Enlace Judío México e Israel – Ya en el concilio cristiano de Elvira, celebrado en fecha incierta pero en el primer cuarto del siglo IV, se menciona a la ciudad castellana de Ávila como uno de los lugares de la Hispania romana en los que se podía encontrar una comunidad judía.

Tras la invasión musulmana a la península ibérica en el 711, la ciudad llega a quedar despoblada por la permanente inseguridad de su posición como terreno en disputa entre los reinos cristianos y los musulmanes.

Pero, a partir de la orden dictada en el año 1085 por el rey Alfonso VI de León, se inicia una repoblación en la que podrían haber participado familias judías. Lo que sí está documentado es la existencia de una kehilá en 1144 gracias a un documento relacionado con los impuestos.

Pocos años después, Alfonso VIII cede a la ciudad un tercio de las rentas de lo que pagaban los judíos por residir allí. A partir de entonces aumentó el grado de tolerancia que permitió la creación en el siglo XIII de una de las más importantes yeshivot de Europa en esos siglos, donde trabajó entre 1295 y 1305 una de las figuras más trascendentales, conocida como Moshé de León (Moshé ben Shem Tob de León), donde escribió su obra más importante, el ZoharLibro del Esplendor, uno de los tres volúmenes que con el Talmud y la Biblia componen la trilogía de la mística de la kabalá.

En esos tiempos en los que los judíos de Ávila solían recibir un mejor trato que en otros lugares de España, apareció Nisím ben Abraham, conocido como el Profeta de Ávila, autor del Libro de las maravillas de la sabiduría, y protagonista de un episodio llamativo, ya que se presentó a sí mismo como profeta y al parecer esperaba ser proclamado mesías del pueblo judío, pero en el momento en el que había predicho esa aparición mesiánica, lo único que apareció en la sinagoga fueron unas cruces, lo que incluso causó algunas conversiones al cristianismo.

Desgraciadamente, para la segunda mitad del siglo XIV ese clima de convivencia va quebrándose, y si bien la comunidad de Ávila no se vio afectada por las matanzas que en 1391 se sufrieron en muchas otras ciudades de Castilla, la situación fue haciéndose más y más difícil con el paso del tiempo, y en los años ya cercanos al Edicto de Expulsión de 1492 se les negó el título de vecinos, obligándoles a concentrarse en un área concreta e insuficiente para la gran cantidad de judíos que vivían en la ciudad.

La urbe contaba con varias sinagogas, una de las cuales -la de Belforad- estaba junto a la llamada Casa del Rabino. Otra habría estado en la actual calle del Pocillo, en una casa baja que tiene un llamativo arco de ladrillo en su fachada que, según algunos, proviene nada menos que del Templo de Jerusalén.

Una tercera, llamada del Lomo, acabaría en ruinas tras la Expulsión e incluso habría una cuarta, de construcción muy tardía y que hoy sería la capilla de Mosén Rubí. Otras zonas de la ciudad que recuerdan ese pasado son la Plaza del Mercado Chico; y calles como Vallespín o la llamada hoy en día de los Reyes Católicos que estaba llena de comercios judíos y era una de las que mayor concentración de estos vecinos tenía en toda la ciudad.

También se puede visitar la puerta de la Malaventura, en la zona en la que los judíos fueron confinados en los últimos años. De hecho, según algunos ese nombre haría referencia precisamente a los que partieron por ella al exilio. Hoy, cerca de esa misma puerta, un jardín recuerda a Moshé de León.

También suele atribuirse a la presencia judía las llamadas Tenerías de San Segundo, un barrio dedicado a la industria del cuero y la confección textil, y que actualmente se encuentra en proceso de excavación y acondicionamiento para la visita pública.

Por último, en la espectacular muralla que rodea a la ciudad pueden descubrirse lápidas con inscripciones hebreas que seguramente fueron parte del cementerio judío.

* El autor es Director de Radio Sefarad


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