RUKMINI CALLIMACHIAG

Una entrevista en la cárcel con un hombre alemán que se unió al Estado Islámico revela los funcionamientos de una unidad cuyos tenientes están facultados para planificar ataques en todo el mundo.

Creyendo que estaba respondiendo a un llamado santo, Harry Sarfo dejó su hogar en la ciudad de clase obrera de Bremen el año pasado y manejó por cuatro días seguidos hasta llegar al territorio controlado por el Estado Islámico en Siria.

Él apenas tuvo tiempo de asentarse allí antes que miembros del servicio secreto del Estado Islámico, llevando máscaras sobre sus caras, llegaran para informarle a él y a su amigo alemán que ellos ya no querían más que los europeos vinieran a Siria. Donde ellos eran realmente necesarios era de regreso en casa, para ayudar a llevar a cabo el plan del grupo de llevar a cabo terrorismo a lo largo del globo.

“Él estuvo hablando abiertamente sobre la situación, diciendo que tienen gran cantidad de gente viviendo en países europeos y esperando órdenes de atacar al pueblo”, recordó Sarfo el lunes en una entrevista con The New York Times conducida en inglés dentro de la prisión de máxima seguridad cerca de Bremen. “Y eso fue antes de los ataques en Bruselas, antes de los ataques en París.”

El hombre enmascarado explicó que, aunque el grupo estaba bien establecido en algunos países europeos, necesitaba más atacantes en Alemania e Inglaterra, en particular. “Ellos dijeron, ‘¿Te importaría regresar a Alemania?, porque eso es lo que necesitamos por el momento”, recordó  Sarfo.

“Y ellos siempre dijeron tener algo que está ocurriendo al mismo tiempo. Ellos quieren tener muchos ataques al mismo tiempo en Inglaterra, Alemania y Francia.”

Los agentes pertenecían a una unidad de inteligencia del Estado Islámico conocida en árabe como el Emni, que se ha vuelto una combinación de una fuerza policial interna y una rama de operaciones externas, dedicada a exportar terror al exterior, según miles de páginas de información y documentos de interrogatorios franceses, belgas, alemanes y autríacos obtenidos por The Times.

Los ataques del Estado Islámico en París el 13 de noviembre atrajeron la atención mundial a la red de terrorismo externo del grupo, la cual comenzó a enviar combatientes al exterior hace dos años. Ahora, el relato de Sarfo, junto con los de otros reclutas capturados, ha descorrido más la cortina sobre la maquinaria del grupo para proyectar violencia más allá de sus fronteras.

Lo que ellos describen es un servicio secreto de múltiples niveles bajo el mando general del más alto agente sirio del Estado Islámico, el portavoz y jefe de propaganda, Abu Muhammad al-Adnani. Debajo de él hay un nivel de lugartenientes facultados para planificar ataques en diferentes regiones del mundo, incluyendo un “servicio secreto para asuntos europeos”, un “servicio secreto para asuntos asiáticos” y un “servicio secreto para asuntos árabes”, según Sarfo.

Reforzando la idea que el Emni es una parte central de las operaciones del Estado Islámico, las entrevistas y documentos indican que la unidad tiene carta blanca para reclutar y redirigir agentes de todas partes de la organización — desde recién llegados a combatientes expertos, y de las fuerzas especiales del grupo y sus unidades comando de élite. Tomados en conjunto, los registros de interrogatorio muestran que los agentes son seleccionados por nacionalidad y agrupados por idioma en unidades pequeñas y discretas cuyos miembros a veces sólo se conocen entre sí en la víspera de su partida al exterior.

Y a través del rol coordinador desempeñado por Adnani, la planificación terrorista ha ido mano a mano con las extensas operaciones de propaganda del grupo — incluyendo, afirmó Sarfo, reuniones mensuales en las que Adnani eligió promover videos espantosos hechos en el campo de batalla.
Basados en los relatos de agentes arrestados hasta ahora, el Emni se ha vuelto el engranaje crucial en la maquinaria terrorista del grupo, y sus entrenados lideraron los ataques de París y construyeron las valijas bomba utilizadas en una terminal aeroportuaria y una estación de subterráneo de Bruselas. Registros de investigaciones muestran que sus soldados de a pie también han sido enviados a Austria, Alemania, España, Líbano, Túnez, Bangladesh, Indonesia y Malasia.

