Enlace Judío México e Israel – El deseo es el pilar de la sexualidad.

El deseo nace de varias fuentes; biológicas, psicológicas, sociales, culturales, relacionales, etc. Y es provocado por estímulos, tanto externos como internos, en los que se involucran: el modo de vida, la educación, las hormonas, las fantasías eróticas, los sentimientos y más.

Por mucho tiempo, siglos, se ha sostenido la idea de que la sexualidad del hombre y la de la mujer son muy distintas.

Sin embargo, los cambios sociales iniciado a mediados del siglo XX, entre los que se incluye inicialmente la liberación femenina que se ha transformado en la igualdad de género, ha venido demostrando que las diferencias son más culturales y sociales que biológicas y mentales.

Una definición de diccionario de género es: ‘los atributos socialmente construidos, roles, actividades, responsabilidades y necesidades predominantemente relacionados con la pertenencia al sexo femenino o masculino en determinadas sociedades y comunidades en un momento dado’.

Es obvio que existen diferencias fisiológicas entre los dos sexo, pero estas no son antagónicas. Su razón de ser es complementarse. No hay un género que sea superior y otro inferior. Precisamente las diferencias son las que, bien entendidas, promueven el deseo, hacen placentero el sexo y permiten la continuidad la especie humana.

El deseo y la excitación sexuales se originan en la parte más primitiva del cerebro, el hipotálamo. Ahí se generan una serie de reacciones químicas que hacen que nazca el deseo y el cuerpo se prepare para el sexo.

Esas reacciones químicas producen substancias llamadas hormonas, una de ellas es la testosterona, llamada la hormona del deseo. En los hombres se produce en los testículos y en las glándulas suprarrenales y en la mujeres, en los ovarios. En los hombres, esta hormona se produce en mayor cantidad que en las mujeres, lo que podría hacer pensar que el deseo del hombre es más intenso, pero no es así porque el cuerpo femenino es más sensible a la testosterona, lo que hace que se compense.

En el cuerpo de las mujeres, también se produce otra hormona, la progesterona, variando de acuerdo al ciclo menstrual, aumentando poco ante de la ovulación, cuando el deseo femenino alcanza su apogeo.

Pero el deseo no solo involucra la química corporal; también entran en juego factores psicológicos.

La percepción (errónea) de que las mujeres manifiestan menos deseo sexual que los hombre tiene su origen en la educación, la cultura, las prohibiciones sociales y religiosas milenarias, que todavía ejercen presión importante sobre ellas, aunque eso está cambiando.

Una de las diferencias importantes estriba en que para la mujer el deseo sexual no es puramente hormonal, sino que está relacionado con la estabilidad emocional que sienta con la otra persona mientras que el hombre es más capaz de disociar el deseo sexual y los sentimientos; puede apetecerles hacer el amor con una persona de la que no están enamorados y, por el contrario que para la mujer, el deseo sexual y su satisfacción sería una manera de crear esta conexión y no una consecuencia de la misma. Cuanto más cercanos se sienten de su pareja más intensa es su libido.

Deseo sexual y edad.

El deseo sexual en el hombre comienza en la pubertad y aumenta muy rápidamente, para comenzar a disminuir, en promedio, entre los 50 y lo 60 años, al parejo de la disminución de producción de testosterona. A esto se le llama andropausia y varía de individuo a individuo, con base en su estado de salud, su genética, estilo de vida y actitud.

En la mujer, se piensa que comienza un poco más tarde y se incrementa más lentamente, para llegar a su madurez entre lo 35 y los 50 años, cuando la reducción en la producción de estrógenos y de testosterona en los ovarios producen la menopausia, y la libido puede disminuir, pero como los factores psicológicos también influyen el deseo no tiene necesariamente que ser afectado. Al contar con más tiempo para ellas y su pareja, le dan más importancia a su vida sexual. En esta etapa de su vida, la mujer tiene a menudo una marcadarenovación del deseo sexual.

Estudios recientes muestran que para muchas mujeres (sino para la mayoría) el deseo es el resultado y no la causa del sexo. De acuerdo con esto, la razón principal de la mujer para tener sexo no es para tener orgasmos, sino intimidad. Esto significa que los hombres buscan intimidad para conseguir sexo, mientras que las mujeres hacen todo lo contrario. Estar satisfechas emocionalmente en su relación tiene más influencia en el deseo sexual que los niveles de testosterona u otros factores biológicos.

Momentos para el deseo.

También en el reloj biológico de lo hombre y de las mujeres hay diferencias. En los hombres, la producción de testosterona aumenta hasta en 30% durante la madrugada, por lo que en la mañana su deseo es mucho mayor, mientras que las mujeres sienten más deseo por la noche, cuando están más relajadas y tranquilas.

También la época del año influye; En primavera, el nivel de estrógeno en la mujer aumento, al parejo que su deseo mientras que, en el hombre, este aumenta al comienzo del verano.

Conclusiones.

Todos los factores mencionado, con frecuencia causan que quién tiene más deseo se sienta frustrado o rechazado por su pareja, cuando las verdadera causas son biológicas e involuntarias para ambos. De ahí la importancia de uno de los elementos importantes para una vida sexual satisfactoria; la comunicación. Cuando cada miembro de la pareja expresa lo que siente y el otro lo escucha sin juzgar, es posible llegar a acuerdos mutuamente satisfactorios en los que cada quien ceda un poco en los momentos de diferencia y la simple plática, aderezada con algunas caricias, puede nivelar la temperatura del deseo de ambos. El ceder y esforzarse un poco en este terreno no es perder; todo es ganancia.

Estudios recientes muestran que para muchas mujeres (sino para la mayoría) el deseo es el resultado y no la causa del sexo. De acuerdo con esto, la razón principal de la mujer para tener sexo no es para tener orgasmos, sino intimidad. Esto significa que los hombres buscan intimidad para conseguir sexo, mientras que las mujeres hacen todo lo contrario. Estar satisfechas emocionalmente en su relación tiene más influencia en el deseo sexual que los niveles de testosterona u otros factores biológicos.

Es una creencia generalizada que, para la mayoría de los hombres, el sexo es básicamente un juego genital, por lo que muchos evitan las caricias íntimas, las que perciben como un estorbo que pospone la acción real mientras que el deseo de la mujer es más sensual, incluye mucho más a todos los sentidos. Las caricias suaves por todo el cuerpo no solo mejoran la experiencia de las mujeres a la hora de hacer el amor, sino también la del hombre.

Un estilo sexual que incluya todo el cuerpo como el que lleva a las mujeres a experimentar el deseo es igual de efectivo para los hombres que quieran aumentar y mantener las erecciones y controlar las eyaculaciones. Jugar con caricias por todo el cuerpo tendrá resultados satisfactorios para los dos. Le brinda a la mujer el tiempo necesario para experimentar deseo y entusiasmarse, además de mejorar la función sexual del hombre, mejorando la satisfacción de ambos

El deseo sexual está muy ligado a la salud general de la persona, incluyendo la mental. Así, al cuidar esta, podemos mejorar al primero y viceversa.

¡Salud!


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