Enlace Judío México e Israel.- Una de las múltiples aspiraciones de un cineasta ha sido la tiranía del tiempo para cuando en un futuro se exhibiera su película, ésta no se viera envejecida y fuese vista con el entusiasmo de la primera vez. Enamorada (México, 1946, 99m) del famoso director mexicano Emilio Fernández, más conocido como el “Indio”, cumple a cabalidad dichos requisitos y quien desde el más allá se sentiría halagado. Enamorada fue vista de nueva cuenta con genuino entusiasmo 72 años más tarde en el programa revivals de este 56 festival neoyorquino.

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La película cuenta con un guion escrito por el Indio que derrocha un gran sentido de humor. Además, están las poderosas actuaciones de María Félix, como la bella y altiva Beatriz y Pedro Armendáriz, como el varonil General de la Revolución Mexicana que sufre un coup de fudre y queda mesmerizado ante la personalidad de Beatriz.

El problema que tuvo la cronista con esta película fue doble; uno, no sabía si la había visto o no. El otro, fue que en esta misma sala el año pasado, mientras veíamos un thriller de Vincent Minelli, hubo un fuego y tuvimos que salir para dejar entrar a los bomberos. Afortunadamente, el único fuego que hubo en esta ocasión, fue el que provenía de la pantalla, porque este apasionado General no sabía cómo conquistar la voluntad de la díscola Beatriz. Y en cuanto si el filme fue visto o no, quedó resuelto en el instante en que ocurre la explosión de perlas que inunda la pantalla y Beatriz va por su rebozo… ¿Cómo olvidar esa secuencia de Enamorada que es de antología? Imposible, es inolvidable.

Dicen que el Indio era presumido de su obra y si el rumor es cierto, le concedo razón, pues él puso muy en alto al cine mexicano a nivel mundial.

La Flor (Argentina, 2018, 807m) de Mariano Llinás no es una serie buena, sino buenísima. Los 807 minutos de este filme se dividen en seis episodios que, a su vez, se subdividen en capítulos. Las actrices (Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa) son siempre las mismas que, vestidas de negro, duchas en idioma, artes marciales y en el manejo de las armas. Siempre atentas para cumplir la misión de espionaje y asesinatos que les sean requeridos.

En general, ellas poseen una fuerza vital aunque al gran final son unas solitarias. Excepto en un primer episodio, una de ellas es víctima de sus sentimientos, pues se da cuenta que se ha enamorado de un imbécil, pero decide seguir con él. ¿Cómo explicar esta serie tan compleja? Llinás tardó diez años para estructurarla. Se pueden señalar algunos puntos. Por ejemplo, el capítulo dedicado a la mosca tse tse, donde vemos a un actor con un matamoscas persiguiendo al insecto y hablando del peligro tan grande de su picadura. Pero no nos engañemos, la picadura mortal es simbólicamente la iluminación que tiene un espía cuando se percata que está trabajando para el lado equivocado. O sea, tendrá que cambiar de bando sin que se den cuenta. Y si el espía, en este caso es muda, las cosas se complican más.

Otro episodio tiene lugar en un campo donde se entrenan guerrillas. Un tipo al ver a la hija de un prominente guerrillero le espeta: “Tú eres una hija de pu.., eres “La Niña” que traicionaste a los tuyos.” Y ella con toda calma contesta: —–“Sí, soy “La Niña” y he traicionado a los míos y asesinado a muchos. Así que, imagínate cabrón, lo que no haría contigo.”- La serie de Llinás fue dividida en tres partes y exhibida en tres días diferentes con varios intermedios para cualquier urgencia fisiológica. En los créditos del final, a pesar de que fueron extensos, el público permaneció sentado escuchando, repetidamente, una canción preciosa y pegajosa. Después, vino el aplauso.

 

Continuará…

 

 

 

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