen las tensiones que afectan al Medio Oriente, ahora agravadas por los conflictos sociales que se experimentan en Turquía, en donde parece inevitable un cambio de liderazgo político.