Existen conocimientos que se pueden trasmitir a través de un lenguaje racional, claro y directo. Sin embargo, la sabiduría es vivencial. Cuando queremos ser sabios no nos interesa tanto el qué como el cómo, son más importantes las acciones que el discurso y la forma que el contenido. A veces, los significados más profundos sólo pueden trasmitirse a través de historias, a través de ejemplos.

El Talmud es un libro que está lleno de historias, abarca al judaísmo y al ser humano desde todos sus ángulos y posibilidades. Te enseña sobre leyes, filosofía, historia, metafísica y ética. La historia que presentamos a continuación se encuentra en el tratado de Berajot (Bendiciones), con un humor muy particular enseña sobre la importancia de procurar a los amigos. Esperamos la puedan disfrutar.

El Valor de la Amistad

– Mi querido amigo, rabí Josué, no le había visto desde hace más de treinta días. ¿Qué puedo ofrecerle?
– Podrías ofrecerme una bendición – respondió el rabí.
– Pero, ¿qué bendición sería la adecuada?
– La más oportuna sería “Bendito sea Aquel que nos mantiene vivos, que nos sostiene y que nos ha llevado a encontrarnos”.
– Ésa es una maravillosa bendición – respondió el hombre-. Pero, ¿y si hubiera pasado un año desde la última vez que le vi? ¿Qué habría que decir entonces?
– En esa situación, di: “Bendito se Aquel que resucita a los muertos”.
– ¿…que resucita a los muertos? – exclamó el hombre – ¿Cómo puede ser eso? A los muertos no se les olvida, normalmente, hasta después de un año.
– Sí, eso es cierto – dijo el rabí -, pero si no has visto u oído hablar de un amigo durante más de un año, bien podrías contarlo entre los muertos.

Fuente talmúdica berajot

Fuente: Parábolas del Talmud