Enlace Judío México – Piensa en cuántas veces te has sentido perdido, de repente no puedes distinguir lo que está bien de lo que está mal; no sabes hacia dónde debes dirigirte, si tu vida tiene dirección o no. Imagínate que hubiera un lugar al cual puedes ir a disipar esas dudas. Desde el momento en que entras sientes paz interna; tu corazón y tu mente se clarifican, dejan de pugnar y te es completamente claro cómo continuar tu camino. Así era el Gran Templo que existía en Jerusalén.

Gente de todos los pueblos iba a este recinto a conocer a D-os. Reyes, sacerdotes y campesinos llegaban al lugar y eran recibidos sin importar su prestigio, origen ni riqueza económica. Era el único sitio en la tierra donde era posible conocer a D-os. Los textos sagrados nos dicen que en este lugar se encontraba la Presencia de D-os, lo que quiere decir es que cualquier persona que entraba al recinto tenía comunicación directa con la Divinidad desde el momento en que cruzaba el umbral. La persona sabía que estaba frente a D-os y lo sentía físicamente. Dejaba de tener dudas, y por algunos momentos llegaba a una certeza absoluta.

Hoy en día podemos entrar en contacto con D-os en cualquier lado del mundo; a través del rezo, de la naturaleza y del estudio de Torá. Sin embargo, nunca vamos a llegar al nivel de intimidad que se alcanzaba en el Templo de Jerusalén. Por más cercanía que sintamos, por más alegría o miedo que nuestro rezo nos provoque, siempre hay un ápice de duda en nuestro corazón, siempre hay una pequeña distancia, una barrera delgada que no logramos romper entre nuestra alma y nuestro Creador. El Gran Templo rompía con esas barreras.

Era el lugar donde se centralizaba toda la espiritualidad judía. Ahí se hacían los servicios religiosos, las ofrendas y los eventos de mayor importancia; 180 “mizvot” (de 613) son referentes al Templo y hasta la fecha todas las sinagogas del mundo se dirigen a Jerusalén, porque seguimos esperando la reconstrucción de este recinto tan sagrado. Para entender un poco más la profundidad de su existencia haremos un pequeño recuento histórico.

Historia del Gran Templo

La historia de este lugar empieza desde hace milenios, con Jacobo nuestro patriarca. La Torá nos narra que en su viaje a Canán Jacobo se detiene un momento a descansar sobre unas rocas. Mientras duerme tiene un sueño donde ve una escalera que sube al Cielo y ángeles que ascienden y descienden por ella conectando al Cielo con la Tierra. Al despertarse Jacobo vio que “D-os está en este lugar”. Esa es la primera vez que se sabe de un lugar físico que será habitado por la Presencia Divina, es una referencia velada al Gran Templo que el Talmud esclarece. Después del sueño, Jacobo sabe que en algún momento existirá un lugar físico donde el hombre y D-os puedan conectarse uno a uno como él lo vio con la escalera.

Sin embargo, no fue hasta varios siglos después que D-os, a través de Moisés, ordena al pueblo judío construir “un lugar sagrado para habitar entre ellos.” Así fue cómo por primera vez en el mundo existió un espacio que la Presencia Divina podía habitar. A este lugar se le llamó el Tabernáculo; era un santuario movible en el cual se guardaban las Tablas sagradas que Moisés había recibido de D-os. En este santuario se encontraba el corazón de la búsqueda espiritual del pueblo judío en su travesía por el desierto. Ahí Moisés escuchaba la voz de D-os, que acompañó al pueblo judío por más de 40 años.

Cuando el pueblo judío entra a la tierra de Israel nuevamente, el Tabernáculo fue colocado en el Monte Guilgal durante 14 años, mientras se terminaba la división y reconquista de Tierra Santa. Más adelante se construyó un santuario de piedra en Shiloh, donde la tela del Tabernáculo fue colocada. Este lugar permaneció como recinto sagrado durante 369 años y al final de ese tiempo, el Tabernáculo se movió a Nov y después a Guivon.

Más adelante, durante su reinado, David, recibe a través del profeta Natán los planos y la misión de construir el Primer Templo. Sin embargo, él mismo sabe que será su hijo quien finalmente lo construya. No fue hasta el año 833 a. E.C. que finalmente el rey Salomón puede empezar la construcción del mismo. Tardó siete años en terminarse la obra, decenas de miles de hombres fueron empleados para realizar las labores necesarias. El Arca de la Unión, donde se encontraban las Tablas de la Ley fueron llevadas a este recinto y la tradición sostiene que las reliquias del Tabernáculo fueron sepultadas bajo su estructura.

Durante 410 años se pudieron realizar diariamente las ofrendas y labores de servicio al templo. Sin embargo, gracias a los pecados de la monarquía judía, la idolatría del pueblo y la división interna de la nación, D-os castigó al pueblo judío y permitió la conquista de Babilonia a Israel. De los dos reinos judíos que existían, el primero en caer fue el reino de Samaria en el Norte; conquistado por los asirios en el año 555 a.E.C. Ciento treinta años después caería el reino de Judea en el Sur.

En el año 434 a.E.C. Nabucodonosor marchó sobre Judea e impuso al rey Zedequías al cual creía débil y manipulable. Sin embargo, dicho rey era temeroso de D-os y se reveló contra el emperador asirio. Así que Nabucodonosor marchó sobre Jerusalén y destruyó la ciudad en el año 424 a. E.C. En este lapso de tiempo el Gran Templo fue destruido, la Asamblea de Sabios y los sacerdotes masacrados; y millones de personas asesinadas. El pueblo judío cayó en el Exilio.

Sin embargo, pese a su aparente fortaleza los babilonios no tendrían fortuna por mucho tiempo. Tan sólo medio siglo tras la conquista de Jerusalén imperio persa invade Babilonia y permite a los judíos regresar a su tierra y restablecer su capital. En el año 353 a.E.C. justo 70 años tras haber sido destruido comenzó la reconstrucción del Gran Templo de Jerusalén, que sería terminada en cuatro años.

Durante 420 años Jerusalén volvió a ser el centro de la espiritualidad judía, rebosante de vida y movimiento. Durante este periodo tan extenso de tiempo los judíos vivieron bajo el yugo de numerosas naciones, pudiendo pactar con ellas para preservarse. La primera fue el Imperio persa que permitió la reconstrucción del Templo, la segunda sería Grecia quién prohibiría muchas de las prácticas judías; provocando así la revuelta de los asmoneos. Durante un tiempo breve sería restaurada una monarquía judía nuevamente sólo para caer a manos de los romanos; quienes finalmente tras riñas políticas volverían a destruir Jerusalén y exiliar a los judíos.