Enlace Judío / Rab. Johnathan Sacks – Existen dos tipos de mandatos; los preceptos de autocontrol que nos impiden dañar nuestro entorno tanto humano como natural y los mandatos positivos, que son actos de amor hacia el mundo como la Creación de D-os o hacia el hombre como imagen de D-os. Del segundo tipo, el más grande de todos es la tzedacá: el amor como justicia (a veces traducido como ‘caridad’).

El mundo no es siempre justo, ni equitativo, o imparcial. Nuestro deber es hacer que lo sea ayudando a aquellos que lo necesitan, compartiendo un poco de lo que tenemos con los demás. Este acto de compartir es un poco más que caridad. Significa reconocer que lo que tenemos, nos lo dio D-os, y uno de los objetivos que tienen los regalos de D-os es que nosotros mismos aprendamos a dar. De esa manera aprendemos a imitar a D-os y “caminamos en Sus vías.”

El mercado genera riqueza: esa es su virtud. Sin embargo, no la distribuye en una manera que acabe con la pobreza y le proporcione a todos una forma de vida digna. Esa es su debilidad. Frente al problema existen dos posibilidades: abandonar el mercado o mitigar sus efectos negativos. El primero se intentó y falló. El segundo se puede hacer a través de dos medios distintos: a través del gobierno (impuestos y prestaciones sociales) o a través de los individuos. El gobierno puede hacer bastante, pero jamás será suficiente. Tzedacá es la forma judía de decir que todos tenemos responsabilidad. Cada uno de nosotros tenemos la obligación de dar.

Tzedacá significa ambas justicia y caridad, creemos que una no puede estar presente sin la otra. La justicia es impersonal, la caridad es personal. Llamamos a D-os Avinu Malquenú, ‘Nuestro Padre, Nuestro Rey’. Un Rey administra justicia, un padre da su hijo regalos de amor. Ese es el significado de ‘tzedacá’, un acto que combina tanto justicia como amor. Dar a otros es una de las cosas más bellas que podemos hacer y una de las más creativas. Creamos posibilidades para otras personas. Aliviamos algunas de las asperezas más duras de nuestro mundo. Ayudamos a aliviar la pobreza y el dolor. Le damos a D-os aquello que más desea de nosotros: que honremos Su imagen en otras personas.

Ningún otro acto sitúa al judaísmo como una religión de amor como lo hace el énfasis tan marcado en la tzedacá. No aceptamos el hambre, la pobreza, el desamparo como el deseo de D-os. Al contrario, el deseo de D-os es que curemos dichas fracturas que existen en Su mundo. Así como D-os da alimento al hambriento, también debemos hacerlo nosotros. Así como D-os cura al enfermo, también debemos hacerlo nosotros. Nos hacemos buenos haciendo el bien. Caminamos en las vías de D-os ejerciendo el amor.

Fuente: rabbisacks.org