Enlace Judío México- Imaginemos un mural enorme de 50 metros de ancho y dos de largo, donde se presente el relato completo de Génesis. Pero no se trata de un mural cualquiera: los detalles se adaptan fielmente a lo prescrito en la  Torá, la Guemará, la Cábala, los comentarios y los midrashim.

Rabinos revisaron la obra y dictaron cambios, mientras el mismo pintor se abocó al estudio de los textos bíblicos judíos, en su estudio, “dejando su ego a un lado”.

Éste es el reto al que se enfrentó Mauricio Avayú, pintor judío chileno que inició la elaboración de su mural en el 2012 y espera terminarlo en el 2023.

“El producto final son 100m2 de cuadro, con 8.5 de radio, donde vas a poder girar 360 grados y ver la Torá en imágenes completas. Si tomas en cuenta que algunos detalles, como los ojos de los ángeles, son de 2 mm, es un trabajo de varios años”.

El éxito de Avayú ha traído la obra a México; la inaugurará hoy en el Museo Diego Rivera de Guanajuato.

El 9 de septiembre, este enorme mural será trasladado a la Ciudad de México y expuesto en el Centro Deportivo Israelita, donde tendremos la oportunidad de admirarlo.

8 PARTES PARA OCHO COMUNIDADES JUDÍAS EN MÉXICO

Pero Avayú tiene una idea para ampliar el alcance de su proyecto: que este mural sea una fuente de unión entre las distintas comunidades que conforman el ámbito judeo mexicano: “El mural tendrá 40 partes, porque es un número cabalístico. Lo que llevaré a México serán 8 partes del Bereshit.

Cada cuadro en sí mismo es parte de un todo y esto hace que sea uno. De alguna manera es que el refrán de esto sea “8 para 1 y 1 para 8”. Porque de alguna manera uno es Dios, los 8 cuadros están en función de Dios y Dios hace que estos cuadros lleguen a la persona.

Dentro del judaísmo hay distintas líneas y formas de pensar que muchas veces chocan y no encuentran congruencia en la forma de ser judío entre uno y otro. Pero si tienen un elemento en común que en el fondo es la Torá, que es Dios, frente a eso tienen que juntarse. Si cada comunidad tuviera una parte de este mural y una vez al año cada una juntara su parte y se armara este mural nuevamente, porque hay elementos que pasan de un cuadro hacia el lado y viceversa. Para poder entender la obra hay que tener las 8 partes.

Por eso es que el proyecto en general, en su totalidad es un círculo. Porque al final es un ciclo. Es importante que esté la pieza del lado. El concepto bello es que nos vamos a unir en función de la Torá y gracias a ella.

Cada parte va coincidir con la línea de cada una de las comunidades”.

“TODO EN LA TORÁ TIENE SU RAZÓN DE SER”

En sus propias palabras, “todo lo que pasa lo elige El de arriba, uno no puede tratar de disponer cosas”. Por lo tanto, ha de ser por mandato divino que Avayú decidió realizar su mural al observar, en las obras de Miguel Ángel, las incongruencias entre la imagen y la historia bíblica; como, por ejemplo, el hecho de que la serpiente estaba enrollada en el árbol aún antes del castigo divino que la dejó sin patas.

Otra contradicción es el hecho de que, en la pintura renacentista, D-os le transmite la vida a Adán mediante el dedo, cuando la Biblia dicta que fue mediante el soplo Divino.

Avayú quiso iniciar este proyecto apegándose a la tradición judía, al origen de la Biblia: “Se dice que la Torá no son las letras negras sino el espacio en blanco en medio”.

Tomó la tarea como “una forma de buscar, escarbar, de desvestir la Torá. Es como cuándo se saca del Arón Hakodesh, hay que desvestirla, disfrutarla, profundizar en ella”

Quiere transmitir, a través de su pintura, el sentido profundo: “No quiero consagrarme en qué bello te quedó una mano o un rostro”, sino procurar que el texto no quede en lo literal, que trascienda en función de la imagen; que lo entienda incluso un niño o alguien que no sabe hebreo. Y que le quede grabado para siempre

“La Torá es un manual codificado para poder funcionar en este mundo, y la Cábala de alguna manera te explica las reglas del juego, para entender qué nos pasa. En el fondo no somos solo un cuerpo y un alma, sino una chispa divina, parte de Dios. El aprender es como las capas de una cebolla, cada vez vas aprendiendo más y muchas veces tienes que modificar el cuadro o volverlo a pintar, y puedes pintarlo mil veces”.

Para ello, el artista tuvo que ceder parte de su libertad y adquirió un cierto grado de humildad: “Eres sólo un instrumento”.

SUS OBRAS SE VENDEN MIENTRAS ESTÁN EN PROCESO DE SER PINTADAS

Su debut artístico bíblico fue de niño, cuando sus trabajos fueron elegidos para el anuario de la escuela. Estudió diseño industrial y conoció al pintor Hernan Valdovino quien estudió en Florencia y lo inició en una técnica que le permitió llegar a los detalles: “Si puedes hacer brillar un ojo de 2mm, puedes hacer lo que sea”.

Hoy, sus obras son encargadas cuando están en proceso: “Los clientes se enganchan con la historia en sí, más que con la imagen. La historia es lo que manda.La gente se siente identificada. Cuando alguien decide llevarse un cuadro a su casa es porque le emociona la historia. Cuando tienes una historia y ves (en ella) a tus padres, a tu hijo, a tus nietos, etc., ese cuadro se va a quedar en la casa y se heredará de padres a hijos.

Una psicóloga en Chile me decía que mis cuadros emocionan porque hay un sentido en cada elemento que tienen.

Hoy en día vivimos en una sociedad en la que carecemos, en todo lo que hacemos, de sentido. Cuando se enfrentan a una obra bíblica, le llega a la gente y quieren hacerla suya; como por reflejo, empiezan a entender que sí se le puede dar sentido a la vida“.