Con los funcionarios europeos extendidos por una serie de ataques por parte de atacantes aparentemente sin conexión entre sí que prometieron lealtad al Estado Islámico, también conocido como ISIS o ISIL, Sarfo sugirió que puede haber más de un vínculo que lo que las autoridades conocen.

Él señaló que se le dijo que agentes encubiertos en Europa usaban a los nuevos conversos como intermediarios, u “hombres limpios” que ayudan a vincular gente interesada en llevar a cabo ataques con agentes que pueden pasarles instrucciones sobre todo, desde cómo hacer un chaleco suicida a como atribuir su violencia al Estado Islámico.

El grupo ha enviado “cientos de agentes” de regreso a la Unión Europea con “cientos más en Turquía solamente,” según un alto funcionario de inteligencia estadounidense y un funcionario de defensa estadounidense, ambos hablaron bajo condición de anonimato para discutir la información.
Sarfo, quien fue retirado hace poco del confinamiento solitario en su prisión alemana debido a que ya no es considerado más violento, concuerda con esa evaluación. “Muchos de ellos han retornado”, dijo él. “Cientos, definitivamente.”

Examinando Reclutas

El primer puerto de llamada para nuevos arribos al Estado Islámico es una red de dormitorios en Siria, justo frente a la frontera de Turquía. Allí, los reclutas son entrevistados e inventariados.
A Sarfo se le tomaron las huellas digitales, y un doctor llegó a tomar una muestra de sangre y a llevar a cabo un examen físico. Un hombre con una laptop condujo una entrevista de ingreso. “Él estaba haciendo preguntas normales como: ‘¿Cuál es tu nombre? ¿Cuál es tu segundo nombre? ¿Cuál es el de tu madre? ¿De dónde es originaria tu madre? ¿Qué estudiaste? ¿Qué título tienes? ¿Cuál es tu ambición? ¿En qué te quieres convertir?” dijo Sarfo.

Su formación también era de interés. Él era un habitual en una mezquita radical en Bremen que ya había enviado a unos 20 miembros a Siria, al menos cuatro de quienes resultaron muertos en batalla, según Daniel Heinke, el coordinador de contra-terrorismo del ministerio del Interior alemán para el área. Y había cumplido una sentencia de prisión de un año por irrumpir en la caja de un supermercado y robar 23,000 euros. Aun cuando el castigo por robo en áreas bajo el control del Estado Islámico es la amputación, un pasado criminal puede ser un bien valorado, dijo Sarfo, “especialmente si saben que tienes vínculos con el crimen organizado y saben que puedes obtener identidades falsas, o saben que tienes hombres de contacto en Europa que pueden pasarte clandestinamente dentro de la Unión Europea.”

La naturaleza burocrática del procedimiento de ingreso fue confirmada hace poco por funcionarios estadounidenses después que memorias USB fueron recuperadas en la ciudad siria recientemente liberada de Manbij, uno de los centros para procesar a los combatientes extranjeros.
Sarfo marcó todas las casillas necesarias, y al tercer día de su llegada, los miembros del Emni llegaron para preguntar por él. Quería luchar en Siria e Irak, pero los agentes enmascarados explicaron que tenían un problema molesto.

“Me dijeron que no hay mucha gente en Alemania que esté dispuesta a hacer el trabajo,” dijo Sarfo enseguida después de su arresto el año pasado, según la transcripción de su interrogatorio por parte de funcionarios alemanes, que tiene más de 500 páginas. “Ellos dijeron que tenían algo al inicio. Pero uno tras otro, podrías decir, ellos se acobardaban, porque tenían miedo. Lo mismo en Inglaterra.”

Por el contrario, el grupo tenía voluntarios más que suficientes para Francia. “Mi amigo les preguntó sobre Francia,” dijo Sarfo. “Y ellos comenzaron a reír. Pero reír realmente en verdad, con lágrimas en sus ojos. Ellos dijeron, ‘No te preocupes por Francia.’ ‘Mafi mushkilah’ — en árabe significa ‘no hay problema.’” Esa conversación tuvo lugar en abril del 2015, siete meses antes de las matanzas coordinadas en París en noviembre, el peor ataque terrorista en Europa en más de una década.

