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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Rescatar la Memoria de la Familia

Enlace Judío México | En los últimos tiempos, con cierta frecuencia he evocado el pasado familiar en varias épocas del mismo, hecho que me ha reconfortado; no obstante, hay quien piensa que hacerlo implica anclarse al pasado, evitando el desarrollo emocional de las personas. En este ámbito, quizá haya algo de cierto en esa afirmación; sin embargo, para mí significa nutrirse de un torrente de sentimientos y experiencias que pueden explicar el presente de la gente y fortalecer su identidad, a la vez que evitar repetir conductas que les pueden ser negativas. Vinculando este proceso de remembranza con la familia, transcribo un correo electrónico que ayer envié a mis hijos mayores con los siguientes pensamientos: “mayo 25, día de la Independencia de Argentina, se cumplen 57 años de que sus abuelitos, Natán y Regina, su mamá y la tía Dori, emprendieron un viaje sin retorno de Argentina, donde residían, a México, no tenían idea del entorno adverso que vivirían en este país. A Sari, sus amigos de Argentina, niños y niñas de menos de 15 años en aquél entonces, le regalaron una medalla plateada grabada con esa fecha. Te la di a ti Regi. Nadie de los cuatro viven; la última en fallecer fue Dori en noviembre del 2012 o del 2013, no recuerdo bien el año. A su sepelio, en Tel Aviv, solo concurrieron los primos Iyo y Shula.

De esa vieja estirpe familiar únicamente sobrevive el tío-abuelo Jacobo, con más de 100 años de vida; su cerebro está sumido en las tinieblas de quien sabe qué mundo. Con Jacobo y su esposa fallecida y con sus hijos y nietos tuvimos una relación activa en el pasado, prácticamente interrumpida en el presente; ellos fueron parte importante de la vida de ustedes a pesar de que en algunas ocasiones les fueron hostiles, también fueron generosos. Es lamentable que cuando ustedes van a Los Ángeles, California, donde ellos viven o cuando ellos visitan México, no se comuniquen entre ustedes, son “sangre de su sangre”.

Henie, la hermana de su abuelo Natán, murió hace más de 45 años en Israel. Del lado de la abuela Regina también ya falleció su hermano Benjamín y su esposa, a quienes conocí en el viaje de “luna de miel” con Jose a Israel hace 36 años; Iyo, el hijo de Benjamín murió recientemente, con el otro primo Iyo, hijo de Moritz, hermano de la abuela Regina y su esposa Shula, octogenarios ya y con problemas de salud y con su hija Tali, sólo existe relación cuando vuestros hijos viajan a Israel. A los padres de Iyo los conocí en Argentina en 1975 cuando viajé a ese país por razones de trabajo. Como dicen los argentinos: “eran unos tipos macanudos”.

Los lazos con los Opalín “del Norte” (de la ciudad de México), con mi prima hermana Arlynde de Nueva York, los parientes Motola y el núcleo familiar nuestro, merecen un comentario aparte. Respeto a este último, “para muestra basta un botón”; había convenido con mis nietos Alan y Ari que para este fin de semana vendrían a quedarse a mi casa, siempre la pasamos muy bien; no obstante, su madre, como siempre, con múltiples pretextos no les dio permiso de visitarme; lo que nos causó gran frustración. Ari estaba furioso y muy triste. En este ámbito, ustedes se preguntarán ¿por qué les cuento todo esto? Simplemente, en virtud de que pienso que tenemos que rescatar la memoria familiar, sin esta, seremos una familia carente de alma. Los amo, Papá”.

Por otra parte, este 25 de mayo del 2014 quedó registrado como una fecha desaventurada, ya que alrededor de las 10:30 de la mañana murió mi suegra de 99 años; le celebramos su cumpleaños con una comida en mi casa en abril pasado, a la que asistieron las otras dos hermanas de mi esposa y una hija de una de ellas. Mi suegra, la señora Jose, pudo sentarse en la mesa con la familia y aún afiló el diente para la comida, además, tomó su habitual jerez. Las piernas ya no las podía mover y en algunos días no tenía lucidez, estuvo un mes en mi casa atendida con mucho cariño y esfuerzo físico por mi esposa. Murió en su casa, como ella quería. Su deterioro físico avanzó rápidamente en los últimos quince días, no así su comunicación con la familia. Su muerte representa un descanso para ella.

La señora Jose provenía de una familia humilde, no obstante, era una persona refinada, sensible, inteligente y muy ocurrente; además de que en sus buenos tiempos fue una excelente cocinera. Se entregó con fervor a sus principios religiosos, aunque tolerante a las creencias de los demás; esto es sobresaliente en una persona nacida hace casi un siglo, época en que en México se inculcaba la religión de una manera rígida. La señora Jose tuvo un hermano, su madre falleció cuando ella nació; su padre, que vivió 108 años, se volvió a casar y procreó varios hijos e hijas; a ella le sobrevive un medio hermano y varios sobrinos. Será sepultada al lado de su esposo que murió 19 años atrás. Descanse en paz.

En el marco de la religión quiero hacer patente, una vez más, mi admiración por la persona y las acciones del Papa Francisco, quien la semana pasada recibió en el Palacio Apostólico del Vaticano a 70 integrantes de la Conferencia del Episcopado de México en una visita Ad Limina Apostolorum (la que deben realizar todos los Obispos Diocesanos a “los umbrales de San Pedro y San Pablo” para informar periódicamente al Papa de las diócesis que gobiernan) y en la que el Papa, consciente de la situación que se viven en México, instruyó a los obispos mexicanos a permanecer junto con sus feligreses que afrontan un clima de violencia, y a la vez, los exhortó a “despojarse de los oropeles de la mundanidad del dinero y del poder”. Al mismo tiempo los animó a mejorar la transición de la fe a los jóvenes y cuidar de la familia como célula básica de la sociedad.

En este contexto, algunos de los obispos presentes en la visita al Papa empiezan a dar muestras “de compromiso social, de corresponsabilidad ciudadana y su preocupación por el impacto en los mexicanos de las profundas divisiones en diferentes sectores, con frecuencia provocada por intereses de partidos políticos y grupos de poder que no buscan el bien común sino su propio beneficio”. Las expresiones y acciones del Papa son inspiradoras no solo para los católicos, sino para toda la gente sensible y honesta.