Estamos acostumbrados a pensar que “modestia” en términos religiosos significa verse mal o mermar la belleza personal. A veces pensamos que para cumplir con el mandato de recato una mujer atractiva debe dejar de arreglarse, esconder sus espejos y olvidarse para siempre de su imagen. Para el judaísmo, esto es un error.

En el judaísmo la idea de modestia viene del concepto: tzniut (recato) que implica todo lo relacionado con la imagen de la persona y su comportamiento en público. Entre los elementos principales de este recato se encuentra la vestimenta; sin embargo, los gestos, el volumen de la voz y los modales también son parte de su observación.

Hay un especial énfasis en el recato de la mujer porque se asume y se entiende la importancia y el cuidado que la misma pone a su imagen y a su aspecto físico. A diferencia de lo que comúnmente se cree, en nuestra tradición una mujer desarreglada, alguien que no se siente a gusto con su imagen, rompe este precepto, incluso a veces más que una mujer que no es rigurosa con su vestimenta.

La idea de tzniut implica tanto formar una barrera que le devuelva la intimidad a la persona, usar ropa larga por ejemplo, como hacer que la individualidad y el carácter (el alma) de la persona se expresen plenamente en su ropa. Esto quiere decir que la persona debe escoger prendas que cubran su cuerpo para que su cuerpo no esté expuesto y sea únicamente suyo, que sea algo sagrado; al mismo tiempo, debe escoger prendas que la hagan verse bien, que disfrute ponerse, con las que se identifique y sienta que mejor reflejan sus sentimientos; ropas en las que se expresa su alma.

Para el judaísmo el cuerpo es sagrado y vestirlo debe ser una alegría y un placer.

En este contexto se incluye el mandato de cubrirse el pelo una vez que la mujer se ha casado.

Esta costumbre ha sido atacada numerosas veces, ha recibido el epíteto de “machista”, “incongruente” y “poco lógica”, muchas de las veces hay personas que juzgan mal que en la tradición ashkenazi y la tradición jasídica se acostumbre cubrir el pelo con una peluca.

Algunas personas piensan que es inservible, ¿cuál es el sentido de cubrir el pelo con más pelo? Además, destacan que a veces la mujer se ve mejor con la peluca que con su propio pelo y piensan que va contra la ley y los principios.

Estas percepciones parten de un concepto erróneo de lo que es modestia dentro del judaísmo y de cuáles son las razones por las cuales cubrirse. El primer error es asumir que la modestia es contraria a la belleza. El segundo error es pensar que la mujer se cubre por los deseos de alguien más, la mujer que usa peluca sabe perfectamente bien que el pelo de la misma no es su pelo, por más bonito, feo, o colorido que éste sea.

La mujer que se pone una peluca la usa porque quiere mantener su pelo para sí misma, es aquella parte de su cuerpo que al cubrirla la hace íntima y que ofrece a su esposo como un acto de amor.

Para la mujer casada, su pelo se convierte en uno de los regalos más bellos que tiene y le da el mismo cuidado que se le da a un objeto sagrado: lo separa, lo protege y lo cuida. Por eso es decisión de ella usar la cubierta que ella considere más propicia para honrarse y honrar su matrimonio.

Muchas veces este artefacto es comparado con una corona y alrededor del mundo muchas mujeres judías lo usan y disfrutan diariamente. Hay todo tipo de cubiertas de todos los colores y formas, que van desde sombreros exóticos cortos y largos, pelucas discretas y telas coloridas; las combinaciones son interminables y la técnicas varían de cultura a cultura. Desde cómo tejer la tela que se coloca una, cómo hacer flores con la misma, y hasta usar distintas capas de colores.

El punto es que, como toda mitzvá, debe ser hecha de corazón y con alegría; hecha como un acto de amor.