Aunque algunos detalles del relato de Sarfo no pueden ser verificados, sus declaraciones siguen a las que otros reclutas relataron en sus interrogatorios. Y tanto funcionarios penitanciarios como los agentes de la inteligencia alemana que interrogaron a Sarfo después de su arresto dijeron que lo encontraron creíble.

Desde el surgimiento del Estado Islámico hace más de dos años, las agencias de inteligencia han estado recopilando información valiosa sobre el Emni. Originalmente, la unidad tenía la tarea de vigilar a los miembros del Estado Islámico, incluyendo llevar a cabo interrogatorios y descubrir a los espías, según registros y analistas de interrogatorios. Pero los miembros franceses arrestados en el 2014 y 2015 explicaron que el Emni había absorbido una nueva cartera: proyectar terrorismo al exterior.

“El Emni es el que asegura la seguridad interna dentro del Dawla” — la palabra árabe para estado — “y supervisa la seguridad externa enviando gente que ellos reclutaron al exterior, o enviando individuos a llevar a cabo actos violentos, como el que sucedió en Túnez dentro del museo en Túnez, o la conspiración abortada en Bélgica”, dijo Nicolas Moreau, 32 años, un ciudadano francés que fue arrestado el año pasado después de dejar el Estado Islámico en Siria, según su declaración ante la agencia de inteligencia interna de Francia.

Moreau explicó que había dirigido un restorán en Raqqa, Siria, la capital de facto del territorio del grupo, donde había servido comidas a miembros clave del Emni — incluido Abdelhamid Abaaoud, el comandante en el terreno de los ataques de París, quien fue eliminado en un enfrentamiento con la policía días más tarde.

Otros interrogatorios, tanto como el relato de Sarfo, han llevado a los investigadores a concluir que el Emni también entrenó y envió a los hombres armados que abrieron fuego contra una playa en Sousse, Túnez, en junio y al hombre que preparó las bombas del aeropuerto de Bruselas.
Registros de las agencias de inteligencia francesa, austríaca y belga muestran que al menos 28 agentes reclutados por el Emni tuvieron éxito en desplegarse a países fuera del territorio central del Estado Islámico, montando tanto ataques exitosos como conspiraciones que fueron desbaratadas.

Los funcionarios dicen que docenas de otros agentes se han deslizado y formado células dormidas.

En sus propias interacciones con el Emni, Sarfo se dio cuenta de que estaban preparando una cartera global de terroristas y buscando llenar huecos en su red internacional, explicó.

Él describió lo que se le dijo sobre el trabajo del grupo para construir una infraestructura en Bangladesh. Allí, un sitio por parte de un equipo de hombres armados del Estado Islámico dejó al menos 20 rehenes muertos en un café el mes pasado, casi todos ellos extranjeros.

Sarfo dijo que para los reclutas asiáticos, el grupo estaba buscando específicamente militantes que hubieran surgido de la red de Al Qaeda en la región. “Gente especialmente de Bangladesh, Malasia e Indonesia — ellos tienen gente que solía trabajar para Al Qaeda, y una vez que se unieron al Estado Islámico, les estaban haciendo preguntas sobre sus experiencias y si tienen contactos”, dijo.

En sus interrogatorios con las autoridades alemanas, y nuevamente en la entrevista esta semana, Sarfo planteó la posibilidad de que algunos de los atacantes recientes en Europa, que prometieron lealtad al líder del Estado Islámico durante sus ataques, podrían tener un vínculo más directo con el grupo que el que piensan los funcionarios.

Sarfo explicó que el Emni mantiene en la clandestinidad a sus agentes en Europa. Ellos actúan como nodos que pueden activar en forma remota a potenciales atacantes suicidas que han sido atraídos por la propaganda. Vinculándolos están lo que Sarfo llamó “hombres limpios,” conversos nuevos al Islam sin ningún lazo establecido con grupos radicales.

“Estas personas no están en contacto directo con estos tipos que están cometiendo los ataques, porque saben que si estas personas comienzan a hablar, ellos serán atrapados”, dijo él de los agentes clandestinos.

“Ellos en su mayoría usan a personas que son nuevos musulmanes, que son conversos”, dijo él. Los conversos “limpios entran en contacto con la gente, y ellos les dan el mensaje.” Y en el caso de algunas promesas de lealtad filmadas en vídeo, el intermediario puede luego enviar el vídeo al enlace en Europa, quien lo sube para utilizar en los canales de propaganda del Estado Islámico.

