LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Bloqueos carreteros

Los bloqueos carreteros de los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), apoyados por guerrilleros y otras organizaciones radicales en los Estados de Oaxaca y Chiapas en la última semana de junio, han provocado desabasto de alimentos y gasolina, principalmente; en ambas entidades, han afectado sobre todo a comunidades de bajos ingresos que dependen de su abastecimiento de canales de distribución oficiales (Tiendas Diconsa) que subsidian una buena parte de los productos básicos que comercializan y de cadenas de distribución privadas que venden a precios reducidos. Decenas de tiendas y gasolineras han cesado operaciones porque no tienen que vender. En Chiapas 90.0% de las gasolineras se quedaron sin combustibles, y en Oaxaca 30.0% “están en riesgo de ser abandonadas por los empresarios gasolineros y tomadas por supuestos miembros de la CNTE”. Ante la posibilidad de una crisis alimentaria por la intensificación de los bloqueos, el Gobierno Federal inició una operación aérea para proveer productos básicos a las entidades afectadas.

Por otra parte, los plantones y movilizaciones de la CNTE en varias ciudades del país, que han provocado saqueos y violencia, han acentuado la inestabilidad social y significativas pérdidas económicas. Aprovechando el conflictivo entorno que ha creado la CNTE, el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en un mitin al que convocó en la Ciudad de México el pasado 26 de junio, al que asistieron alrededor de 17 mil personas, más de 10 mil “acarreados” en 600 autobuses de diferentes localidades de la República, sintiéndose ya Presidente de México, pidió la creación de un equipo de transición “que entregue el mando de manera ordenado en el 2018”. El Secretario de Gobernación calificó este llamado de absurdo y ridículo, “AMLO ni siquiera está inscrito oficialmente en un proceso electoral”.

El Gobierno Federal aceptó tener un diálogo con los líderes de la CNTE, para atenuar los bloqueos y dar una imagen pública de conciliador. De antemano se sabía que el diálogo fracasaría; para las autoridades resultan inaceptables las peticiones de los disidentes magisteriales: derogación de la Reforma Educativa, liberación de sus líderes encarcelados recientemente acusados de lavado de dinero y otros delitos, que vuelvan a su trabajo los maestros cesados por incumplimiento laboral (inasistencia a sus clases por más de cuatro días), presentación con vida de los 43 alumnos desaparecidos en Ayotzinapa en septiembre del 2014, etc, etc. Lo cierto es que la CNTE sigue la misma estrategia de “negociación exitosa” con el gobierno en el 2013, “la primera etapa de la negociación de la Reforma Educativa, cuando el Gobierno Federal les abrió el Centro Histórico de la Ciudad de México, les dio dinero a través del ISSSTE, mediante la regularización de 8 mil plazas, les ofreció que no habría sanciones por el incumplimiento de trabajo o daños a propiedad privada y les garantizó revisar el caso de sus compañeros en la cárcel acusados de secuestro, a cambio de suspender sus plantones y movilizaciones en la Ciudad de México. Dos años y medio después, sin haber logrado nada, todo regresa al punto donde comenzó, empero, con movilizaciones más violentas”.

Las acciones de la CNTE violan la Constitución, rayan en la sedición, ataque a las vías públicas, afectación a los derechos humanos, institucionalizar la corrupción y la impunidad; el uso de la fuerza pública es perfectamente legítimo aunque tenga costos políticos, se requiere fortalecer un marco institucional en el que impere el Estado de derecho.

Se precisa poner fin a los discursos demagógicos de AMLO que incitan a la población a terminar con “la mafia en el poder que ha hecho que la mal llamada reforma educativa forme parte de la agenda que han venido imponiendo los organismos internacionales”; AMLO incita al odio y la violencia, se necesita aplicar la ley; su apoyo al magisterio disidente niega la estructura institucional que debe prevalecer en un sistema democrático. Es lamentable lo que pasa en México, un país con gran potencial de desarrollo.

