Un nuevo libro ilumina los elementos dispares del yihadismo-salafista.

KYLE W. ORTON

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – ¿Por qué fracasó la prohibición en Estados Unidos? El erudito islámico pakistaní Abul Ala Mawdudi argumentó que fue porque la ley “requería que la gente acepte el razonamiento humano en vez del divino.” Lo que se necesitaba era un mandato divino duro y absoluto para erradicar males como el alcohol. A medida que estaba siendo barrido el Imperio Otomano y los movimientos de independencia nacionales estaban a punto de conquistar el mundo musulmán, hombres como Mawdudi comenzaron a articular una nueva ideología que fusionaría conceptos medievales y modernos. Esa ideología, yihadismo-salafista, ahora representa uno de los principales desafíos para la seguridad del Occidente.

Al Qaeda y el Estado Islámico pueden ser las dos extensiones más infames del movimiento salafista-yihadista de hoy, pero ambas surgieron de una historia intelectual más amplia, escribe Shiraz Maher en su nuevo libro, “Yihadismo-Salafista: La Historia de una Idea.” El Sr. Maher, un miembro investigador principal en el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización del King’s College London, se propone ofrecer “un relato histórico de fondo explicativo de cómo llegamos a donde estamos” y lo presenta en un resumen de lectura fácil e incisiva.

Según el Sr. Maher, todos los yihadistas salafistas adhieren a cinco pilares ideológicos, y aprender a identificarlos nos ayudará a entender a un enemigo que ha mostrado ser altamente adaptable. El primero de estos pilares es la yihad, el método por el cual va a ser realizada la visión milenaria de los yihadistas salafistas, terminando el orden mundial existente y creando una utopía. Los intérpretes liberales del Islam explicarían la yihad como una lucha interna o una superación del yo. Pero para los yihadistas salafistas, es una cuestión militar y una obligación superada sólo por aceptar la fe misma, y debe continuar hasta el fin de los tiempos. A fin de perdurar, sin embargo, las revoluciones deben definir una camarilla. Los yihadistas hacen esto a través de la adhesión a los pilares de tawhid (la unicidad de Dios) y hakimiyya (la soberanía de Dios), las cuales definen los límites de la creencia y la naturaleza de la autoridad legítima. Los que no pertenecen a la camarilla deben ser eludidos, según el pilar de al-wala wa-l-bara, basados en los conceptos de al-wala (devoción a dios y a sus creyentes) y al-bara (el repudio y ruptura de los no creyentes). El pilar final identifica a los corruptores internos, quienes deben ser sometidos a takfir, o excomunión.
En cuanto al salafismo, es un movimiento religioso reformista que busca regresar la práctica del Islam al camino en que estuvo durante las primeras tres generaciones de musulmanes, cuando la fe estaba supuestamente en su grado más puro. Arabia Saudita es gobernada por una versión del Salafismo impuesta a través de un pacto del siglo XVIII entre el predicador Muhammad ibn Abd al-Wahhab (de ahí “Wahabismo”) y Muhammad ibn Saud, un lider tribal local que fundó el reino moderno. Los conceptos de tawhid y, especialmente, al-wala wa-l-bara, tienen raíces wahabistas notables.

Otras ideas—hakimiyya específicamente y el anhelo de un califato—se originaron en el Islam político entre las décadas de 1940 y 1960, con las obras de Mawdudi traducidas del urdu al árabe por el olvidado evangelista Abu al-Hassan al-Nadwi. Fueron luego dispersadas por Sayyid Qutb, uno de los ideólogos fundadores de la Hermandad Musulmana egipcia. “La obra de Qutb ha inspirado a más de una generación de islámicos,” escribe el Sr. Maher, “y enseñó el marco teórico—en una u otra forma—para la mayoría de los movimientos radicales del Medio Oriente.” De hecho, Qutb fue el que llamó a los musulmanes a luchar contra sus gobernantes secularizados y no creyentes.

La hibridación del salafismo y el islamismo que produce el yihadismo salafista es una moraleja importante del libro, como lo es la insistencia del Sr. Maher en que todas las ideas utilizadas por los yihadistas son reconocibles mucho más allá de los márgenes de la tradición islámica. La principal diferencia es que los yihadistas salafistas las han “interpretado y dado forma en maneras únicas y originales”, y buscan reformar la fe por completo en el largo plazo.

El enfoque del Sr. Maher en lo que vincula a los grupos dispares bajo la bandera salafista yihadista sacrifica alguna granularidad, y esto importa más en el cisma continuo entre al Qaeda y el Estado Islámico. Las diferencias de los dos grupos podrían haber sido dignas de escrutinio más de cerca, no menos porque, como el autor enfatiza en forma repetida, la guerra es el gran incentivo para la innovación y la revisión dentro del movimiento. Aún cuando las divergencias del Estado Islámico habían sido puramente tácticas, ahora han utilizado las escrituras para justificar las atrocidades en una forma que será codificada y emulada en el futuro.

Y si bien es cierto que, como destaca el Sr. Maher, el Estado Islámico es más conocido por sus vídeos espantosos y mensaje más simple, los altos clérigos del Estado Islámico tales como Turki al-Binali han estado produciendo importantes producción escrita sobre el credo del grupo. Esto ha sido expandido más en grabaciones de audio de sermones y conferencias por parte de, sobre todo, Abu Ali al-Anbari, el segundo del califa, muerto hace poco en un operativo estadounidense en el oriente de Siria.

El Sr. Maher merece elogio por producir un libro que es el primero de su tipo, sintetizando trabajo que se ha hecho sobre los componentes individuales del yihadismo salafista. Los lectores que buscan un relato riguroso pero lúcido de las ideas del Estado Islámico estarán satisfechos con el libro del Sr. Maher. El autor hace uso liberal de términos en árabe que usan los yihadistas, pero nunca permite que esto sobrecargue el texto. Para lectores con más experiencia en el tema, el libro es igualmente útil en reunir una narrativa suave y de amplio alcance con una riqueza de fuentes que pueden ser seguidas para más profundidad.

El Sr. Maher concluye con una prognosis sombría. Mientras Irak y Siria arden, los yihadistas salafistas continúan refinando sus estrategias para hacer más generalizada y duradera su versión del Islam. Si el Estado Islámico tambalea, un número de grupos yihadistas-salafistas espera en las alas para llenar el vacío. Una ideología que apela a la autoridad absolutamente divina durará más que cualquier grupo individual.

Fuente: The Wall Street Journal- Kyle W. Orton – Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México