Los documentos de inteligencia y el Sr. Sarfo concuerdan en que el Estado Islámico ha hecho lo máximo de las nacionalidades de sus reclutas al enviarlos de regreso para tramar ataques en casa. Sin embargo, una región importante donde no se cree que el Emni haya tenido éxito en enviar atacantes entrenados es Norteamérica, dijo el Sr. Sarfo, recordando lo que le dijeron los miembros de la rama.

Aunque docenas de estadounidenses se han vuelto miembros del Estado Islámico, y algunos han sido reclutados dentro del ala de operaciones externas, “ellos saben que es difícil para ellos obtener estadounidenses dentro de Estados Unidos” una vez que han viajado a Siria, dijo él.
“Para Estados Unidos y Canadá, para ellos es mucho más fácil obtenerlos por las redes sociales, porque dicen que los estadounidenses son tontos — ellos tienen políticas de armas abiertas,” dijo él. “Ellos dicen que podemos radicalizarlos fácilmente, y si no tienen antecedentes, pueden comprar armas, así que no necesitamos tener ningún hombre de contacto que tenga que proporcionarles armas.”

Días de Entrenamiento

Desde fines del 2014, el Estado Islámico ha ordenado a los extranjeros que se unen al grupo que hagan que su viaje parezca unas vacaciones en el sur de Turquía, incluyendo reservar un vuelo de regreso y pagar por vacaciones con todo incluido en un centro vacacional de playa, desde el cual los contrabandistas arreglan su transporte dentro de Siria, según documentos de inteligencia y el relato del Sr. Sarfo.

Esa historia de cobertura crea presión para mantener las cosas moviéndose rápidamente durante el entrenamiento de los reclutas en Siria, y la mayoría obtienen un mínimo — apenas algunos días de práctica básica de armas, en algunos casos.

“Cuando regresan a Francia o Alemania, pueden decir, “Estuve sólo de vacaciones en Turquía,” dijo Sarfo. “Cuanto más permanecen en el Estado Islámico, más sospechoso se vuelve el servicio secreto en el Occidente, y ese es el motivo por el que intentan hacer el entrenamiento tan rápidamente como sea posible.”

La desenvoltura de Sarfo tanto en alemán como en inglés — él estudió en el Newham College en Londres Oriental — lo hizo atractivo como un atacante potencial. Aunque el Emni se le aproximó muchas veces para pedirle que regresara a Alemania, él puso reparos.

Finalmente, Sarfo, tal vez debido a su contextura corpulenta — 6.1 pies y alrededor de 286 libras cuando llegó a Siria, aunque ha perdido peso desde entonces — fue reclutado dentro del quwat khas, fuerzas especiales en árabe, del Estado Islámico.

La unidad sólo admitía hombres solteros que no aceptaran casarse durante la duración de su entrenamiento. Además de proporcionar la fuerza ofensiva de infiltrar ciudades durante las batallas, fue una de muchas unidades de élite que se convirtieron en campos de reclutamiento para la rama de operaciones externas, dijo Sarfo.

Junto con su amigo alemán, fue llevado al desierto fuera de Raqqa.

“Ellos nos arrojaron en medio de la nada y nos dijeron, “Estamos aquí,” dijo él, según la transcripción de una de sus sesiones de interrogatorio. “Así que estamos parados en el desierto y pensamos para nosotros mismos, ‘¿Qué está sucediendo?’” Cuando los dos alemanes miraron más de cerca, se dieron cuenta que había moradas estilo cuevas a su alrededor. Todo lo que estaba sobre el suelo estaba pintado con lodo para que fuera invisible para los drones.

“Estaba prohibido ducharse. Comer estaba prohibido, también, a menos que te lo dieran”, dijo Sarfo, agregando que él había compartido una cueva con otros cinco o seis. Incluso el agua potable estaba duramente racionada. “Cada vivienda recibía dos copas de agua diarias, puestas sobre el umbral”, dijo él. “Y el propósito de esto era ponernos a prueba, ver quién lo quiere realmente, quién es firme.”

Empezó el entrenamiento agotador: horas de correr, saltar, flexiones, barras paralelas, arrastrarse. Los reclutas comenzaron a desvanecerse.
Para la segunda semana, se le dio a cada uno un rifle de asalto Kalashnikov y se les dijo que durmieran con él entre sus piernas hasta que se volviera “como un tercer brazo”, dijo, según la transcripción de su interrogatorio.

