Comida de jubilados en Tepozoco

El sábado pasado asistí a la barbacoa a la que convoca Don Paco a los jubilados de Dirección del Banco (en el que trabajé 25 años) dos veces al año. Esta comida me pareció intensa porque conforme pasan los años varios de los invitados presentan crecientes signos de deterioro físico y de insuficiencia en la memoria. Nos saludamos con efusión, reconocemos los rostros y no recordamos cómo se llaman.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

En esta ocasión se presentaron dos personas en silla de ruedas ayudados por enfermeras o enfermeros, y un tercero solo con un acompañante porque no tiene suficiente lucidez. Convidé a un muy buen amigo que tiene cáncer a mi mesa y me sorprendió su gran entereza y buen apetito. Yo tuve un tumor canceroso en el pulmón que me fue extraído hace dos años; hace un mes me hice el segundo Estudio de PET de medicina nuclear y tomografía computarizada que sirve para detectar actividad cancerosa en el cuerpo de una persona. Afortunadamente “salí bien”. De acuerdo al protocolo médico tendré que realizarme 3 estudios más, uno por año. También platiqué con otro jubilado durante un rato, su rostro se me hizo conocido, empero, no me atreví a preguntarle cómo se llamaba, sin embargo, hizo una referencia que de inmediato supe con quién estaba platicando; le mencioné que lo veía muy flaco, me respondió que tenía cáncer en el estómago.

Esta reunión, a la que concurren varios jubilados de más de 80 años, es una experiencia in situ y en vivo de lo duro que es la vejez. Sin embargo, la vejez es una realidad en la que se puede retomar el tiempo perdido para realizar actividades que se abandonaron o nunca se realizaron; viajes, estudios diversos, mayor convivencia con la familia y los amigos, dar tiempo a la reflexión sobre la propia vida del ser humano.

En este contexto, es importante que los ahora llamados eufemísticamente de la tercera edad, superemos la visión tradicional de que esta etapa de la vida es deficitaria, “en donde todo es pérdida y deterioro, consecuencia de cambios biológicos, sicológicos y sociales que se producen en el individuo que envejece, a una nueva vejez activa, en la que las personas mayores tengamos un significado para vivir activamente de manera creativa y esperanzada”. Es importante que en una sociedad como la mexicana se superen los mitos, estereotipos y prejuicios que influyen y desvanecen el deseo que ahora tenemos los viejos en nuestro interior para que la vida tenga un sentido, que motiven la existencia.

Los adultos mayores ahora tenemos más posibilidades para prolongar nuestra vida en virtud de los avances tecnológicos en la medicina; el reto para esta etapa es de índole económica, tener los recursos necesarios para vivir y el apoyo y el cariño de la familia para alimentar el alma.

La Opera la Cenicienta

El pasado 28 de abril fui con mi esposa a la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario a escuchar y ver la transmisión directa en vivo desde el Met de Nueva York, la versión de la obra La Cenicienta de Jules Massenet (1842-1912) con una duración de casi 3 horas en 4 actos. La escenografía, el vestuario y el elenco como siempre extraordinarios. Destacaron las voces de la Mezzosoprano Joyce Di Donato (Cenicienta), la de la soprano Kathleen Kim (la madrina) y la de la Mezzosoprano Stephanie Blqthe (La Madrastra); y los integrantes del Ballet muy profesionales y simpáticos lo que provocó la risa de los espectadores.

El maestro Juan Arturo Brennan señala que el catálogo de óperas de Massenet es de casi 40 títulos, incluyendo algunas partituras que se perdieron o fueron destruidas por el compositor, también incluye dramas sacros y profanos, música incidental y varios ballets. La versión de Massenet del viejo cuento de hadas no está entre sus óperas más exitosas, pero la historia original ha tenido gran resonancia entre varios compositores famosos, la más popular fue la Cenerentola (1817) de Gioaccino Rossini (1792-1868). La primera presentación de la Cenicienta de Massenet en el Reino Unido se llevó a cabo en 1928 y el estreno en EUA ocurrió en Nueva Orleans en 1902. En el Met de Nueva York, la primera presentación de este compositor se dio hasta el 12 de abril de este año.

