En Tel Aviv se estaba forjando un plan. Los israelíes se enteraron de que Idi Amin debía pasar el fin de semana en un viaje diplomático de Uganda. Eso les proporcionaba una abertura.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Si Israel pudiera de alguna manera enviar cuatro grandes aviones de transporte Hércules las 2.500 millas hasta Uganda, uno de ellos podría aterrizar y descargar una caravana de vehículos simulados como si fueran el dictador y su partido regresando de la Isla Mauricio. Se salió en busca de una rara limusina Mercedes, como la de Idi Amin. Encontraron una – pero el color no era idóneo. A toda prisa, los israelíes la pintaron de negro.

El sábado por la noche se montó el equipo, dirigido por Yoni Netanyahu. Repasaron el plan una y otra vez, preparándose para todas las contingencias. Los cuatro Hércules irían acompañados por dos aviones Boeing 707, uno para servir como puesto de mando, el otro como hospital de campaña – para el tratamiento de los que anticiparon serían muchos heridos.

El sábado por la tarde una fuerza de más de 200 soldados israelíes salió con destino a Entebbe. Para evitar el radar, volaron extraordinariamente bajo – en un momento dado a no más de 35 pies de la tierra. El viaje estuvo extremadamente lleno de turbulencias, lo que indujo a vómitos intensos a los que estaban a bordo. El vuelo duró ocho horas.

En la oscuridad de la noche, Entebbe apareció a la vista. La pista designada no estaba iluminada; los aviones tendrían que aterrizar en la oscuridad. El primer avión aterrizó y de él salió el Mercedes. Se dirigió directamente hacia el edificio de la terminal. Todo iba según lo previsto. Parecía que las tropas conservarían su ventaja más preciada: el elemento sorpresa.

Soldados ugandeses
Soldados ugandeses

Pero entonces apareció un soldado de Uganda, elevando su rifle. El adjunto de Netanyahu, Muki Betzer, que había vivido anteriormente en Uganda durante cuatro meses, ni se inmutó: pensó que el guardia los dejaría pasar. Pero Netanyahu tomó una decisión inmediata. Él y otro comando dispararon al soldado con sus pistolas con silenciador y el hombre cayó. Pero luego intentó incorporarse, lo que provocó que otro israelí le disparara – esta vez sin silenciador. Otro hombre de Uganda devolvió el fuego con un Kalashnikov. “Ya está, un desastre”, dice Betzer ahora, recordando esa noche con toda claridad 40 años después, como si fuera ayer. “Nos han descubierto. El elemento sorpresa se ha perdido”.

Hubo un tiroteo, israelíes y ugandeses intercambiaron disparos. Netanyahu y Betzer dieron orden de que el Mercedes se detuviera – no donde lo habían planeado – y bajaron de un salto y corrieron hacia el edificio de la terminal. Los equipos de comandos, que tenían asignados cuidadosamente diferentes puntos de entrada, ahora estaban “mezclados”. Y todo lo que Betzer podía pensar era en un intento de rescate fallido dos años antes, en la ciudad israelí de Ma’alot – donde los secuestradores palestinos acabaron matando a 25 de sus cautivos, entre ellos 22 niños.

Pero de alguna manera lograron hacerlo a tiempo: los secuestradores no tuvieron oportunidad de abrir fuego contra los rehenes. Cuando los comandos irrumpieron en el edificio de la terminal, un secuestrador murió en el acto. Betzer vio dos más al entrar: “Les disparó y los mató”. Mientras tanto, un compañero de armas en un megáfono gritó en hebreo y en inglés: “Acuéstense, no se levanten. El ejército está aquí, el ejército está aquí”.

La Operación Entebbe, 40 años después – Parte I

La Operación Entebbe, 40 años después – Parte II

La Operación Entebbe, 40 años después – Parte III

Fuente: The Guardian – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico