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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Festividades de Fin de Año

La celebración de Navidad y la de Año Nuevo evidencian el final de un ciclo natural en el calendario Gregoriano originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en casi todo el mundo; la denominación de Gregoriano deriva de su promotor el Papa Gregorio XIII que vino a sustituir al calendario Juliano en 1582, empleado desde que Julio César los instaurara en el año 46 A.C. En esencia, la Navidad y el año nuevo son festividades cristianas de 2,100 millones de personas que practican esta fe en el presente, casi un tercio de la población mundial.

Cabe mencionar que del total de cristianos en el mundo el 81.0% son católicos, de aquí que en Latinoamérica, región en la que predomina el catolicismo, estas festividades se llevan a cabo de manera generalizada; en México, hoy día aproximadamente el 83.0% de su población son seguidores de la Iglesia Católica Romana, tres décadas atrás este porcentaje era de alrededor de 90.0%.

En Europa hay varios países con un elevado número de católicos: Italia (80.0%); Francia (83.0%); España (94.0%); Portugal (85.0%); Austria (64.0%); Eslovaquia (69.0%); Lituania (79.0%); Polonia (90.0%); Hungría ((52.0%); Irlanda (85.0%); Croacia (86.0%); Eslovenia (58.0%); Suiza (42.0%); Malta (92.0%).

En Asia el catolicismo ha avanzado rápidamente en varias naciones, empero, Filipinas concentra la mayor proporción con 81.0%. Esta religión ha comenzado a formar parte de la identidad de algunos países africanos, particularmente en Angola, Nigeria, Uganda y Guinea Ecuatorial.

En el marco de las fiestas de Navidad y de Año Nuevo su realización enfrenta dificultades en los países musulmanes, sobre todo en los del Medio Oriente, en donde frecuentemente los cristianos son hostigados. En Egipto, la Hermandad Musulmana ha asesinado a cristianos coptos que representan alrededor del 10.0% de la población total (81 millones); recientemente la Hermandad destruyó 80 iglesias. Igualmente, en Nigeria los musulmanes han masacrado y quemado a miles de cristianos, y en Somalia, grupos terroristas islámicos han decapitado a cristianos de ese país. También han sido atacados en Pakistán, Indonesia, Kazajistán, Filipinas y en todo el Continente Africano. Por lo demás, en medio de la guerra civil en Siria, Ulemas (sacerdotes) de Damasco han emitido fatuas (edictos) que animan a los musulmanes a apropiarse de bienes y propiedades de cristianos y de minorías “que no profesan la religión Sunita del Profeta”; un gran número de iglesias han sido bombardeadas.

Los cristianos han sido perseguidos por musulmanes en diferentes países por más de 1,300 años; en este ámbito, sorprende el silencio de los cristianos occidentales frente a este hecho; no obstante, muchos de ellos no ponen coto a su tradicional antisemitismo y más recientemente antiisraelismo; acusan al Estado de Israel de represión contra el pueblo palestino. Por el contrario, el gobierno de Israel ha impulsado las celebraciones cristianas en su territorio, solo en los dos últimos años invirtió 24 millones de dólares para el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura de los “lugares santos”; para la Navidad del 2013 cerca de 75,000 personas los visitaron. En Israel viven aproximadamente cien mil cristianos.

Por otra parte, es evidente que la liturgia de la Navidad y la celebración de la festividad del Año Nuevo han perdido espiritualidad en el mundo; es creciente la orientación comercial de ambas; de aquí que las ventas en comercios en la mayoría de las economías en diciembre representen al menos un tercio del total del valor de las transacciones anuales de las empresas de todos tamaños.

En este marco, recuerdo con nostalgia la celebración de las posadas (procesiones y piñatas), las cenas de Navidad y la emoción de la víspera del Año Nuevo que viví en mi infancia en mi querido barrio del Centro. Como judío disfruté de estas festividades que han formado parte de las tradiciones, valores y de la cultura de México. Sin perder mi identidad judía, las fiestas decembrinas han sido un vínculo de integración a México; además, cómo he disfrutado con mi familia y con amigos judíos y gentiles de los tradicionales platillos que se sirven para estas celebraciones: romeritos, bacalao y el pavo, principalmente, además del ponche, bebida de frutas hervidas endulzada con piloncillo, al que se puede adicionar un “piquetito” (licor).

En México, las fiestas de fin de año son presididas por el día de la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre) que en toda la República se celebra con gran fervor, y rematadas por el día de Reyes (6 de enero) y el de la Candelaria (2 de febrero). Las fiestas parecen ser parte de la genética del mexicano; el poeta Octavio Paz, premio Nobel de Literatura en 1990 expresó “la proclividad a la celebración de los mexicanos”. Abusando de la paciencia de los lectores seguiré reflexionando sobre el tema en la siguiente Crónica.