El castigo por no lograr seguir el ritmo era duro. “Hubo un muchacho que se negó a levantarse, porque estaba demasiado agotado,” dijo Sarfo a las autoridades. “Así que lo ataron a un caño con sus piernas y sus brazos y lo dejaron allí.”

Él se enteró que el programa de fuerzas especiales involucraba 10 niveles de entrenamiento. Después que se graduó al nivel 2, fue trasladado a una isla sobre un río en Tabqa, Siria. Los lugares para dormir de los reclutas consistían en pozos en el piso, cubiertos por ramas y leños. Ellos practicaron natación, buceo submarino y navegación a través de las estrellas.

Durante su entrenamiento, Sarfo se codeó con un cuadro de reclutas internacionales. Cuando él llegó por primera vez al campus del desierto, corrió carreras junto con marroquíes, egipcios, al menos un indonesio, un canadiense y un belga. Y fuera de la isla, se enteró de unidades especiales similares, incluida una llamada Jaysh al-Khalifa, o el Ejército del Califato.

Una denuncia penal de 12 páginas indica que el Estado Islámico trató de reclutar a al menos un estadounidense dentro de esa unidad, pero él se negó a enrolarse.

El hombre, Mohamad Jamal Khweis, de 26 años de Alexandria, Va., viajó a Siria en diciembre, sólo para ser capturado por tropas kurdas en Irak en marzo. En su interrogatorio con el F.B.I., explicó que temprano, se le acercaron miembros de la unidad. “Durante su estadía en esta casa segura, los representantes de Jaysh Khalifa, un grupo descrito por el acusado como un “grupo ofensivo”, visitaron a los nuevos reclutas del ISIL,” dice la denuncia. “Los representantes explicaron que su grupo era responsable de aceptar voluntarios de países extranjeros que serían entrenados y enviados de regreso a sus países para conducir operaciones y ejecutar ataques en favor del ISIL. Los requerimientos del grupo, entre otras cosas, eran que los reclutas tenían que ser solteros, se entrenarían en lugares remotos, deben estar libres de cualquier herida y tenían que permanecer aislados cuando retornaban a sus países natales.”

El gran hombre

A medida que progresaba a lo largo del entrenamiento de las fuerzas especiales, Sarfo se volvió más cercano al emir del campamento, un marroquí, quien comenzó a divulgar detalles acerca de cómo estaba estructurada la campaña de operaciones externas del Estado Islámico. Sarfo se enteró que había una figura enorme detrás de las estrategias y ambiciones del grupo. “El gran hombre detrás de todo es Abu Muhammad al-Adnani.”
“Él es el jefe del Emni, y es el jefe de las fuerzas especiales también,” agregó Sarfo. “Todo regresa a él.”

Nacido en el pueblo de Binnish en el norte de Siria, se dice que Adnani tiene 39 años, y es objeto de una recompensa de u$s5 millones por parte del programa de Recompensas para la Justicia del Departamento de Estado. Pero los detalles sobre su vida siguen siendo un misterio. Hay muy pocas fotos disponibles de él, y la utilizada en el sitio web del Departamento de Estado tiene años de antigüedad.

Sarfo explicó que cuando los reclutas de las fuerzas especiales terminaron todos los 10 niveles de entrenamiento, se les vendaron los ojos y fueron llevados a conocer a Adnani, donde le prometieron lealtad en forma directa. Se le dijo a Sarfo que continuara con las vendas todo el tiempo, para que ni siquiera los combatientes mejor entrenados sepan cómo se ve.

Para el mundo, Adnani es más conocido como el portavoz oficial del Estado Islámico, y el hombre que sacó un llamado global este año para que los musulmanes ataquen a los infieles donde sea que estén, como sea que puedan.

“Adnani es mucho más que apenas el portavoz de este grupo,” dijo Thomas Joscelyn, un miembro principal en la Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington que rastrea al liderazgo del grupo. “Él está fuertemente involucrado en operaciones externas. Es una especie de ‘sí’ o ‘no’ administrativo en la punta de la pirámide”, quien firma los planes de ataque, cuyos detalles son manejados por sus subordinados.

