Todo el que conoce las películas de Woody Allen ya se ha familiarizado con ese personaje nervioso, hipocondriaco e impulsivo que ocasiona una serie de enredos divertidísimos tan sólo por pensar las cosas demasiado y actuar irracionalmente. Lo hemos visto en Annie Hall como el novio neurótico de Diane Kiton, en Manhattan como Isaac Davis, y como esperma en Todo lo que usted quería saber sobre el sexo, pero temía preguntar.

Y aunque este genio de la comedia ha sido ampliamente reconocido por su esplendorosa y vasta obra cinematográfica, a veces se nos olvida que empezó como escritor. Desde los años 60 este hombre experimentó con distintas formas de humor, escribiendo cuentos cortos para la revista The New Yorker.

Actualmente cuenta con cuatro colecciones de libros de prosa que mezclan cuentos cortos con ensayos. Como en sus películas, Allen lleva el ridículo al punto máximo en sus personajes.

Las historias son emocionantes y te llevan a terrenos poco imaginados; mezclan el mundo real y presente con el mundo pasado e imaginario. Así, por ejemplo, de repente tenemos a un neoyorkino cincuentón a punto de divorciarse teniendo un amorío con Madame Bovary, o en un terreno un poco más tétrico llegamos a conocer al barbero de Hitler, que se ve en aprietos con un cliente un poco intransigente.

En cada uno de ellos, aparte de la extraordinaria comedia, resaltan las críticas y análisis que hace Allen tangencialmente al tejer un mundo de textos que se comunican entre sí. Los cuentos, al hablarte de épocas distintas y al meterte en mundos de otras obras literarias, resaltan características no evidenciadas sobre la literatura y su relación con la sociedad y la historia. Todo esto con una simplicidad impresionante y un uso magistral de la ironía. Los siguientes libros son sus cuatro antologías:

¿Cómo acabar de una vez por todas con la cultura? (Getting Even)

Fue publicado en 1971, es una recopilación de 17 textos que Allen había publicado en revistas a lo largo de la década de los sesenta. Los temas son tan variados que incluyen desde parodias de relatos jasídicos, hasta visitas al terapeuta, o pláticas con el Conde Drácula. El absurdo es el único elemento en común de los cuentos.

Sin plumas (Without Feathers)

Fue recopilado en 1975 y consiste en una serie de ensayos irónicos donde Allen se burla de íconos literarios y espacios académicos. Por ejemplo, su ensayo “Early Essays” parodia el texto de Francis Bacon “Essays”, en esta pieza Allen se burla diciendo que: “El problema principal de la muerte, incidentalmente, es el miedo que tenemos a asumir que no hay una vida próxima – un pensamiento especialmente preocupante para aquellos que se tomaron la molestia de rasurarse”. La herencia, la muerte, en general temas metafísicos son objeto de burla; en otro pasaje, una de las voces narrativas detrás de un personaje aclara “el personaje está basado en mi padre, aunque no tiene un pie tan grande”.

Este libro, aparte de los ensayos, incluye dos obras de teatro “Muerte” y “Dios” que continúan la misma línea burlona.

Efectos Secundarios (Side Effects)

Se publicó en 1980 y consta de 17 cuentos en donde Allen se burla de los críticos literarios y los profesores de literatura. Uno de los cuentos más destacados es “The Kugelmass Episode” (El suceso de Kugelmass), con el que Allen ganó el premio O. Henry.

En este cuento, un profesor de literatura cambia a su terapeuta por un mago que le concede realizar todas sus fantasías en los libros que ha leído.

Pura Anarquía (Mere Anarchy)

Esta colección fue publicada en el 2007, la primera en 25 años. Recopila 18 textos escritos en su gran mayoría para el New Yorker. Tiene un humor muy ácido y trata todo tipo de temas, pero principalmente se concentra en temas domésticos. Así, en esta antología tenemos a una niñera cuyo jefe se droga con Viagra y tiene alucinaciones imaginando que es “Plinio el viejo”; o a un hombre que descubre que “cada vez tarda más tiempo en tomar su bata, porque el universo se está expandiendo” y cada vez su bata está más lejos.

Finalmente, estos libros son piezas que realmente vale la pena leer, ya que es un tipo de humor difícil de encontrar en otros cuentos.