Enlace Judío México / Martín Buber – En un momento se acercó una comisión a Rab. Mendel de Kosovo para quejarse de un carnicero en su pueblo. Después de que hubieron enumerado una serie de actos equivocados, la delegación le pidió al sabio que retirara a esta persona de su oficio. Pero una de las personas que había llegado con ellos contradijo lo que sus compañeros habían dicho y afirmó que sus declaraciones nacían del odio y el chismorreo. Rabí. Mendel decidió en favor del carnicero. Los otros le reclamaron amargamente porque había escogido creer la opinión de un sólo hombre por en cima de la opinión de la mayoría.

“Las Escrituras nos narran,” dijo “que D-os le ordenó a Abraham entregar a su hijo como una ofrenda, y Abraham se preparó para obedecer. Sin embargo, un ángel lo detuvo y en ese instante obedeció la voz del ángel aunque D-os mismo no había revocado Su mandato. Lo que la Torá nos enseña en este pasaje es lo siguiente: Nadie sino D-os nos puede ordenar destruir a un hombre, sin embargo, si el ángel más pequeño se acerca a nosotros después de que la orden haya sido dada y nos advierte: ‘No levantes tu mano sobre …’ estamos obligados a obedecerlo”.

Fuente: Tales of the Hasidim