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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

El inicio de vacaciones

Me encuentro en la ciudad de Chicago con mi esposa, estamos de vacaciones. Salimos de México D.F., el pasado 11 de agosto del 2013 y nuestro plan es permanecer aquí hasta el próximo 5 de septiembre. El año pasado, en septiembre, fue la última vez que tomé un avión; transcurrido ese lapso observé un cambio importante en el sistema de seguridad del aeropuerto de la ciudad de México, básicamente encuentro que ahora, quienes revisan a las personas, son gente amable, tradicionalmente habían sido descorteses, y hasta cierto punto, autoritarios. A mí me tocó una revisión más exhaustiva, incluso me tuve que quitar los zapatos, esta revisión es por selección al azar. Sin embargo, en cuanto a la confiabilidad del proceso tengo dudas de que sea eficiente. Cuando nos sentamos en los cómodos asiento de la aerolínea Volaris, al poco tiempo, el pasajero que estaba a mi lado sacó una lata de cerveza Tecate para su consumo; se supone que los pasajeros no pueden subir líquidos al avión. La azafata se sorprendió cuando recogió la lata vacía y le preguntó al pasajero si era suya, él con una sonrisa contestó que sí. Si este hecho hubiera sucedido en EUA, Europa o el Medio Oriente, posiblemente el avión hubiera estallado.

El vuelo fue sin contratiempos; iba casi lleno, sobre todo de mexicanos que residen en EUA (legal o ilegalmente), que regresaban de sus vacaciones de verano, habían visitado a parientes en diferentes estados de México. Volaris es una línea de “tarifas económicas”, no obstante, en la temporada turística son similares a las de las otras aerolíneas. El servicio de alimentos que anuncian para el vuelo sí que es económico: una galleta, café o refrescos para un vuelo de casi cuatro horas. Nosotros íbamos preparados con sándwiches.

Es interesante hacer notar que en el presente, para entrar a EUA, ya no se requiere llenar un formulario de migración, sino que al documentar el boleto en la aerolínea en México, ésta manda la información por internet a migración al puerto de llegada del pasajero en EUA. Le pregunté a la azafata por el formulario de migración, me dijo que se manda por internet; empero, no sabía que la aerolínea realiza el trámite; me sugirió que cuando llegara a Chicago preguntara qué tenía que hacer para llenarlo; no es fácil de entender porque el personal no conoce procedimientos para los pasajeros a su llegada a EUA. Falta capacitación.

El avión aterrizó en el aeropuerto de Midwest, próximo a la ciudad de Chicago. Los trámites de migración y aduana fueron rápidos, aunque en migración nos “bombardearon” de preguntas; hecho ahora normal por cuestiones de seguridad y de inmigración ilegal.

Nuestra estancia en Chicago fue en un departamento de una torre de 36 pisos en un barrio arbolado frente al lago Michigan próximo a la Universidad de Chicago; en el vivió por casi un año la hija de Rocío, la amiga de mi esposa que generosamente nos lo prestó. En el edificio viven estudiantes y residentes de diferentes ciudades de EUA y de otros países. El departamento es confortable, funcional y con una magnifica vista al lago, cuenta con alberca, un supermercado interno, cafetería y un restaurant. El personal del inmueble es amable, aunque hay de todo, como el chofer del taxi que nos trajo del aeropuerto. Un hombre de color que fue poco comunicativo; cuando llegamos al edificio me disponía a bajar mi equipaje del taxi, empero, él dijo que antes le pagara. Una buena propina por el servicio cambió su actitud y la agradeció.

Al empezar a instalarnos prendí mi computadora y recibí la triste noticia del fallecimiento de Estelle, la esposa de André, compañero de APEIM (Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México). Tuve oportunidad de tratar a Estelle en varias ocasiones cuando ambos concurríamos al Colegio Sefaradi a sesiones de lectura para niños a leer cuentos a nuestros respectivos nietos y a sus compañeritos del Kínder, también platiqué con ella en varios eventos de APEIM. Era una persona agradable, guapa y distinguida, descanse en paz. Confío que André saldrá adelante; es un buen amigo, noble e inteligente y muy querido.

En diferentes ocasiones que he estado de viaje recibí noticias infaustas; espero que la de Estelle sea la última. En las próximas Crónicas relataré parte de mis vivencias en Chicago, ciudad que visité rápidamente en dos ocasiones previas por cuestiones de trabajo; sin embargo, no percibí en aquél entonces, la belleza de su arquitectura y el calor de su gente que viene desde todos los confines de la tierra. En un crucero de una hora y media por el Río Chicago nos quedamos maravillados de los rascacielos de los veintes y treintas del siglo pasado que contrastan con la más variada gama de modernos edificios.

Por lo pronto, sin las presiones de la vida cotidiana de la ciudad de México, mi esposa y yo nos reencontramos.