MAY SAMRA PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México- David Grossman llegó a la FIL  de Guadalajara e inmediatamente la conquistó: quizás sea porque este ser brillante doblado de un hombre solitario- según sus propias palabras pasa la mayor parte de su vida en un sótano  frente a una hoja en blanco-  ha sabido explicar con sencillez las dualidades antagonistas de la mayoría de los israelíes y la multiplicidad de identidades de los judíos; quizás porque, en sus pláticas con Mario Vargas Llosa y José Gordon,  deslumbró con su cultura; sin embargo, creo  que lo que conquistara el alma de los mexicanos que acudieron a la FIL ha sido esta media sonrisa tímida, con la cual dio a conocer la “humanidad” de Israel.

Es sabido que los escritores son seductores: atrapan, con la palabra, a sus lectores durante el lapso de un libro, y más allá. Pero un hombre tímido- en el caso de Grossman, un escritor tímido- puede causar estragos en las almas. Además, su historia personal vulnera a cualquier padre: Grossman, luchador incansable por la paz, perdió un hijo en guerra: pagó con su sangre la osadía del Pueblo Judío de creer en segundas (terceras, milésimas) oportunidades, en un mundo magnánimo y en un Dios justo. En la rueda de prensa que dio en la FIL, habló de lo que es ser israelí: “Vivir hoy en el Estado de Israel “es como vivir en una casa con paredes que se mueven y con el suelo que tiembla”. Respondiendo a la pregunta de cómo la guerra había afectado su vida, relató cómo, durante la época en que los atentados suicidas azotaron a Israel, su esposa y él tenían que “manipular” a los hijos, haciéndolos abordar distintos autobuses para ir al colegio, para no arriesgarse a perder a ambos en caso de un ataque terrorista.

En este momento de la entrevista, me asaltó un recuerdo doloroso: volvieron a mí los recuerdos de los momentos que viví, siendo pequeña, en la guerra civil libanesa: de noche, quienes aún éramos niños no sabíamos dónde acostarnos a dormir: la recámara presentaba el riesgo de una balacera desde las ventanas; la sala, más  expuesta a la calle, podía explotar al recibir el impacto de un misil. Y cuando acudíamos a nuestros padres por instrucciones, ellos nos recomendaban seguir nuestros instintos: “Acuéstate dónde tu corazón te diga”. Que este mundo tambaleante e inseguro haya florecido en hombres de sonrisa tímida, como Grossman, que aún piense “sólo teniendo la paz con “ellos” podremos estar integrados de nuevo a la vida que tenemos”, sin duda habla de la grandeza de Israel.

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