EDUARDO HADJES PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Estimados amigos ¿Cuánto tiempo hace que venimos anunciando esto sin que los interesados lo tomen en cuenta?

Estos últimos días, frecuentemente, hemos visto o escuchado este nombre, Sadiq Khan, y a continuación, la noticia que el primer musulmán que es elegido Alcalde de una capital europea, ya es una realidad. Como es sabido, Londres eligió a su primer musulmán para desempeñar un alto cargo. Sin lugar a dudas, nuestra primera reacción es de alegría, pensando que el mundo se está democratizando y, en una población tan tradicionalista como la inglesa, un laborista, musulmán, logra la alcaldía. ¡Bravo! ¡Viva la democracia!

¿Nos detenemos a analizar con más cuidado esta noticia? ¿Cómo fue posible esto?

Los invito a iniciar nuestro análisis dando un vistazo a lo que está aconteciendo en Europa, en la casi totalidad de elecciones que se están efectuando y veremos que sus resultados coinciden plenamente con las encuestas de aquellos lugares donde próximamente se llevarán a cabo elecciones.

El lugar común es un peligroso auge de la derecha y la extrema derecha. Como judíos, sin discusión, no es una buena noticia, ya que por regla general, las derechas europeas son profundamente antisemitas. Claro que en la actualidad este aumento de votos de esta tendencia se debe más que a una causa antisemita, la cual es algo permanente y rutinario, al auge del anti islamismo, producto de los atentados que los grupos radicales, pertenecientes a ésta religión, han realizado en España, Inglaterra, Francia y Bélgica.

Que desde hace mucho tiempo, estas prácticas terroristas se venían realizando en Medio Oriente, en contra de judíos, no sólo que no era repudiado. Se le respaldaba con condenas permanentes a las víctimas, los israelíes, y con alabanzas y apoyo a los victimarios, los terroristas palestinos. Posteriormente, al darse estos asesinatos despiadados entre sirios o iraquíes, no revestía mayor importancia. Al agregarse matanzas despiadadas de cristianos en países musulmanes, tanto en Asia como en África, merecía uno que otro comentario lamentando lo acontecido, y anuncios y proclamas que dichos asesinatos “debían terminar”.

Cuando los atentados se trasladaron a Europa, la cosa cambió.

Poco antes, líderes radicales islámicos, anunciaron que la yihad había iniciado la invasión de “Eurabia” lo que dejó indiferentes a los europeos. Esas cosas eran problema de los judíos principalmente y, ahora, también de árabes que se mataban entre ellos. No había por qué preocuparse. Ellos, los europeos, eran inmunes a esos problemas. Cerraron los ojos y no quisieron ver que ya tenían repartido en sus distintos países a 55 millones de musulmanes, los cuales, silenciosamente, fueron repartiéndose a lo largo y ancho del continente.

A donde quiera que llegaran no constituían una migración normal, que se adapta a las costumbres nacionales, tratan de integrarse lo más rápido posible, a sus costumbres y modo de vivir, pasando, en una o dos generaciones, a ser parte integral de sus ciudadanos, especialmente en un continente como Europa, que frecuentemente ha visto grandes desplazamientos poblacionales, producto de guerras, las que conducen a cambios de sus fronteras.

En vez de esto, los musulmanes, se auto encierran en sus propios guetos. Imponen violentamente sus costumbres y leyes, desplazando a los nacionales, los cuales deben trasladarse a otras residencias o someterse a la nueva forma de vida, impuesta por los recién llegados.

Cuando en un pueblo o ciudad logran tener más de un 5% de su población, las exigencias se irán extendiendo más y más, no solicitando, sino exigiendo perentoriamente, que sus costumbres sean respetadas al principio, para luego, irse incorporando en las costumbres habituales. Escuelas con sus costumbres y tradiciones, supermercados con sus productos alimenticios, manipulados por empleados musulmanes, barrios donde impera la sharía y la policía no puede ingresar, son meros ejemplos de cómo, sin mayores resistencias, van imponiendo su estilo de vida.

A partir del año pasado, a esta enorme población musulmana ya instalada y sin la menor intención de adaptarse a la vida de las naciones que los cobijaron, se agregará una oleada increíble de migrantes que huyen del hambre, la barbarie y la muerte, producto de las guerras civiles, tanto de Siria como de otros países musulmanes.

Sin ningún pudor, hacen creer que Occidente está obligado a recibirlos y Europa, en una ceguera inexplicable, acepta este predicamento, en circunstancias que los países musulmanes desconocen brutalmente su deber solidario para con sus hermanos de religión y costumbres.

Si bien es cierto que en sus inicios la mayoría de los refugiados eran familias que huían de la muerte, lo que los hace meritorios a ser acogidos y ayudados tanto como sea posible, luego esto cambió y vemos que, mientras ancianos, mujeres y niños indefensos van muriendo ahogados, víctimas de traficantes de seres humanos absolutamente inescrupulosos, grandes contingentes de jóvenes, de entre 20 y 40 años, van arribando a las costas europeas irrumpiendo violentamente, sin respetar fronteras ni regulaciones de ninguna especie y, por añadidura, exigiendo derechos que ellos se auto otorgan, encontrándose en sus inicios con una complacencia simplemente increíble. Cuando los respectivos gobiernos europeos se deciden a actuar acorde a la lógica, simplemente se muestran incapaces de contener a verdaderas turbas invasoras, las cuales, en su gran mayoría, logran su propósito.

Ante esta realidad, volvamos a Londres. En general, la derecha gana fácilmente en la mayoría de los lugares en que se efectúan elecciones. En Londres, los laboristas, afianzados por los “progresistas” ingleses, se unen a los musulmanes, el 12.9% de la población y eligen Alcalde a uno de los suyos: Sadiq Khan.

¿Será posible concebir un injerto más aberrante que los izquierdistas europeos, con los radicales islámicos, adscritos a movimientos teocráticos de extrema derecha?

Se comprende que este fenómeno es generalizado. Los dos extremos políticos, unidos en una alianza increíble, en que cada uno está convencido que está usando al otro en su favor. ¿Quién ganará definitivamente esta tragicomedia? ¿La extrema derecha religiosa o la extrema izquierda política?

Cuando lo descubramos, lo más probable será que Europa ya habrá sucumbido frente al ímpetu avasallador islámico, salvo que sus gobernantes despierten ya, ahora, inmediatamente y comprendan que esto va con ellos y no es un problema que afecta sólo a los judíos, por lo que no deben preocuparse mayormente.

La elección de Londres, por desgracia, nos estaría indicando que ya es tarde. Los primeros que se arrepentirán serán los Progresistas que, víctimas de su fanatismo político, serán el principal enemigo del extremismo y fanatismo religioso.

David ben Jaim