Enlace Judío México e Israel – Algunas definiciones de diccionario de deseo son:

  • Movimiento afectivo hacia algo que se apetece.
  • Impulso, excitación venérea.
  • Anhelo con vehemencia.
  • Sentimiento de apetencia sexual hacia alguien.

El origen de la palabra deseo, en latín es desidium, que significa ocio, libido y libido, término popularizado por Freud, a su vez está relacionada con el deseo sexual latente y con la lujuria. Curiosamente, su origen es del indoeuropeo, leubh, amor, de donde vienen love en inglés, liebe en alemán y muchas más

A diferencia de lo que sucede con el amor, que se considera como un sentimiento de afecto hacia algo o alguien, que nos llega de fuera, como la mitológica flecha lanzada por Cupido, de lo que no tenemos control, el deseo tiene causas muy definidas y no depende de manera alguna del azar.

Estos orígenes son: biológicos (genéticos e instintivos), sociales y culturales

El deseo, atracción sexual que se dispara automáticamente, es instintiva e independiente de lo que uno piense o crea, es una energía que se siente en el cuerpo y se presenta más rápidamente que los pensamientos.

Los sentidos lo perciben antes que la mente. La vista, el oído, y de manera muy importante, el olfato, mandan el mensaje inicial de atracción, que es totalmente independiente de nuestras elecciones conscientes, conveniencia y principios.

El cumplimiento del mandamiento “creced y multiplicaos”, desde el punto de vista natural, biológico, obedece a ciertas reglas que tienen como fin la preservación y mejoramiento de la especie. Así, los hombres son atraídos a mujeres que tengan características que prometan ser generadoras de crías sanas y en buen número; Los pechos grandes son señal de buena capacidad de amamantar, las caderas anchas, menor dificultad al parir. Los ojos grandes, habilidad de observar y ver, tanto el peligro, como los alimentos, la piel limpia y una buena dentadura son señal de un buen estado general de salud, la nariz respingada, capacidad olfativa. Algunas costumbres modernas son residuos ancestrales de esas épocas. Por ejemplo, el que la mujer use lápiz labial, en especial, de color rojo, es una simulación de la coloración que adquieren los labios vaginales cuando la hembra prehistórica ovulaba, lo que indicaba al macho que era el momento de mayor fertilidad, oportuno para fecundarla.

A su vez, las mujeres buscaban hombres que garantizaran la transmisión de una carga genética saludable. Estos eran los que tenían una buena constitución física, hombros anchos, eran ágiles y con buen equilibrio y características faciales que denotaran poder, como mentón amplio, cejas gruesas, pómulos prominentes, etc.

Además de esto, estaba también el aspecto dinámico, la manera de moverse. Resultaba más atractiva una postura muscularmente tónica, no decaída, con el abdomen plano, el pecho alzado, el cuello recto y mirada firme hacia el frente.

Hasta aquí todo parece depender del sentido de la vista, pero el olfato tiene un papel preponderante, aunque menos palpable.

Nuestro cuerpo produce unas sustancias químicas llamadas feromonas que nos atraen o nos alejan de los demás. Se ha hablado mucho acerca del papel que desempeñan. Inclusive, se han comercializado perfumes que contienen estas hormonas, tanto femenina como masculina. Estas, aparentemente, son percibidas por el órgano olfativo llamado órgano vomeronasal (VNO) que manda la señal de atracción o rechazo instantáneamente al cerebro, mucho antes de que podamos formarnos un juicio acerca de la persona que tenemos enfrente.

De esta forma es que frecuentemente nos sentimos atraídos a alguien que es totalmente diferente a nosotros, a la imagen que tenemos de nuestra pareja ideal, a nuestras costumbres y educación, y, sin embargo,… sentimos un cosquilleo por esa persona.

Hoy, hemos evolucionado, ya no somos cavernícolas, y aunque muchas de nuestras conductas inconscientes son resultado de nuestra conformación genética instintiva, podemos modularlas y no (siempre) dejarnos llevar solo por el instinto.

El deseo no es ciego

¿Cómo funciona el deseo? Sus mecanismos guardan una misteriosa lógica en la que se combinan química, psicología y cultura. A veces para bien y otras no tanto.

Aparentemente, la gente se atrae, se repele o se ignora por razones que no siempre son claras ni visibles. El deseo tiene un fuerte componente mental. No existen reglas fijas que determinen por qué deseamos a alguien. Entran en juego, como ya vimos, desde el factor genético hasta la educación emocional que adquirimos en el entorno familiar y social, y finalmente, el filtro cultural. Es un rompecabezas lo que nos lleva a desear a alguien. Aunque a veces al conocer a esa persona nos deje de gustar.

