AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Martin_Buber_and_Rabbi_Binyamin

“…Entre las grandes civilizaciones del mundo antiguo, hubo una en la cual la acción del principio religioso y normativo sobre todas las esferas de la vida pública se manifestó con
fecundidad peculiar, única. Todas las otras civilizaciones compartieron, si bien en
diversos grados de desarrollo, la doctrina básica de una sociedad celestial-cósmica a
la cual corresponde la humana y terrena, o mejor dicho ―debiera corresponder― a
la cual correspondió una vez, digamos en la Edad de Oro, o corresponderá algún
día, pongamos por caso después de la completa victoria de la luz sobre la
obscuridad―.

En el antiguo Israel ocupó el lugar de esta doctrina la del Señor de todo lo que es y todo lo que será. Quien, tal como colocó el sol en el cielo, ha colocado el mandamiento de verdad y justicia sobre las cabezas de la raza humana.

Es cierto también que en las otras civilizaciones el principio normativo fue portado y
garantizado por seres divinos que regían esa sociedad superior; mas sólo Israel
conoció un Dios que había elegido un pueblo humano ―precisamente ese pueblo―
para preparar la tierra creada como reino para Él mediante la realización de la
justicia
.

Para Israel el principio es la norma y la ley, para el Dios de Israel es la
fundación móvil simbolizada por el Arca con las Tablas de la Ley, sobre la cual Él
desea asentar su trono terrenal.

Por eso, el principio enlaza aquí a divinidad y humanidad, en la concreción sin paralelo del “Pacto”. Y es por eso también que aquí, y sólo aquí, la civilización es al mismo tiempo misteriosamente afirmada y negada: Dios quiere la total civilización del hombre ―pero no dejado a sí mismo, sino consagrado a Él, a Dios…”

Fuente: BUBER, Martín, Judaísmo y Civilización, ed. Tribuna,
México, 1973