La transferencia de un liderazgo. Rab. Yaacob Menken

Hace unas semanas leímos la perashá (porción de la Torá) donde Moisés comienza a transferir el liderazgo judío a Josúe, su discípulo más cercano. “Tomó a Josúe y lo colocó delante de Eleazar el Sumo Sacerdote, y delante de toda la congregación.” (Num. 27:22) Moisés lo hizo siguiendo una orden divina, “Tú darás de tu gloria sobre él, a fin de que escuche toda la congregación de los Hijos de Israel” (27:20)

La gente constantemente se pregunta, ¿por qué la comunidad observante de Estados Unidos estaba tan desorganizada en sus inicios? Existían varios factores por supuesto. Aparte del abandono a las prácticas judías en el barco de Ellis Island, hubo muchos que se separaron de la observancia judía cuando se dieron cuenta que si no se presentaban al trabajo el Sábado, no tendrían trabajo el Lunes.

Sin embargo, rabí Tzvi Hirsch Rabinowitz zt’’l (1848 – 1910) nos enseñó una razón diferente cuando rechazó la invitación a convertirse en el rabino principal de la ciudad de Nueva York en 1888. Según el rabino, la forma en que se organizan las comunidades sigue un orden natural. Para él, primero un grupo de judíos deben organizarse en una ciudad nueva y después, ya establecidos, buscar a un rabino dentro de la comunidad para preservar la práctica judía; este orden no debe ser alterado. Según sus propias palabras, para organizar una nueva comunidad, establecer un nuevo orden con los judíos recién llegados a una localidad nueva se requiere de un rabino como Moisés.

Como lo podemos apreciar tiempo después, lo que hizo crecer a las comunidades judías, no fue el rabino de la sinagoga, sino aquellos que construyeron escuelas de día para educar a la siguiente generación judía, así como Moisés enseñó a Josúe, y en la misma forma que Judá sucedió a su padre Jacobo en Goshén, Egipto, para construir una Casa de Estudios (Beit Midrash).

De esta forma las comunidades continuan, ¡dar a nuestros hijos una educación judía sólida, es la forma en que aseguramos un futuro judío para las generaciones venideras!

Fuente: Rab. Yaakov Menken