LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Viejos Amigos

Al inicio de mi convalecencia de una reciente intervención quirúrgica vino a visitarnos nuestro amigo Sergio, a quien no veíamos desde hace 14 años; su inesperada visita fue una gran alegría para mi esposa y para mí. Con Sergio y su esposa, Evita, llevamos una profunda amistad desde los ochentas, desafortunadamente ella falleció en el 2001, en China, cuando Sergio se desempeñaba como Cónsul de México en esa nación (Pekín).

Sergio fue compañero en el Banco donde trabajé por cinco lustros, ambos ingresamos al mismo en 1970; empero, nuestra relación data del inicio de los ochentas, cuando empecé a trabajar en el área internacional en la que él se desempeñó la mayor parte de su carrera en el Banco; estuvo a cargo de las oficinas del Banco en Los Ángeles, Cal., en Nueva York y Londres, en esta última cubría también París, Madrid y Frankfurt. Posteriormente se desempeñó en el servicio diplomático de México en Australia y China hasta donde recuerdo. A la muerte de Evita abrió el Consulado de México en Indianápolis, Indiana, donde finalmente se jubiló y se volvió a casar; en esa ciudad reside y allí se formó una nueva familia con los hijos y nietos de su nueva esposa; a la vez mantiene una relación estrecha con la familia que formó con Evita.

Después de 14 años de no vernos y, prácticamente no tener noticias de Sergio, pasamos unas horas muy intensas en emociones, recordando nuestras vivencias. Sergio nos envió un correo electrónico que resume nuestro reencuentro y que dice: León y Jose. No se imaginan el gusto que me dio estar con ustedes ayer por la tarde y compartir historias de vida y de familia como lo pueden hacer los verdaderos amigos. No pareció que hubieran pasado catorce años desde la última vez que nos vimos. Es claro que la fuerza de amistades como la nuestra, cada vez más raras, no se pierde ni con el tiempo ni con la distancia. Me alegra mucho que así sea: querido Sergio, a nosotros también.

Hablando de amistades, el pasado 15 de septiembre recibí un correo electrónico de mi amigo Guo Chongado quien fuera el primer agregado comercial de la embajada de China en México al inicio de los ochentas, con quien establecí una relación personal de amistad y nos hemos mantenido en contacto por más de 30 años; en el correo me escribe de manera muy formal, a saber: Hola Estimado Lic. León Opalín. Le envío este correo para informarle que este año el 15 de septiembre coincide con el 15 de agosto del calendario chino, día en que se celebra la fiesta de la luna, cuando ésta es la mas redonda durante el año, es el símbolo de la reunión familiar; toda la familia y los amigos comen “pasta redonda de luna”. En esta celebración se recuerda a los familiares y a los amigos y todos salen de la casa a ver la luna llena, un dicho alusivo a este hecho menciona que hay que levantar la cabeza para contemplar la luna llena y bajarla pensando en la familia y los amigos. Le digo que estoy pensando y recordando como siempre a mi estimado y respetuoso amigo el Lic. León Opalín. Deseo que usted, su esposa y toda su familia se encuentren bien, con salud y trabajo, reciba un fuerte abrazo.

El mensaje de Guo Chongado es muy emotivo y me hace reflexionar que la amistad es algo que se cultiva durante toda la vida; el cariño, el respeto y la tolerancia son ingredientes fundamentales para este propósito.

En el contexto de la amistad, me siento muy agradecido con varios amigos que previo y después de mi operación a la que hice referencia en la Crónica pasada, estuvieron pendientes por mi salud, particularmente los Javerim (amigos) con los que ceno cada dos semanas. Con varios de ellos tengo relación desde 1955, cuando pertenecíamos a una organización juvenil judía. Me halaga que se preocupen por mí, no solo de pan vive el hombre, debe también alimentar su espíritu y, la amistad, es un ingrediente importante para hacerlo. Asimismo, aprovecho la ocasión para agradecer al Dr. José Luis del Club Deportivo al que estoy inscrito, porque siempre me ha orientado sobre aspectos de mi salud, y en particular, sobre la intervención quirúrgica reciente a que me sometí. José Luis es un joven médico familiar que desempeña su profesión con un alto sentido humanista y con gran efectividad en sus diagnósticos y tratamientos.

Imparable la delincuencia

Un par de semanas atrás fui a cortarme el pelo a una peluquería de una plaza comercial del Sur de la ciudad. El peluquero, nuevo en el establecimiento, vive en Tlalnepantla, municipio del Estado de México, ubicado al norte de la Zona Metropolitana del Valle de México, uno de los más industriales del país, en el que predominan zonas de clase popular y media baja; emplea de 5 a 6 horas diarias para transportarse a la peluquería y de ésta a su casa, una situación muy común para un gran número de habitantes de la Ciudad de México y municipios conurbados.

El peluquero, de unos 45 años de edad, originario de una población rural del Estado de Hidalgo, en media hora me contó la historia de su vida. Me llamó la atención que hace 3 años, saliendo de su casa, sin ton ni son, un joven delincuente, aparentemente drogado o borracho, le disparó e hirió para robarle su celular y alguna cantidad mínima de dinero, el asaltante huyó rápidamente sin que nadie advirtiera su fechoría y el peluquero fue socorrido por unos vecinos que lo llevaron a un hospital cercano. El fondo de este hecho, me lo comentó el peluquero, es que delincuentes de otras zonas se infiltran para robar a su colonia. La gente de la colonia, al igual que en otras, tienen un sistema de aviso para atrapar a los ladrones y consignarlos a las autoridades; no obstante, los vecinos cansados de las fechorías de los delincuentes, que muchas veces secuestran a personas, buscan hacerse justicia por su cuenta, e incluso linchan a los agresores, ésta es una práctica frecuente en muchas localidades del país y está documentada. El peluquero me comentó que meses después el mismo delincuente rondaba en las cercanías de su casa y él dio aviso a los vecinos con un silbato, quienes lo atraparon y lo llevaron a las autoridades.

La historia del peluquero se refiere a actos delincuenciales menores; lo cierto es los que realizan bandas criminales organizadas, involucradas en el narcotráfico, tráfico de armas y personas, extorsiones a personas y empresas, secuestros, robos de combustibles a escala y todo los que podamos imaginar, dominan el panorama nacional creando un clima de inseguridad generalizado que merma la actividad económica, afecta la armonía social y la gobernabilidad.