gazawoman

DAVID HOFFS*

Desayunar el sábado con periódico en mano sirve para actualizarse de las noticas de la semana (sobre todo al convencer a la madre de lanzarse tempranito por barbacoa). Entre otras, el conflicto israelí-palestino volvió a aparecer. Lo curioso es que siendo una zona tan pequeña, tanto en términos territoriales como en aporte económico, recibe muchísima atención.

A nivel económico las regiones sumadas de Israel, Gaza y Cisjordania quedarían en el lugar 36 de todos los países (un lugar poco honorífico). Si bien el medio oriente guarda importancia principalmente por sus reservas petroleras, representando aproximadamente 32% de la producción mundial, resulta que ni israelíes ni palestinos tienen petróleo. Aunque muchas aportaciones israelíes han transformado nuestras vidas, como ICQ, microprocesadores, memorias USB, WAZE ( y hasta los Power Rangers), pensar que la extraña atención en la zona es debido a lo anterior resulta poco creíble.

Quizás el belicismo y recurrencia del conflicto sea una razón para ocupar la primera plana. En efecto, el conflicto israelí-palestino tiene más de 40 años siendo consecuencia a su vez, del conflicto árabe-israelí. Como momento importante se tiene al acuerdo de paz entre Egipto e Israel, en el que con gran pericia política (y moralidad cuestionable) los egipcios se deshicieron de los palestinos negándose a recuperar Gaza por más que los israelíes lo ofrecieran.

En cambio, pensando que la papa caliente se enfriaría con el tiempo, Gaza sigue quemándole las manos al gobierno Israelí y representa actualmente, un difícil problema para ambos lados, en parte por su complejidad y en parte por fallas de ambos.

El gobierno de Hamas compromete la vida de sus ciudadanos enfrascándose en odio y fanatismo antisraelí. Opta por disparar misiles que lejos de beneficiar a su pueblo, termina volviéndolo objetivo de represalias militares y a cambio de medidas populistas exigiendo soldados y sangre. Por otro lado al apoyar a otros grupos islámicos fanáticos (con ceguera política) lo han llevado a entrometerse en asuntos egipcios, conflictuandose con los mismos hasta el aislamiento.

El pueblo palestino hipnotizado, continúa votando por Hamas y aunque es entendible que a nivel individual una familia tome decisiones difíciles de juzgar para beneficiar a su gente, como pueblo son los primeros responsables de elegir mejores líderes que los actuales.

Por su lado, mucha de la población israelí se siente culpable de escindirse del sector religioso (como si trataran de alejarse del hermano incómodo), cediendo ante su chantaje y permitiendo que irriten a los palestinos construyendo asentamientos en lo que podría convertirse en un estado palestino (exprimiendo su territorio continuamente). No ayuda un gobierno pusilánime presionado por partidos de extrema derecha que poco piensan en los demás.

La solución, aunque difícil, probablemente se encuentre emulando lo logrado en Cisjordania. A diferencia de Gaza, en Cisjordania no es necesario bloquear las fronteras pues la población se ha alejado del terrorismo ante el desarrollo económico y social experimentado (jugar Candy Crush resulta preferible a colgarse una bomba).

Sin embargo, en la medida en que los palestinos continúen votando por terroristas y secuestrando niños, y los israelíes continúen tolerando a lo peor de su sociedad en lugar de darle una oportunidad a su vecinos (por más que haya salido mal antes), estarán condenados a salir en primera plana, haciéndome pensar en amigos que ahí viven y quitándome el gusto de la barbacoa…

*Ingeniero Industrial y Maestro en Administración y Finanzas
Profesor en el TEC de Monterrey y asesor financiero para el sector público y privado
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Fuente:capitaldemexico.com.mx