Durante su tiempo en Siria, Sarfo fue contactado por otros combatientes alemanes que querían que él fuera actor en una película de propaganda dirigida a los germano-parlantes. Ellos manejaron hasta Palmira, y se le dijo a Sarfo que sostuviera la bandera negra del grupo y caminara una y otra vez frente a la cámara mientras filmaban tomas repetidas. Los cautivos sirios fueron obligados a arrodillarse, y los otros combatientes alemanes les dispararon, mostrando un interés sólo en el efecto cinematográfico.

Uno se volvió a Sarfo inmediatamente después de matar a una víctima y preguntó: “¿Cómo me vi? ¿Me vi bien, la forma en que ejecuté?”
Sarfo dijo que se había enterado que videos como en el que él actuó eran examinados por el propio Adnani en una reunión mensual de agentes importantes.

“Hay un procedimiento de investigación,” dijo él. “Una vez al mes tienen una shura — que es una una reunión — donde ven todos los videos y todo lo que es importante, ellos comienzan a hablar sobre ello. Y Abu Muhammad al-Adnani es el jefe de la shura.”

Sarfo dijo que había comenzado a dudar de su lealtad al ISIS durante su entrenamiento, después de ver cuán cruelmente trataban a los que no podían continuar. Hacer el video de propaganda proporcionó su desilusión final cuando vio cuantas veces grababan cada escena en la película de cinco minutos. De regreso en Alemania, cuando él había sido inspirado por videos similares, siempre había supuesto que eran reales, no escenificados.
Él comenzó a tramar su escape, lo que tomó semanas e involucró carreras y arrastrarse en un campo de lodo antes de cruzar a Turquía. Fue arrestado en el Aeropuerto de Bremen, donde aterrizó el 20 de julio del 2015, y confesó voluntariamente. Ahora está cumpliendo un tiempo de tres años bajo cargos de terrorismo.

Los tenientes

Entre las innovaciones del Estado Islámico está el rol de los extranjeros, especialmente europeos, en la planificación de los ataques.

El relato de Sarfo concuerda con documentos de la investigación y las evaluaciones de los expertos en terrorismo, quienes dicen que ciudadanos franceses y belgas como Abaaoud son más que solo agentes y se les ha dado roles gerenciales.

“Es un mapa de ruta creativo e interesante, poder apoyarse en alguien como Abaaoud, quien tiene su propia red en el exterior,” dijo Jean-Charles Brisard, presidente del Centro para el Análisis del Terrorismo en París. “Ellos le dieron la autonomía respecto a táctica y estrategia, incluso cuando la operación como un todo todavía necesitaba una luz verde del liderazgo del Estado Islámico.”

Mirando a los líderes actuales del Emni, los investigadores se han centrado en dos en particular. Ellos llevan los alias de Abu Souleymane, un ciudadano francés, y Abu Ahmad, descrito como sirio. Ambos son considerados tenientes principales de Adnani, según el principal funcionario de defensa y el principal funcionario de inteligencia.

Los dos hombres desempeñan un rol directo en identificar a combatientes para ser enviados al exterior, en elegir objetivos y en organizar la logística para los agentes, incluyendo pagar a contrabandistas para llevarlos a Europa y, en al menos un caso, enviar transferencias por Western Union, según documentos de inteligencia europeos.

Un vistazo al rol posible de Abu Souleymane llegó de uno de los rehenes mantenidos por los atacantes suicidas dentro de la sala de conciertos Bataclan en París en noviembre.

Después de abatir a tiros a docenas de los asistentes al concierto, dos de los atacantes suicidas se retiraron dentro de un pasillo con un grupo de rehenes, obligándolos a sentarse contra las ventanas como escudos humanos, dijo el rehén David Fritz-Goeppinger. En las dos horas y media del enfrentamiento que siguió, Fritz escuchó a uno de los atacantes preguntar al otro, “¿Debemos llamar a Souleymane?”

El segundo agente pareció molesto porque el primero había hecho la pregunta en francés, y le ordenó cambiar al árabe.

“Yo comprendí inmediatamente que, si, este era el individuo, tal vez no el individuo que había organizado el ataque, pero quien tenía un lugar en la jerarquía por encima de ellos”, dijo Fritz en una entrevista telefónica. Su testimonio está incluido también en un informe detallado de 51 páginas por parte de la policía anti-terrorista francesa. “Ellos eran absolutamente, como soldados”, esperando órdenes, dijo él.