Mi nombre es Khan

Hace un mes vi la película “Mi Nombre es Khan”; es una película indio-estadounidense del 2010 dirigida y escrita por Karan Johar y que me causó un gran impacto por la extraordinaria actuación de su principal protagonista, Shahruk Kan, que sufre el síndrome de asperger, que es un trastorno neurológico del autismo, del cual se desconoce su origen exacto, empero, las investigaciones científicas muestran que los genes pueden participar como causa del mismo, ya que el autismo se presenta de forma particular en cierto tipo de familias; sin embargo, ciertos medicamentos tomados durante el embarazo también pueden llevar a que un niño sea autista.

El autismo se denomina “trastorno de espectro”, porque las personas que lo padecen pueden tener una gran variedad de síntomas distintos. En general, el autismo se caracteriza por la intensa concentración de un individuo en su mundo interior y la progresiva pérdida de contacto con la realidad exterior. En este contexto, los asperianos tienen una mayor probabilidad en convertirse en adultos independientes y llevar una vida normal; en los autistas todas las alteraciones que registran son evidentes en sus tres primeros años de vida, mientras que en los asperianos no existe retraso cognitivo, y en su gran mayoría, tienen una capacidad intelectual normal, son capaces de almacenar en su memoria muchos detalles y tener buena memoria de repetición, no obstante, su principal problema es su falta de capacidad para integrarla; desean tener amigos, empero, se sienten frustrados porque por su torpeza les es difícil socializar, igualmente son muy obsesivos en sus intereses.

El guión de la película trata de un niño musulmán que se crió con su madre en Borivali, Bombay, y como se inició en el padecimiento del síndrome de asperger. Su infancia ocurre en la década de los setentas; tras la muerte de su madre, el adulto Khan decide viajar a San Francisco, EUA, donde reside su hermano que trabaja en un distrito financiero, aquí es donde su cuñada, profesora de Sicología, le ayuda a controlar su problema, quien le regala una cámara fotográfica que registra su recorrido en la vida narrado en la película. En San Francisco conoce a Mandira, que alquila una peluquería a la que llega Khan a venderle cosméticos de la empresa de su hermano. Mandira es hindú, madre soltera, tiene un hijo, Khan se enamora de Mandira y deciden casarse; enfrentan problemas de índole religioso para casarse, especialmente de su hermano.

En el 2001, a raíz del atentado de las Torres Gemelas, se genera una ola de islamofobia en EUA, esto conlleva a una sucesión de hechos dramáticos en el entorno más cercano al protagonista. El hijo de Mandira, Sam, es agredido por acoso escolar y fallece; ella se siente arrepentida de haberse casado porque su hijo tenía el apellido Khan. Mandira insistió a Khan que tomara la decisión, literalmente, de ir a buscar al presidente de EUA para decirle: mi nombre es Khan y no soy un terrorista. Después de múltiples incidentes, entre otros, cuando el presidente de EUA visita la Universidad de California y, en medio del público, Khan grita “Mi nombre es Khan y no soy un terrorista”, la frase causó confusión entre los espectadores, quienes creían que era un terrorista. Khan es destinado en una prisión secreta. La película tiene un “final feliz”; la pareja conoce al Presidente.

La India es el mayor productor de películas en el mundo, más de mil al año; la gran mayoría son “churros” (malas). Mi Nombre es Khan, en el fondo tiene tintes de telenovela, empero, como otras películas de la India que he visto, presentan un profundo mensaje de amor y paz, que en mi opinión, no perciben fácilmente los occidentales que asisten a las salas cinematográficas que exhiben películas de ese país.

Por otra parte, Mi Nombre es Khan busca llamar la atención sobre la alta incidencia del autismo en el mundo, de una o dos personas por cada mil, y la necesidad de que se les contemple no como personas enfermas o inferiores, sino como una manera de ser distinta, “una neurología atípica que merece respeto”. De hecho un número creciente de personas con autismo han formado comunidades en línea para reinvindicar sus derechos. Por lo demás, Mi nombre es Khan, pone en evidencia la actual sicosis islamofóbica que se vive en el mundo. Una cosa es el terrorismo islámico, y otra es, practicar el Islam.