EUGENE KONTOROVICH / PENNY GRUNSEID

¿Y qué hay de Rusia en Crimea, Armenia en partes de Azerbaiján, o lo que hizo Vietnam en Camboya?

Las Naciones Unidas comenzaron su sesión anual esta semana, e Israel estará destacado en la agenda. Muchos temen que el Consejo de Seguridad pueda considerar una resolución estableciendo parámetros territoriales definitivos, y una fecha tope, para la creación de un estado palestino.

El Presidente Obama ha dado a entender que en los meses finales de su mandato, él puede revertir la política tradicional estadounidense de vetar tales resoluciones. La Asamblea General, mientras tanto, es probable que actúe como el coro en este drama, recitando su letanía anual de resoluciones criticando a Israel.

Si Obama está buscando dejar su marca en el conflicto israelí-árabe—y fuera del proceso de paz negociado que comenzó en Oslo—no hay peor lugar para hacerlo que la O.N.U. Nueva investigación que hemos llevado a cabo muestra que el enfoque de la O.N.U. en Israel no sólo debilita la legitimidad de la organización con respecto al estado judío. También ha enceguecido a la O.N.U. evidentemente ante las muchas situaciones de ocupación y asentamientos del mundo.

Nuestra investigación muestra que la O.N.U. usa un discurso y conjunto de conceptos legales completamente diferentes cuando se trata de Israel comparado con situaciones de ocupación o asentamientos mundialmente. Por ejemplo, Israel es nombrado como la “Potencia Ocupante” 530 veces en resoluciones de la Asamblea General. Sin embargo en siete importantes casos de ocupación militar prolongada pasada o presente—Indonesia en Timor Oriental, Turquía en el norte de Chipre, Rusia en áreas de Georgia, Marruecos en el Sahara Occidental, Vietnam en Camboya, Armenia en áreas de Azerbaiyán, y Rusia en la Crimea de Ucrania—el número es cero. La O.N.U. no ha llamado una “Potencia Ocupante” a ninguno de estos países. Ni siquiera una vez.

Se pone peor. Desde 1967, las resoluciones de la Asamblea General se han referido a los territorios controlados por Israel como “ocupados” 2,342 veces, mientras que los territorios mencionados más arriba son nombrados como “ocupados” unas 16 veces en total. El término aparece en el 90% de las resoluciones que tratan de Israel, y sólo en el 14% del número mucho más pequeño de resoluciones que tratan de todas las otras situaciones, una diferencia que sobrepasa vastamente el umbral de la importancia estadística. De igual manera, las resoluciones del Consejo de Seguridad se refieren a los territorios disputados en el conflicto israelí-árabe como “ocupados” 31 veces, pero sólo un total de cinco veces en referencia a todos los otros siete conflictos juntos.

Las resoluciones de la Asamblea General emplean el término “grave” 513 veces para describir las acciones de Israel, al contrario de 14 en total para todos los otros conflictos, los que involucran la gama total de abusos de derechos humanos, incluidas acusaciones de limpieza étnica y tortura. Verbos tales como “condenar” y “deplorar” son rociados en las resoluciones relativas a Israel diez veces más que en resoluciones sobre otros conflictos, estableciendo un tono singular de desdén.

Las resoluciones en contra le han recordado a Israel las obligaciones del país en virtud de las Convenciones de Ginebra unas 500 veces desde 1967—en vez de dos veces para las otras situaciones.

En particular, las resoluciones se refieren al Artículo 49(6), que declara que la “Potencia Ocupante no deportará o transferirá partes de su propia población civil dentro del territorio que ocupa.” Esta es la disposición sobre la que está basada la causa legal entera contra los asentamientos de Israel. Pero ningún organismo de la O.N.U. ha invocado alguna vez el Artículo 49(6) en relación a alguna de las ocupaciones mencionadas más arriba.

Esto aun cuando, como muestra Kontorovich en un nuevo artículo de investigación, “Trastornados: Un Estudio Global de Asentamientos en Territorios Ocupados,” todas estas situaciones han visto actividad de asentamientos, típicamente en una escala que eclipsa la de Israel. Sin embargo, la O.N.U. sólo ha utilizado la palabra cargada legalmente “asentamientos” para describir a las comunidades civiles israelíes (256 veces por parte de la Asamblea General y 17 por parte del Consejo de Seguridad). Ningún organismo ha utilizado alguna vez la palabra en relación con algún otro país con colonos en territorio ocupado.

Nuestras conclusiones no se limitan a cuantificar el doble rasero de la O.N.U.. La evidencia muestra que la afirmación de la organización de representar el interés de la justicia internacional es vacía, porque la O.N.U. no tiene ningún interés en combatir la injusticia a menos que Israel sea el país acusado.

En una época de crisis globales serias—desde un Medio Oriente que se está desintegrando a una guerra terrestre y ocupación beligerante en Europa—los líderes del mundo libre no pueden permitirse tentar a la O.N.U. a caer en sus obsesiones. Especialmente cuando la consecuencia evidente de buscar un chivo expiatorio es que la organización ignora otras situaciones y a personas en necesidad desesperada de atención.

*Eugene Kontorovich es profesor de la Escuela de Derecho Pritzker en la Universidad del Noroeste, dirige el departamento de derecho internacional en el Foro Político Kohelet, un instituto donde la Penny Grunseid es investigadora.

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México