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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Fin de Año

Enlace Judío México | Como apunté en la Crónica precedente, en esta prosigo con comentarios sobre las festividades de fin de año. La celebración de la Navidad en el mundo cristiano evoca la reunión de las familias; para muchas de ellas es la única fecha en que tienen la oportunidad de estar con parientes y amigos.

Sin embargo, por diferentes razones, millones de personas en el mundo no conviven con sus familiares por voluntad propia; ya sea porque prefieren ir de paseo por considerar que la Navidad es una festividad sin espiritualidad, porque no tienen recursos para celebrarla, o simplemente porque no tienen familiares o amigos con quien llevarla a cabo. Esta última razón frecuentemente deriva en estados depresivos de los individuos, que los pueden llevar al suicidio; ésta es una de las veinte causas de defunción más importantes en todas las edades a nivel mundial; cada año se suicidan alrededor de un millón de personas, aunque las tentativas de suicidio superan más de veinte veces a los suicidios consumados. La tasa de suicidios en el mundo se ha incrementado rápidamente por la crisis que registra la economía. En Navidad, por las carencias personales, se hacen más visibles. En México se llevan a cabo más de cinco mil suicidios al año; de acuerdo a investigadores de la UNAM el 30.0% se realizan en la época navideña.

Sin pretender un sincretismo (proceso de conciliar doctrinas distintas) entre el judaísmo y el cristianismo, la Navidad y el Año Nuevo, representan una oportunidad de convivencia e integración con mis conciudadanos mexicanos que en su mayoría son católicos. Con un espíritu de amistad, en diciembre del 2013 tuve la oportunidad de participar en varios convivios familiares o de amigos, como lo he hecho durante muchos años.

El primero de ellos fue el que desde aproximadamente hace una década, organiza por iniciativa propia, Juan, un excompañero del Banco donde trabajé por muchos años. Siguiendo la tradición que teníamos en el Banco para celebrar las fiestas de fin de año con romeritos, y champagne, prepara en su casa una comida que se prolonga hasta la noche. Asistimos entre ocho y diez personas y disfrutamos de los platillos típicos de fin de año, haciendo remembranzas de nuestro pasado común y de los “chismes del año”. En esta ocasión nos falló Carlos, quien falleció hace unos meses. Lo extrañamos mucho, con su carácter amable y simpático alegraba las reuniones. Juan, con la bondad que lo caracteriza, absorbe el costo del “banquete”, que gentilmente prepara su esposa.

Otra reunión de fin de año fue la del Comité de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) que bajo el patrocinio de una institución bancaria, llevamos a cabo en los comedores de la misma, en el piso 22 de un edificio de Paseo de la Reforma, en donde disfrutamos de una fina comida, y con viento, de una panorámica extraordinaria de la Ciudad de México. He pertenecido al IMEF por más de tres décadas. En el Comité de Estudios Económicos tenemos mensualmente un intercambio profesional de alto nivel, conviviendo en un ambiente de respeto y camaradería.

También en diciembre me reuní a comer con mi amigo el gringo John, con él mantengo una amistad desde hace cuatro décadas; en este diciembre cumplió 78 años: hasta 120 como se acostumbra decir entre los judíos para las personas que celebran su onomástico y que vivan muchos años.

Asimismo, invité a comer a mi casa a Luis Armando, con quien me llevo desde mi inicio en el Banco en 1970; por cierto, trajo a la casa un excelente vino tinto que le regaló uno de sus dos hijos que viven en Australia. Con Luis Armando, de 75 años, me reúno a comer frecuentemente durante el año. Es una persona noble, de elevados principios morales y de un carácter alegre. Enviudó hace como cinco años; tuvo una etapa muy difícil durante la prolongada enfermedad de su esposa y un tiempo después de su fallecimiento, gracias a su carácter sociable, logró superar sus dificultades. En el presente convive frecuentemente con los numerosos amigos que tiene.