Hay gente que inhibe sus deseos porque no ha aprendido a expresarlos o porque no quiere entrar en conflicto con los de otras personas y se bloquea. También entra en juego el nivel de autoestima y el equilibrio afectivo. Si alguien se siente seguro, selecciona más. Pero si se encuentra en un momento delicado, más inseguro, está más receptivo, y su abanico se amplía al disminuir su selectividad.

 El estado emocional de la persona en determinado momento influye en el tamaño y la calidad de sus deseos. ¿Por qué deseo a alguien que no es mi tipo? En parte, porque conocemos a esa persona en un momento de mayor apertura o cuando se está más activo. Esto depende del nivel de autoestima y del equilibrio afectivo. Si alguien se siente seguro, selecciona más. Pero si se encuentra en un momento delicado, más inseguro, está más receptivo, y su abanico se amplía, se vuelve menos selectivo.

El deseo cumple la función de reequilibrar algo de lo que carecemos. Ésa es la causa de muchas fascinaciones aparentemente contradictorias. Las características emocionales del sujeto determinan en buena parte el objeto de deseo

Aún en la actualidad, básicamente, hombres y mujeres siguen respondiendo a patrones distintos: Él tiende a desear a muchas, cuantas más mejor, por la primitiva razón de diseminar su carga genética. Ella, generalmente selecciona pocas parejas, de calidad, tanto para ella como para sus hijos, aunque este esquema está cambiando y muchas mujeres ya busca más variedad sexual, sobre todo si ya tienen hijos. A consecuencia de los sistemas anticonceptivos disponibles y de separar procreación y sexualidad, la mujer manifiesta su deseo sin miedo.

No siempre encontremos el objeto de deseo soñado o entendemos por qué nos resulta deseable y hasta irresistible alguien que no coincide con nuestro ideal físico o social. Hay quienes dicen que la mujer sigue buscando un hombre no dominante, pero sí fuerte. Y los hombres, belleza o sumisión: todavía muchos piensan que, si ella es servicial, cuidará mejor de los hijos.

También el calendario repercute en el deseo. Expertos aseguran que las mujeres en periodo fértil se interesan por hombres con marcados rasgos masculinos, mientras que en otras fases del ciclo menstrual el aspecto físico no es tan determinante.

Afortunadamente ya no vivimos en cavernas y nuestra supervivencia no depende predominantemente de nuestra fortaleza física. No todos somos un dechado de aquellos elementos físicos estructurales o funcionales sexualmente atractivos, por lo que es determinante destacar la enorme fuerza de la curiosidad intelectual, el entusiasmo, el dinamismo, la alegría y la creatividad, porque todas estas conductas indican buena salud y la disposición a disfrutar de la vida, ingredientes esenciales para producir la atracción sexual.

Antoni Bolinches, un conocido psicólogo contemporáneo dice que:

“La mujer se fija primero en la inteligencia; luego, en la simpatía, si se divierte con él: y, por último, en la personalidad, en que sea un hombre maduro, magnético. La inteligencia que atrae es la constructiva, la que hace que una mujer se sienta bien, no la inteligencia que apabulla.

En resumen:
  • La atracción sexual se produce automáticamente, es instintiva e independiente de lo que uno piense o crea.
  • La atracción sexual es una energía que se siente en el cuerpo y sucede antes que los razonamientos.
  • Se percibe a través de los sentidos, especialmente la vista apariencia y lenguaje corporal. También entra en juego la audición, tono de voz y el olfato, olor corporal.
  • La atracción sexual es independiente de lo que yo creo que me conviene y con frecuencia es diferente de lo que yo conscientemente elijo.
  • La apariencia se procesa en el cerebro de manera instantánea, antes incluso de que nos demos cuenta. Así, en menos de 2 segundos ya hemos hecho un juicio rápido de la persona que tenemos enfrente. Su forma de vestir, su complexión, su nariz… Todo queda catalogado y clasificado. Sin decir nada, ya nos ha dicho mucho, o, mejor dicho, hemos interpretado mucho.

Si uno se siente inseguro, está más receptivo, su abanico se amplía.

Algunos expertos insisten en que las mujeres buscan un hombre fuerte, y los hombres, belleza o sumisión.

El cerebro marca las diversas fases de energía y declive en la pasión.

No podemos escapar del deseo, es una ley de la naturaleza.

Deseaos los unos a los otros


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