El personaje de la Cenicienta de Massenet y la fantasía de hadas que premian la bondad, zapatillas que conforman el amor y madrastras y hermanastras que reciben su castigo, logran de este compositor un hermoso tratamiento, con sus bellas y suntuosas melodías y la plena exhibición del virtuosismo belcantistico de sus principales protagonistas.

A propósito del populismo en México

Ante la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pudiera ganar los comicios presidenciales el primero de julio próximo y establecer un régimen populista en el país, se escuchan diferentes interpretaciones del significado del populismo, concepto que es difícil de acotar. En este contexto, presento parte del análisis que Manuel Sánchez González, ex gobernador del Banco de México y columnista de El Financiero, presentó el 10 de enero pasado.

Manuel Sánchez González indica que lo común de las diferentes interpretaciones del populismo, es que la sociedad se divide en dos grupos, juzgados antagónicos, la gente común, la mayoría o el pueblo, por un lado, y las elites, que son minoría.

Los populistas se autoproclaman como representantes auténticos del primer colectivo, para reivindicar sus derechos a expensas del segundo. En la mayoría de los casos esta posición se combina con un liderazgo carismático, muchas veces el objetivo se resume en una ruptura con el establishment. Esta visión tiene, por lo menos, tres implicaciones. La primera que el populismo requiere, para su existencia, de un grupo de personas al que puede culpar de todos los problemas.

En las naciones en desarrollo, la concentración del ingreso, con frecuencia percibida como alcanzada de forma ilegítima, convierte a los ricos en el blanco natural de la inconformidad. De ahí que históricamente, el populismo en esos países haya pretendido ser de carácter “incluyente”, mediante la aplicación de políticas redistributivas. Por el contrario, en las naciones desarrolladas, la crisis financiera reciente y sus secuelas parecen haber avivado la animadversión hacia los extranjeros. Entre otras formas, ésta se ha manifestado en la oposición a la inmigración, a las importaciones y a la inversión en otros países.

La segunda implicación es que el populismo tiende a favorecer políticas que pueden tener un éxito inmediato, pero, tarde o temprano, imponen un costo a la población. Una razón de esta temeridad es la concepción antagonista de la sociedad, que conduce a interpretar la actividad económica como un juego suma cero, donde para que unos ganen otros deben perder.

De hecho, parte de la ilusión populista es suponer que, si las medidas implementadas tienen algún costo, éste recaerá principalmente sobre las minorías que supuestamente causan las dificultades. Paradójicamente, lo contrario tiende a ocurrir. Así, tradicionalmente el populismo en América Latina ha buscado la justicia social, entre otras vías, mediante la expansión del gasto público, los controles de precios y las expropiaciones. En un inicio, estas medidas han impulsado el crecimiento económico. Sin embargo, la ausencia de disciplina fiscal y monetaria y el deterioro del ambiente productivo han desembocado en crisis de balanza de pagos, aceleración de la inflación, desabasto y recesión. El caso paradigmático actual es Venezuela. Ahí, como en otros episodios, la población más afectada ha sido la más pobre. De forma semejante, las medidas de aislamiento promovidas por las agendas populistas de los países desarrollados podrían generar algunos beneficios inmediatos, por ejemplo en términos de empleo, pero rápidamente decepcionan.

Lo cierto es que el populismo ha avanzado porque en buena medida, refleja inquietudes legítimas de muchas personas; un descontento por el tratamiento desigual a diferentes grupos de la población que reciben frente a la ley, lo que se traduce en favoritismo y corrupción. El deterioro del sentido de justicia daña la credibilidad de las instituciones y fomenta la división social, pieza fundamental del populismo. En la medida que AMLO aparece en entrevistas y debates muestra su cara de violencia, irracionalidad e intolerancia, esta actitud está debilitando su imagen ante un creciente número de sus simpatizantes; confío que finalmente el voto razonado prive entre los electores y se evite que México caiga en las redes de una dictadura.