Enlace Judío México – Se acerca Purim la fiesta en la que celebramos ser salvados del malvado Hamán. Junto con Janucá es una de las dos fiestas que los sabios instituyeron como día de celebración. Curiosamente aunque ambos días celebran cosas similares, lo hacen de formas radicalmente distintas; uno a través del cuerpo y el otro a través de alabanzas. ¿Por qué estas dicotomías? ¿qué no acaso ambos celebran la salvación de un milagro? Rab. Yehuda Prero nos explica estas diferencias.

Bebe, come y alégrate. Rab. Yehuda Prero

En Purim se nos ordena “comer, beber y alegrarnos.” Este mandamiento crea un contraste directo con la forma en que celebramos Janucá, donde se nos ordena “hacer alabanzas y dar gracias”. La diferencia entre cómo celebramos ambas festividades surge de la diferencia intrínseca que hubo entre los milagros ocurridos en Janucá y los milagros ocurridos en Purim.

Se nos enseña que todas las personas nacen con dos impulsos contradictorios: con el “yetzer tov” la inclinación hacia el bien y el “yetzer ha ra” la tentación, o inclinación hacia el mal. Ambas tendencias están en constante conflicto dentro de nuestra alma; tratan de convencernos que actuemos conforme a los mandatos de Hashem o que los ignoremos. El gozo de este mundo, el placer material son unas de las herramientas que el “yetzer ha ra” usa. Mientras que el mundo venidero y la dicha eterna son esgrimidas por el “yetzer tov”. Comer, beber y otras actividades mundanas claramente caen dentro del dominio del “yetzer ha ra”. Son métodos que usa para hacerle olvidar a la persona sus objetivos espirituales y cambiarlos por instantes de gratificación. La abstinencia de estas actividades generalmente son impulsadas por el “yetzer tov”; comemos y bebemos sólo para servir a Hashem.

La salvación de pueblo judío puede llegar en distintas formas. Ha habido momentos en que la nación se ha visto obligada a responder a una agresión con fuerza y vencer a sus enemigos. Incluso después de la derrota, nuestros enemigos prevalecen como enemigos y la amenaza de una futura persecución perdura. Sin embargo, existen momentos en que logramos cambiar la perspectiva de nuestros enemigos. Dejan de ser una amenaza constante ya que concuerdan con nuestros principios y pueden incluso ofrecer protección y apoyo.

En Janucá celebramos una victoria. Los griegos oprimieron a la nación de Israel. Los macabeos se defendieron y los griegos fueron derrotados. Sin embargo, los griegos, incluso tras haber sido derrotados aún despreciaban a la religión judía y sus adeptos; seguían deseando la destrucción de Israel. La manifestación física del “yetzer ha ra” fue debilitada por ello celebramos de esta forma. No hacemos festejos obligatorios, en vez de ello agradecemos y alabamos. No involucramos en actividades espirituales para fortalecer ese aspecto de nuestra persona. En vez de organizar celebraciones físicas conmemoramos la victoria del justo sobre el malvado, del puro sobre el impuro y realizamos actividades que sean congruentes con esta victoria.

Sin embargo, en Purim la situación fue distinta. Asuero revocó el edicto real que había emitido ordenando el aniquilamiento de los judíos. A la nación no sólo se le permitió defenderse, aparte se le permitió tomar medidas ofensivas contra sus atacantes. Hamán quien era el consejero más cercano al rey, terminó siendo víctima de su propio patíbulo. La manifestación física del “yetzer ha ra” terminó beneficiando a la nación de Israel. Por ello celebramos con las armas del “yetzer ha ra” y las usamos de forma benigna. Festejamos, nos alegramos y damos gracias a D-s usando la bebida y la comida. Este tipo de celebración no es una costumbre, es una obligación.

Fuente: torah.org