En este marco festivo decembrino desayuné con Ramón, otro amigo del Banco, jubilado, de 70 años, que aún trabaja por honorarios en el Archivo Histórico de esa Institución. La relación con él se inició hace como diez años; además de la amistad que me brinda, muchas veces me da apoyo administrativo para trámites en el Banco. Ramón es un hombre de izquierda, que milita en un partido político. Tiene una experiencia práctica y gran colmillo en materia política, adicionalmente es una persona alegre y bromista, empero, respetuoso.

Al igual que en otros años desayuné con la que fue mi secretaria en el Banco a partir de 1983 y hasta 1995 cuando me prejubilé; posteriormente trabajó conmigo en otra empresa durante un año; a partir de entonces me asiste en cuestiones editoriales; es muy hábil en el manejo de la computadora; en general es altamente eficiente en su trabajo. Apoya a su hija con sus dos nietos, todo el día “anda de abajo para arriba con ellos”. Mantenemos una profunda relación de afecto y respeto mutuo.

Otra celebración fue con los javerim (amigos) de la Organización Juvenil Judía a la que pertenecimos en la segunda mitad de los cincuentas del siglo pasado; como he mencionado en otras Crónicas, de 10 a 12 javerim nos reunimos a cenar semanalmente en diferentes restaurants y en diciembre nos acompañan nuestras esposas. En varias ocasiones hemos realizado la cena en un establecimiento de comida china de las Lomas de Chapultepec.

Por otra parte, como lo hemos hecho por más de tres décadas festejamos la Navidad con nuestros amigos judíos Abraham y Bila. Hasta hace poco también asistían su hijo y su hija, empero, ahora ambos con hijos, tienen otros compromisos. Antes también nos acompañaban para esta comida o cena nuestros amigos Miguel y Ninfa. En las últimas celebraciones han participado otras amistades. Mi esposa, en una tarea agotadora prepara para la ocasión romeritos, bacalao, pavo y otros platillos riquísimos: Bila que es israelí, disfruta particularmente los romeritos. Generalmente tenemos recalentado para tres días al que convidamos a mi suegra que está próxima a cumplir 99 años y a una hermana de mi esposa. Mi esposa ya ha ganado fama de una tradición culinaria, particularmente para la Navidad.

Para fin de año mis hijos mayores y sus hijos se toman dos semanas de vacaciones y no participan en las celebraciones navideñas en mi casa; este año, a mediados de diciembre, mi esposa preparó una opípara comida en la que predominaron los platillos italianos; asistieron mis hijos y los nietos, así como la novia de mi hijo mayor con sus dos hijos. Se logró un ambiente de armonía que todos disfrutamos, al final de cuentas, es en el ámbito de la familia en donde más se comparte nuestras alegrías y tristezas.

En el entorno decembrino tuve la oportunidad, junto con mi esposa, de asistir a un concierto de selecciones de El Mesia de Handl en la sempiterna Iglesia Regina Coeli ubicada en el corazón del Centro Histórico, y como expresé en otra Crónica formó parte de mi niñez ya que a ella concurría al reparto de dulces a los niños que se llevaba a cabo después del catecismo. En el ambiente barroco de la mística Iglesia, la Juvenil Orquesta-Escuela “Carlos Chávez” que forma parte de la agrupación artística del Sistema Nacional de Fomento Musical ejecutaron las selecciones de “El Mesías” y el Octeto del Coro Magisterial, y el de la Cámara Juvenil de México, destacando las voces de las sopranos.

El 31 de diciembre fuimos invitados por la novia de mi hijo mayor a su casa para esperar el año nuevo. Quedan pendientes otras reuniones con amigos para compartir el fin de año, que seguramente llevaremos a cabo en enero próximo. También quedan en el tintero los comentarios sobre los festejos a la Virgen de Guadalupe; el de los Reyes Magos y el de la Candelaria, que haré mas adelante en otras Crónicas.

Confío que en el 2014 haya menos violencia en el mundo y la convivencia humana sea más tranquila y productiva.