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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Se trata de una pieza que fue expoliada por los nazis a la familia judía en 1938.

Después de casi cinco años de batallas en los tribunales de EE.UU. por la propiedad del cotizado cuadro impresionista de Camille Pissarro La calle Saint Honoré por la tarde, efecto de Lluvia (18897/98) entre la familia Cassirer y el Museo Thyssen Bornemisza, el museo madrileño podrá retener la pieza que cuelga de sus paredes.

Así lo ha decidido el juez federal de Los Ángeles, John F. Walter, que ha rechazado la base jurídica por la cual los herederos de Lilly Cassirer, –la propietaria original que fue despojada del cuadro por oficiales del Tercer Reich en 1938– puedan seguir reclamando al Museo Thyssen Bornemisza de Madrid el antiguo cuadro de su familia o una compesación.

La decisión judicial fundamenta que se debe aplicar la legislación española, que no exige la devolución. En 2012, otro tribunal de California desestimó la demanda de Claude Cassirer, el nieto de Lilly, por haber transcurrido el plazo legal en EEUU para poder reclamar una obra del expolio, una decisión que fue revocada, sin embargo, un año más tarde, en diciembre de 2013, y que sirvió para reabrir el caso.

No obstante, el juez Walter, según informa el New York Times, ha emplazado a las autoridades españolas –el gobierno de España a través del Ministerio de Cultura tiene la última palabra en el museo- a reflexionar y a considerar el caso en basea los acuerdos internacionales que ha firmado España sobre la restitución de obras de arte expoliadas por los nazis, ta y como esgrimían los abogados de los Cassirer.

En esta línea, Evelio Acevedo Carrero, director de la Fundación Thyssen, ha ofrecido reconocer de alguna forma la procedencia del cuadro con una placa que explique las desgraciadas circunstancias en las que Lilly Cassirer perdió el cuadro. Tanto Cultura como el Thyssen han rehusado durante estos cinco años la posibilidad de devolver el cuadro, al considerar que se adquirió de forma legal y que Lilly Cassirer obtuvo una compensación de 120.000 marcos en 1958 por parte del Gobierno Federal Alemán, con la que renunció de facto a la propiedad del mismo.

Forzada a venderlo por los nazis

Las peripecias del polémico cuadro antes de recalar en la sede del Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid, arroja luz a la forma en la que desaparecieron grandes cantidades de piezas de arte durante la guerra, en la que no solo los nazis ejercieron de expoliadores sino también las propias galerías de arte de países como el propio EE. UU. que compraron las obras aun a pesar de la sospechosa procedencia, aprovechando la confusión de la guerra. Cuando Lilly Cassirer se vio forzada en 1939 a cambiar Rue de Saint Honoré aprés midi por un pasaporte que la alejara de los campos de exterminio, el cuadro, una de las 15 obras que Pissarro pintó desde la ventana de su hotel parisino durante el invierno de 1897/98, comenzó un recorrido por medio mundo.

Durante la guerra, en Alemania, fue objeto de transacción entre varios marchantes nazis. Estuvo a punto de embarcar a Brasil, pero se quedó en el puerto holandés de Havre y retornó a Berlín. Allí fue subastado en 1943 y desapareció de la faz de la tierra. Terminada la guerra, a los Cassirer les resultó imposible seguirle la pista. Como muchas de las más de 600.000 obras que los jerarcas nazis saquearon.

De Berlín,1942, a una mansión en Missouri

Durante años, Claude y Lilly buscaron sin resultado la obra de Pissarro. Desde la subasta de 1943, el lienzo pasó secretamente de mano en mano, de coleccionista en coleccionista, durante 33 años. Estuvo en tres galerías de Nueva York y en la mansión de un millonario de San Luis (Missouri). Un viaje de ida y vuelta que culminó con la adquisición por parte del barón Thyssen en 1976 -el precio nunca ha trascendido- para gloria de la colección que atesoraba en su castillo de Lugano, Suiza.

De Lugano, aún viajaría más. Su presentación nuevamente en sociedad fue obra del difunto esposo de Carmen Cervera, quien permitió en 1980 que el lienzo saliera a la luz en una exposición de su colección en Australia. Regresó al castillo, de donde partiría nuevamente -para no volver ya-, en 1992, cuando el Estado español adquirió la colección que hoy llena las salas del Thyssen.

Fuente:elmundo.es