Souleymane, cuyo nombre de guerra completo es Abu Souleymane al-Faransi, o Abu Souleymane el francés, se cree que es un nacional francés en sus treinta y pico que o es de ascendencia marroquí o tunecina, según Ludovico Carlino, un analista principal del IHS Conflict Monitor en Londres. Carlino dice que cree que Souleymane fue promovido para ser el principal planificador terrorista para Europa después de la muerte de Abaaoud.
Una instantánea del otro alto líder, Abu Ahmad, aparece en el relato de un hombre que los investigadores han concluido se suponía ser parte del equipo de atacantes de París: un argelino llamado Adel Haddadi. Haddadi dijo que él y otro miembro del equipo, un ex miembro de Lashkar-e-Taiba de Pakistán llamado Muhammad Usman, fue separado de los otros dos atacantes después que llegaron a Grecia en barco.

Haddadi, de 28, y Usman, de 22, fueron finalmente arrestados en un campamento de inmigrantes en Salzburgo, Austria. Los dos hombres enviados junto con ellos se convirtieron en los primeros atacantes suicidas en detonar sus chalecos fuera del Stade de France durante los ataques de noviembre.
Después de llegar a Siria y ser enviado al dormitorio internacional, en febrero del 2015, Haddadi trabajó como cocinero en Raqqa durante meses antes que un miembro del Emni llegara para verlo, según documentos de investigación franceses y austríacos.

“Un día, un sirio entró a la cocina para verme y dijo que alguien llamado Abu Ahmad quería verme,” dijo Haddadi en la grabación austríaca de su interrogatorio. Él fue llevado a un edificio de cinco pisos, donde otro sirio sosteniendo un walkie talkie envió un radio a Abu Ahmad. Ellos esperaron horas antes que el sirio obtuviera órdenes de llevar al recluta al siguiente lugar. En la calle, estaba esperando un hombre saudí vistiendo todo de blanco, y pidió a Haddadi que continuara caminando.

Después de 300 yardas, llegaron a un edificio de departamentos vacío y se sentaron. “Yo estaba asustado, quería irme, pero él habló todo el tiempo,” dijo Haddadi a las autoridades.

“Él dijo sólo cosas positivas sobre mí, que Daesh confiaba en mí y que yo ahora necesitaba probarme ser digno de esa confianza. Él dijo que Daesh iba a enviarme a Francia,” agregó Haddadi, usando el acrónimo árabe para el Estado Islámico. “Los detalles, dijo, los obtendría una vez que llegara a Francia.”

En algún momento después de eso llegó Abu Ahmad. Haddadi lo describió como un hombre sirio de entre 38 y 42 años, delgado, con una barba larga y negra, y vestido de negro. Él era Haddadi, “el que daba las órdenes.”

Abu Ahmad reunió a Haddadi con otros tres atacantes potenciales, con el último hombre, Usman, siendo presentado apenas un día antes que todos ellos salieran para Europa. Haddadi y otros dos de los hombres eran nativos árabe parlantes, y Usman hablaba suficiente árabe como para comunicarse con ellos, dijeron los documentos del interrogatorio.

El día de su partida, Abu Ahmad llegó y les dio su número de teléfono celular turco, ordenándoles almacenarlo en sus teléfonos como “FF,” para evitar registrar un nombre. El dio a Haddadi u$s2,000 en billetes de u$s100, y fueron llevados a la frontera turca. Un hombre los encontró en Turquía para tomar sus fotografías, y regresó con pasaportes sirios. Otro contrabandista arregló su viaje en barco el 3 de octubre a Leros, Grecia.
Todos estos pasos logísticos, tanto como las transferencias de dinero a través de Western Union, fueron organizados por Abu Ahmad, uno de los principales tenientes manejando las campañas del Estado Islámico para exportar terror. Hasta su arresto en diciembre, Haddadi permaneció en contacto con Abu Ahmad a través de mensajes en Telegram y por mensajes de texto a su número turco, según el registro de la investigación.
El número turco de Abu Ahmad fue encontrado en otro lado también: escrito en un pedazo de papel en el bolsillo del pantalón de la pierna cercenada de uno de los atacantes suicidas en el Stade de France.

Twitter @rcallimachi.

Contribuyeron con el informe Eric Schmitt desde Washington; Franziska Reymann desde Bremen; Yousur Al-Hlou desde New York; y Maher Samaan desde París.

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México