DAVID DAOUD

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó en forma unánime la Resolución 2305 el martes, renovando el mandato de la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (UNIFIL) por otro año.

En ella, el Consejo elogia el “rol positivo” que ha desempeñado UNIFIL en crear un “nuevo ambiente estratégico en el sur de Líbano” en la década desde la guerra de Israel y Hezbolá del 2006. La resolución llega poco después de que el nuevo comandante de la fuerza le recomendó convertir el sur de Líbano en un “oasis de paz.” La verdad es bastante diferente: Israel y Hezbolá han tenido sus propias razones para diferir la guerra, unas que tienen poco que ver con UNIFIL.

El Consejo de Seguridad de la ONU creó UNIFIL en 1978 después que Israel inició una operación de una semana de duración para eliminar a los militantes palestinos del sur de Líbano. A la fuerza se le dio la tarea de supervisar la retirada israelí y ayudar al gobierno libanés a restablecer su autoridad sobre el área. En los años transcurridos desde entonces, los grupos palestinos han sido eclipsados por la milicia chií Hezbolá respaldada por Irán.

Durante las últimas tres décadas, Hezbolá se ha atrincherado en el sur de Líbano, acumulando armas y convirtiéndolo en un punto de escenificación de ataques contra Israel. El fracaso de UNIFIL en impedir ese atrincheramiento culminó en la guerra del 2006, de un mes de duración, en la cual resultaron muertos145 israelíes y al menos 1,700 libaneses. Después de la guerra, el Consejo de Seguridad actualizó el mandato de UNIFIL para que incluyera impedir contrabando de armas y ayudar al ejército libanés a afirmarse como la única fuerza armada en el área de 40 kilómetros entre el Río Litani y la frontera israelí. Sin embargo, UNIFIL todavía no está autorizada a utilizar la fuerza o a patrullar la frontera de Líbano con Siria a través de la cual Hezbolá recibe la mayoría de sus armas.

Como resultado, UNIFIL ha fallado en cumplir su mandato. Según la propia admisión del Consejo de Seguridad, Hezbolá ha violado en forma flagrante la resolución de posguerra, rearmándose y agrandando su arsenal para incluir un estimado de 150,000 cohetes. Mientras tanto, opera abiertamente al sur del Litani y junto a la frontera.

La calma relativa que ha seguido no tiene nada que ver con las acciones de UNIFIL. Durante los últimos cinco años, Hezbolá ha estado empantanado en Siria luchando junto con Irán y fuerzas del régimen de Assad para desafiar a Israel. No disuadidos por la presencia de UNIFIL, continúan los preparativos de Hezbolá para el próximo conflicto con Israel.

Cualquier calma que exista junto a la frontera es engañosa por lo tanto. Ambas partes reconocen que es inevitable otra guerra. Como concede la última resolución del Consejo de Seguridad, Israel y Hezbolá están a un ataque trans-fronterizo de distancia de una nueva ronda de combate. Las dos partes han estado cerca en los últimos años, especialmente después de la eliminación en enero por parte de Israel de un agente de Hezbolá de alto rango y general de la Guardia Revolucionaria de Irán, y la posterior represalia de Hezbolá que mató a dos soldados israelíes.

Los dos adversarios no estuvieron interesados en ir a la guerra y, por su propia voluntad, decidieron alejarse del borde. El rol de UNIFIL durante ese intercambio fue efectivamente superfluo.

UNIFIL sigue siendo incapaz de evitar una tercera guerra del Líbano, y por lo tanto merece poco crédito por la última década de calma relativa. A menos que sean tomadas medidas para mejorar significativamente sus capacidades y reforzar su mandato, seguirá siendo un mero observador mientras ambas partes marchan a la batalla.

*David Daoud es un analista investigador en idioma árabe en la Fundación para la Defensa de las Democracias.

Fuente: Informe Político de la Fundación para la Defensa de las Democracias
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México